A este hecho se le denomina clínicamente enuresis. Se trata de una emisión involuntaria o intencional de orina durante el día o por la noche, en la cama o en la ropa, a una edad en la que se espera que haya continencia. Hay varios tipos y las podemos diferenciar atendiendo a las siguientes categorías:
- Por un lado, estaría la denominada como primaria que es cuando la incontinencia proviene desde el nacimiento y suele estar desencadenada por factores biológicos.
- Por otro lado, tenemos la que se llama secundaria que es cuando después de que el niño lleve un tiempo controlando sus esfínteres aparece incontinencia. Esta es la que tiene un origen muy emocional o social.
Además, podemos diferenciarlas también dependiendo de cuándo se dan:
- Diurna cuándo ocurre por el día.
- Nocturna cuándo se da, únicamente, por la noche.
- O mixta que es cuándo aparece en los dos momentos del día.
Normalmente, cuándo los niños comienzan a cursar educación infantil se entiende que están preparados para controlar los esfínteres dado que los mecanismos neurofisiológicos ya están maduros y, además, empiezan a ser conscientes de la necesidad de aguantar e ir al baño, especialmente por la relevancia social de dicho hecho.
Sin embargo, en ocasiones, ambos factores no se dan y aparece la incontinencia. Desde el punto de vista psicológico, se puede considerar normal hasta los 6 años que, en ocasiones, se hagan “pis” encima. En sí, desde el Centro, recomendamos no intervenir hasta esa edad.
Además, tampoco debe darse mucha importancia a este hecho ya que a la mayoría de los niños que lo padecen les suele dar mucha vergüenza, por lo que para ellos es de gran ayuda que sus padres lo apoyen y muestren una actitud positiva frente a este hecho. Siempre sin perder los límites y explicándoles que está mal, con el fin de hacerles conscientes.
¿Cuáles son las causas, normalmente, para que se dé un problema de enuresis?
Pues bien, intervienen diversos factores en su origen, diferenciando especialmente en dos áreas:
Por un lado, puede achacarse a problemas biológicos, como pueden ser alteraciones en el sistema urinario, esto se da en un 5 % de los niños que lo padecen, desde inflamaciones, infecciones hasta malformaciones de la uretra o de la pelvis renal. También pueden existir factores genéticos, un alto porcentaje de los niños que lo padecen repiten el patrón de sus padres cuándo eran pequeños.
Además, hay que descartar una alteración en la maduración de los mecanismos neurofisiológicos para el control vesical y ver su capacidad ya que no todos los niños tienen la vejiga del mismo tamaño, se puede dar el caso de que sea más pequeña de lo normal. Por lo que nuestra recomendación es acudir, en primer lugar, al pediatra para descartar cualquier posible causa física.
Si no existe causa física, podría deberse a problemas psicológicos o sociales:
Desde la existencia de un inapropiado ambiente familiar, en familias disfuncionales, cuando hay separaciones o fallecimiento de un ser querido. O bien, cuándo hay un inadecuado uso de la autoridad y el afecto o del castigo, siendo este indiscriminado.
Por otro lado, si no ha habido un buen entrenamiento familiar en el control vesical, es decir si no se les ha hecho conscientes de la importancia de la retención a nivel social e individual. Otros problemas son el infantilismo afectivo o el rechazo a una situación familiar negativa, cómo pueden ser problemas de abusos infantiles o problemas de relación en la familia.
Además, de que aparezcan situaciones nuevas en la vida del niño, que le creen estrés y no sepa cómo afrontarlas, por ejemplo, el nacimiento de un hermanito, la enfermedad de un familiar, el inicio en la guardería o el colegio, el cambio de trabajo de uno de sus papas, el cambio de domicilio, etc.
Por último, que el niño padezca algún tipo de alteración emocional o conductual, como una gran inseguridad afectiva, altos niveles de ansiedad, miedos y fobias, baja autoestima, tristeza patológica o celos por la disminución de la atención por la llegada de una nueva figura a casa.
Cómo principio básico para la intervención con estos niños es fundamental que sus figuras de referencia, normalmente los padres, tengan una amplia tolerancia y sensibilidad al problema. No se debe recriminar ni castigar al niño por el hecho de mojar la cama. Sin embargo, si es muy importante que se le alabe cuando contenga la orina o no moje la cama.
El viernes en el blog de MGM Psicología, os dejaremos un vídeo con las pautas de intervención concretas de este tipo de problemas. Sin embargo, comentar que estas pautas sirven cómo guion y ayuda, pero habría que realizar una valoración del caso y ajustar dichas técnicas a la persona y a la situación en concreto. Esperamos que os haya gustado y os sea de utilidad.