El impacto psicológico de la hospitalización sin acompañamiento en plena pandemia

A medida que los hospitales están en proceso de adaptación para protegerse del virus, las consecuencias emocionales se intensifican.

Por: Itziar Lorenzo Martínez

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El impacto psicológico de la hospitalización sin acompañamiento en plena pandemia
Imagen de Cor Gaasbeek en Pixabay

Las medidas adoptadas por los hospitales para hacer frente a la pandemia de COVID-19, hace que las personas hospitalizadas se encuentren solas una vez ingresen en el hospital. Sea cual sea el motivo, se restringe el acceso a urgencias y al edificio de hospitalización a los acompañantes de pacientes.

Esto significa que no podrá acompañar a su familiar durante su estancia en el hospital. La información es dada únicamente al paciente y éste es quién lo comunicará a su familia. ¿No es suficiente el impacto de estar hospitalizado cómo para ser el único que reciba información? 

Los profesionales informan que actualmente únicamente pueden estar acompañados los menores de edad, las mujeres que van a parto y las personas dependientes o con discapacidad.

La limitación del tránsito de personas en el hospital es una medida preventiva que han adoptado para impedir la propagación del virus y protegernos a todos.

¿Cómo afecta a los familiares/conocidos? 

En el supuesto caso de que una persona la cual su motivo de hospitalización se deba a causa de una operación, una vez está preparada la persona para entrar en quirófano no tiene acceso al teléfono móvil.

La familia no sabrá nada hasta que el mismo paciente se despierte y lo comunique. En ese lapso de tiempo, las familias no saben si realmente ha entrado en quirófano, hay retrasos, si todo va bien o no.

Por un lado, se puede sacar un aspecto “positivo” ya que se quita responsabilidad y se ofrece un respiro familiar, pero si miramos el reloj constantemente, el tiempo se hace más largo y la espera puede ser contraproducente al tener una falta de información que genere más estrés al familiar que está al otro lado sin saber qué está ocurriendo realmente.

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Si a esto se le suma el hecho de que esa intervención quirúrgica pueda ser de una persona mayor, hay que pensar en cómo ha cambiado la tecnología y cuánto han tenido que adaptarse a ella. 

A pesar de querer estar mostrando apoyo y estar al lado de quién tiene que ingresar en el hospital, no se puede. Esta situación nos lo impide. Nos genera ansiedad, preocupación y miedo, sobre todo sabiendo que el virus está en todas partes y que vamos a estar incomunicados. 

Una persona que ingresa en el hospital no suele ir acompañado de buenas noticias, sino más bien se trata de una situación estresante. Es por ello que toda información que se da, sería conveniente transmitirla a cualquier familiar por parte de algún profesional para que su estado emocional, que no será el mejor en esos momentos, no interfiera en el modo en que recibe y recuerda la información entregada por parte de los sanitarios, la cual es muy importante, y es que dicen que “cuatro oídos, oyen mejor que dos”.

El impacto psicológico de la hospitalización sin acompañamiento en plena pandemia

¿Cómo nos afecta el aislamiento? 

Ya en sí, el confinamiento significó algo muy potente a nivel emocional. Hay personas que consideraron esta experiencia como positiva, sin embargo, para otros no lo fue.  

Algunos aspectos positivos han sido darse cuenta de que todo puede cambiar de la noche a la mañana y esto ha provocado en ciertas personas un cambio en su modo de ver y disfrutar de la vida.

También se ha entendido la diferencia entre lo “urgente” y lo “importante”. Cada persona sobrelleva la soledad de una manera distinta, pero cabe recordar que la privacidad de salir y la obligación de quedarse en casa en la pandemia fue impuesta, no voluntaria.

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Las personas que no supieron lidiar con esta soledad sufrieron momentos de incertidumbre donde no comprendían ni la situación, ni sus propios sentimientos y estas mismas empezaron a tener ansiedad, la cual antes nunca habían experimentado.

¿Estamos emocionalmente preparados para lo que estamos viviendo?


No está siendo fácil para nadie, ni para los sanitarios que están viviendo y luchando por nosotros, ni para los afectados que están viviendo en primera persona situaciones hospitalarias en época de pandemia. 

España tenía antes del Covid-19 listas de espera para el servicio de psicología de hasta tres meses. En la situación que estamos viviendo, ya no solamente vamos a tener una pobreza a nivel económico, sino que la salud mental va a quedar completamente destruida. La población cada vez tiene menos dinero y más problemas. ¿Cómo afrontamos esto?

El Instituto Nacional de Estadística muestra como últimos datos, la cifra de 47.332.614 de habitantes en España en 2020. Con más de 47 millones de habitantes solo existen 2700 psicólogos clínicos dentro del sistema sanitario público. Esto quiere decir que hay un sólo psicólogo por cada 17.407 personas en España, o lo que es lo mismo hay 0,37 psicólogos por cada 1000 habitantes españoles.

Los últimos datos indican que suceden aproximadamente 10 suicidios al día, unos 3500 suicidios logrados al año ya que no entran en estos dados los intentos. Estas cifran se elevan a más de 1 millón de personas al año fallecidas a causa del suicidio. A modo de conclusión, podemos afirmar que tenemos un serio problema: la falta de psicólogos, una pandemia que aún estamos asimilando y la soledad impuesta.

Itziar Lorenzo Martínez

Licenciada en psicología. Habilitada como psicóloga general sanitaria. Máster en neuropsicología clínica. Experiencia en daño cerebral, tercera edad y aeronáutica.