¿Por qué a casi todos los niños les atrae el miedo en juegos y actividades?

El miedo recreativo puede ser importante para el desarrollo, ayudando a los niños a aprender sobre sus límites y desarrollar habilidades de afrontamiento emocional.

¿Por qué a casi todos los niños les atrae el miedo en juegos y actividades?
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Un nuevo estudio ha descubierto que una gran mayoría de los niños disfrutan participando en actividades que son a la vez aterradoras y divertidas, un fenómeno que los científicos llaman "miedo recreativo". La investigación revela que este tipo de participación lúdica con el miedo es una parte común del desarrollo desde la infancia hasta la adolescencia, y las actividades específicas cambian a medida que los niños crecen. Los hallazgos fueron publicados en la revista Child Psychiatry & Human Development.

El miedo se considera normalmente una emoción negativa, una respuesta a un peligro percibido que desencadena reacciones como la lucha, la huida o el congelamiento. Sin embargo, también está claro que las personas a menudo buscan intencionalmente experiencias aterradoras para el entretenimiento, como ver películas de terror o subir a montañas rusas.

Esta mezcla de miedo y disfrute se conoce como miedo recreativo. Si bien este comportamiento se ha estudiado en adultos, se sabía mucho menos sobre cómo se manifiesta en los niños. Las investigaciones anteriores sobre niños y el miedo a menudo se han centrado en los posibles resultados negativos de los medios de comunicación aterradores, como pesadillas o ansiedad.

Explorando la propensión infantil al miedo recreativo

Un equipo de investigadores liderado por Mihaela Taranu de la Universidad de Aarhus, se propuso crear una imagen integral de la participación positiva de los niños con el miedo. Reconocieron que, si bien algunas teorías sugerían que el juego de miedo podría ser beneficioso para el desarrollo, existía una falta de datos sistemáticos sobre cuán comunes son realmente estas experiencias a lo largo de la infancia.

El estudio tuvo como objetivo trazar la prevalencia del miedo recreativo, explorando qué tipos de actividades disfrutan los niños, con qué frecuencia participan en ellas y los contextos sociales en los que ocurren estas experiencias.

Para recopilar esta información, los investigadores diseñaron una encuesta detallada para padres y cuidadores en Dinamarca. La muestra final incluyó a 1.600 encuestados, cada uno informando sobre un niño de entre 1 y 17 años. La muestra se equilibró para asegurar una distribución uniforme de los niños en cada edad.

Antes de comenzar la encuesta principal, los participantes completaron un ejercicio de entrenamiento para asegurar que entendieran el concepto de miedo recreativo. Se les presentaron escenarios y tuvieron que identificar correctamente cuáles describían una actividad que era a la vez aterradora y disfrutable, a diferencia de las experiencias que eran sólo aterradoras o sólo disfrutables.

La encuesta en sí enumeró 19 categorías diferentes de actividades de miedo recreativo, que fueron desarrolladas en base a entrevistas con padres, niños y educadores. Estas categorías abarcaban desde experiencias leves, como ser perseguido jugando, hasta otras más intensas, como ver películas de terror.

Para cada categoría, los padres respondieron preguntas sobre el disfrute de la actividad por parte de su hijo, la frecuencia de su participación, con quién solían participar y dónde tenían lugar las actividades. Los investigadores analizaron entonces estos datos para identificar patrones y tendencias entre los diferentes grupos de edad.

El miedo recreativo como elemento común en la infancia

Los resultados revelaron que el miedo recreativo es una parte extremadamente común de la infancia. Un abrumador 93% de los niños, según informaron sus padres, disfrutan de al menos un tipo de actividad atemorizante pero divertida. La participación también fue frecuente, con un 70% de los niños participando en tal actividad al menos una vez a la semana y aproximadamente un 20% haciéndolo a diario.

La categoría más popular en todas las edades involucró experiencias con altas velocidades, alturas o profundidades, como en columpios, toboganes o atracciones de parques de diversiones. A esto le siguieron varias formas de medios, incluyendo películas de terror, programas de televisión, historias y videojuegos. Las categorías menos populares involucraron romper normas, como participar en actividades que infligen dolor leve o violan las reglas sociales.

Taranu y su equipo identificaron tendencias de desarrollo claras. La variedad de actividades de miedo recreativo que los niños disfrutan parece cambiar con la edad. El número promedio de diferentes categorías que un niño disfruta aumenta significativamente entre las edades de uno y cuatro años. Después de eso, desde los cinco hasta los diecisiete años, hay una disminución ligera pero constante en el número de diferentes tipos de actividades disfrutadas.

Más revelador fue el cambio en la naturaleza de las actividades en sí. Los niños más pequeños eran más propensos a experimentar miedo recreativo a través del juego físico e imaginativo. Actividades como el juego brusco, el juego de simulación con temas de miedo y los juegos basados en reglas como el escondite eran comunes.

A medida que los niños crecieron en la adolescencia, su participación se desplazó hacia experiencias basadas en los medios. El disfrute de películas de terror, series de televisión, videojuegos y contenido aterrador en las redes sociales aumentó constantemente con la edad. La única constante fue la popularidad de las actividades que involucran velocidades, profundidades y alturas, que se mantuvo alta en todo el rango de edad, aunque la frecuencia de participación tendió a disminuir a medida que los niños crecían.

La influencia del contexto social en la búsqueda de emociones

El contexto social de estas actividades también evolucionó con el tiempo. Los hallazgos indican que el miedo recreativo es una experiencia predominantemente social para los niños. Los niños más pequeños a menudo participaban en estas actividades con padres, cuidadores o hermanos. A medida que entraban en la adolescencia, los amigos y compañeros se convirtieron en sus principales compañeros para la diversión aterradora.

La participación solitaria con el miedo recreativo fue menos común en general, pero sí aumentó a medida que los niños crecieron. Este cambio hacia la independencia también se reflejó en las respuestas de los padres. Para los niños de alrededor de 11 años en adelante, los padres eran más propensos a responder "No lo sé" cuando se les preguntaba con quién o dónde su hijo participaba en estas actividades.

Taranu y su equipo proponen que estos patrones cambiantes están estrechamente ligados al desarrollo general de los niños. Las actividades que los niños encuentran atractivas para el miedo recreativo se alinean con sus habilidades cognitivas y físicas en diferentes etapas. Por ejemplo, el disfrute máximo del juego de simulación aterrador se corresponde con la edad en que el juego de simulación es una forma dominante de aprendizaje y exploración.

Del mismo modo, el creciente interés en los videojuegos aterradores coincide con el desarrollo de las habilidades motoras finas y la atención necesaria para los juegos. Esto sugiere que los niños integran naturalmente la experiencia del miedo en las actividades que son más relevantes para su etapa de desarrollo.

El rol potencial del miedo recreativo en el desarrollo infantil

Dada la amplia difusión de estos comportamientos, los autores sugieren que pueden servir una función importante. Conectan sus hallazgos con teorías del estudio del juego arriesgado, que propone que participar voluntariamente con un miedo manejable ayuda a los niños a aprender sobre sus propios límites y desarrollar habilidades de afrontamiento. Al experimentar el miedo en un entorno controlado y agradable, los niños pueden estar practicando cómo regular sus emociones. Esta práctica podría construir resiliencia y potencialmente proteger contra la ansiedad posterior.

La naturaleza social de estas actividades también es significativa. Compartir una experiencia intensa o aterradora puede fortalecer los lazos sociales. Participar en actividades aterradoras con familiares o amigos de confianza puede crear un entorno seguro donde los niños se sientan lo suficientemente seguros como para explorar el miedo. La presencia de otros puede ayudar a un niño a manejar su respuesta emocional, haciendo la experiencia más disfrutable y educativa.

El estudio tiene algunas limitaciones que los autores reconocen. Los datos provienen de la perspectiva de los padres, no de los propios niños. Los padres pueden no estar completamente al tanto de todas las actividades de sus hijos, especialmente a medida que crecen, y podrían malinterpretar los sentimientos de un niño. Esta es una preocupación particular para las actividades que involucran romper reglas, que los niños podrían ocultar a sus padres.

Otra limitación es que la investigación se realizó íntegramente en Dinamarca. Las normas culturales y los factores ambientales pueden influir enormemente en cómo los niños juegan y se expresan. Los patrones observados en una sociedad occidental, post-industrializada pueden no aplicarse a los niños que crecen en diferentes contextos culturales.

Los investigadores sugieren que los estudios futuros deben tener como objetivo obtener las propias perspectivas de los niños sobre el miedo recreativo y explorar estos comportamientos en una gama más amplia de culturas. Este trabajo podría ayudar a comprender mejor por qué los niños se sienten tan atraídos por estas experiencias y cómo podrían apoyar un desarrollo emocional y psicológico saludable.

Fuentes y recursos de información

Taranu, M., Clasen, M., Rosas, F., Dodd, H., & Andersen, M. (2025). Recreational Fear Across Childhood. A Cross-Sectional Study of Scary Activities that Children Enjoy. Child Psychiatry & Human Development. DOI: 10.1007/s10578-025-01850-2