Un estudio de 1978 realizado por las psicólogas estadounidenses Pauline Clance y Suzanne Imes, investigadoras de la Universidad del Estado de Georgia, describió por primera vez el trastorno psicológico que hoy conocemos por síndrome del impostor.
La investigación llevada a cabo con 150 mujeres que habían ocupado una posición profesional elevada durante cinco años, mostró un resultado bastante inusual: cuanto más respetadas y exitosas eran en sus áreas de trabajo, más inseguras se sentían estas personas y creían ser un fraude.
Sin embargo, aunque el estudio se llevó a cabo sólo con mujeres y, aparentemente, éste es un problema más recurrente en ellas, los psicólogos ya han dejado claro que el síndrome del impostor también afecta a los hombres.
La diferencia, sin embargo, radica en el hecho de que los hombres son menos abiertos acerca de sus problemas y asuntos y tienden a parecer más seguros debido a una postura que la sociedad, a lo largo de los años, les ha impuesto: la de ser fuertes en todas las circunstancias.
Por eso, incluso cuando se sienten frágiles, temerosos e inseguros de sí mismos, los hombres tratan de disfrazar estos sentimientos a toda costa.
No obstante. Si tienes la sensación de que tu trabajo nunca está bien hecho, o que todo lo que has conseguido ha sido por suerte o casualidad y no se debe a tu propia competencia, y que en cualquier momento la gente a tu alrededor puede descubrir que no eres lo que estás mostrando, entonces, es muy posible que estés siendo víctima del síndrome del impostor.
En este artículo explicaremos mejor qué es este síndrome, cuáles son sus síntomas y cómo buscar ayuda profesional para que este problema no obstaculice tu carrera. ¡Vente!
Síntomas del Síndrome de Impostor
La manifestación del Síndrome del Impostor puede ser observada, en un primer momento, a través de discursos autodespreciativos.
Frases como "sólo conseguí este trabajo porque tuve suerte", "mi currículum apesta, no sé por qué me eligieron", o cualquier discurso que dé una mala connotación al propio valor personal, son frecuentes.
Esto también ocurre cuando una persona no puede recibir elogios y siente que lo que se dice de ella en términos positivos no es cierto. En vez de agradecer el cumplido, son personas que le quitan peso a las cosas buenas que hacen o minimizan el valor de sus logros.
La excesiva autocrítica y la comparación constante con los demás es también un síntoma común de quienes sufren el Síndrome de Impostor, así como la constante necesidad de una reevaluación de lo que hacen.
La postergación de las tareas, huir de las situaciones en las que se es el centro de atención, son también síntomas de este síndrome tan incapacitante.
En resumen, la persona con este síndrome sufre de una falta de aceptación de sus cualidades y de reconocimiento de su propio éxito, además, de un constante temor de que se le "descubra" como el fraude que cree, de hecho, ser.
El Síndrome del impostor y el perfeccionismo
Se ha relacionado este cuadro psicológico con un rasgo común en las personas: el perfeccionismo. Si tu eres una persona muy perfeccionista es lógico que nunca estés conforme con el resultado de las cosas. ¿Por qué? Porque nunca hay nada que quede perfecto o de lo que no se dude si se podría haber hecho mejor. Cuando nuestro rasero se encuentra en que todo debe ser ideal, la satisfacción nunca llega.
¿Cuáles son las principales consecuencias de este síndrome?
Las personas con el Síndrome del Impostor suelen duplicar sus esfuerzos en la realización de cualquier tarea o trabajo. Esto genera un desgaste físico y emocional mucho mayor, haciendo que el individuo siempre se sienta insatisfecho y finalmente agotado.
Las consecuencias de esta eterna insatisfacción se reflejan en la vida cotidiana de la persona, en la vida en sociedad y en la falta de placer al disfrutar de sus logros, precisamente porque no se considera digno del éxito y de las victorias que obtiene.
¿Cómo tratar este trastorno?
Al reconocer los síntomas de este síndrome, el primer paso es buscar la ayuda de un psicólogo que, a través de los informes del paciente, dará un diagnóstico más preciso. La psicoterapia o la terapia cognitivo-conductual (TCC) son los medios más recomendados para tratar el trastorno.
Sin embargo, además del tratamiento terapéutico, es importante que la persona con el Síndrome de Impostor tenga un amigo o un pariente de confianza, que pueda servir como una especie de mentor, para evaluar honesta y sinceramente su trabajo y así utilizarlo como fuente de contraste para que las conclusiones no se obtengan desde las propias inseguridades.