Desacelerar, la habilidad indispensable para el siglo XXI

El cambio acelerado en la sociedad contemporánea ha llevado a un fenómeno llamado infoxicación que afecta nuestra capacidad de pensar y ser humanos.

Por: Filanderson Castro Bedoya

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Desacelerar, la habilidad indispensable para el siglo XXI
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Los avances tecnológicos han traído consigo una infinidad de beneficios para la especie humana, ahora solo basta tener acceso a internet y a un par de clics o con solo deslizar nuestros dedos por una pantalla podemos comunicarnos con alguien al otro lado del mundo, es sin duda impresionante lo que hemos alcanzado, indiscutiblemente la tecnología se ha introducido a nuestras vidas ¿O nuestras vidas se han hecho tecnológicas?

Tras la pandemia causada por el SARS Cov2 ha sido mucho más evidente la utilización de herramientas tecnológicas en actividades rutinarias diarias, muchos se vieron obligados a migrar a empleos puramente digitales bajo entornos virtuales, otros convirtieron las plataformas en sus mejores aliados para ofrecer productos y servicios, la implementación de estas herramientas se aceleró a gran escala y ahora se ha virtualizado lo que antes solo era pensable en un mundo futurista incierto.

Estamos aquí, rodeados de miles de circuitos de silicio, chips y lenguajes informáticos complejos, algunos cumplen con la función básica de servirnos de comunicación con el establecimiento de pizza, mientras otros amenazan con reemplazar empleos humanos definitivamente ¿Qué cambios ha generado esto en nuestra vida emocional? ¿Qué ha cambiado en nuestra psique ahora que se ha acelerado nuestro estilo de vida? ¿Cómo nos estamos adaptando a estos cambios inesperados?

Son muchas las preguntas que surgen de cara a este nuevo siglo y todo aquello que en tan solo 20 años ha cambiado drásticamente, es indispensable que se analice la mente bajo este contexto, mejor aún, que se analice la humanidad ¿puede afectarnos psicológicamente este nuevo ritmo de vida?

Infoxicación

Desde un inicio podríamos afirmar que sí, es completamente posible y en realidad es bastante cotidiano, en los últimos ha aumentado la cantidad de consultas psicológicas y psiquiátricas debido a la gran cantidad de estrés que han generado los nuevos estilos de trabajo.

Anteriormente teníamos un acceso limitado a la información y a partir de estos pequeños destellos de saber sacábamos nuestras conclusiones, sin embargo, ahora, al tener al alcance de nuestra mano una cantidad inimaginable de datos hemos quedado totalmente absortos a su análisis y comprensión, inútiles para almacenar y comprender tantas variables hemos generado un micro caos en nuestra mente.

La infoxicación consiste en la adquisición o acceso a una cantidad de información más allá de la que podríamos manejar, esto ha generado un efecto contraproducente en nuestras formas de obtener datos, pues al tener tantos lugares de los cuales obtenerla hemos empezado a “picotear” de un lado a otro, llevándonos una microcápsula informativa que al tratar de sintetizarla solo nos lleva al sobre análisis y al final, a la desinformación.

Este “picoteo” de información es particularmente dañino ante las Fake News, pues al no tener un contexto claro sobre lo que estamos leyendo, optamos por compartir estas microcápsulas de datos erróneos que no solo nos generan tendencia a la no verificación, sino que alientan la desinformación en la sociedad, causando en muchos casos grandes problemáticas de orden público.

El ejemplo más claro de Infoxicación y “picoteo” de datos se ha dado durante la pandemia, las personas se han visto envueltas en un frenesí de información sobre muertes y efectos catastróficos causados por la pandemia y está bien generar alarma y autocuidado en la población, pero se ha dejado totalmente de lado el efecto psicológico de ansiedad, intranquilidad, miedo y depresión que genera en la población la infoxicación de datos en referencia a la muerte.

Por otro lado, las personas se han dedicado a tomar partículas de noticias publicadas en cualquier lado, alentando el miedo a la vacunación o promoviendo remedios en ocasiones fatales para el ser humano, el afán de informarnos bien nos ha llevado a desinformarnos y alentar en nuestra mente las bases para futuros trastornos psicológicos.

Frenesí cotidiano

La infoxicación bien nos ha acelerado a la hora de informarnos, pero esto no se ha quedado ahí, la vida se ha acelerado considerablemente, ahora incluso la comunicación fuera de los noticieros, se ha visto acelerada, perdemos el sentido de comunicar y expresar de manera adecuada las ideas, un ejemplo claro es lo que las redes sociales han empezado a implementar, la aceleración de mensajes de voz es la más clara muestra de la velocidad que han tomado nuestras vidas, el tiempo para escuchar y reconocer el mensaje que los demás nos trasmiten se ha acortado y con ello peligra el uso de la reflexión.

Somos más como maquinas, corriendo de un lado a otro, escuchando murmullos de quienes nos rodean y tratando de informarnos de todo aquello que pasa alrededor del mundo en un minuto, perdemos la concepción del tiempo y empezamos a adaptar nuestro metabolismo para que procese los alimentos y las emociones de la misma manera.

Creamos maquinas para realizar tareas de manera más rápida y resultamos siendo acelerados nosotros mismos, con la consecuencia que a diferencia de ellas, nuestro cuerpo y mente no está diseñado para ir a 600 kmh cada día.

Se ha encapsulado todo de manera que cada suceso de la vida sea mucho más rápido y fácil de digerir, un viaje express, una comida express, una siesta express, una relación express, una vida express.

Vamos de aquí para allá, saltando pasos, tomando atajos, veloces para terminar una carrera en la que al final todos perdemos.

Consecuencias

¿Por qué perdemos todos? Nuestro cuerpo y mente requieren de tiempos suficientes para reponerse, para recuperar energía y almacenar recuerdos, el sueño no es un adorno o un recuerdo de nuestra naturaleza perezosa, es un proceso absolutamente necesario y aquí estamos, dejándolo de lado para cumplir con los rigores de un mundo que gira más rápido de lo que puede soportar.

La ansiedad se ha apoderado de nuestros días, ya no hay presente sino la construcción de un constante futuro que nunca alcanzamos, que nunca llegamos a él, ordenamos todo de manera que podamos hacer 1 y 2 y 3 y 4 y 5 de la manera más rápida y eficaz posible, al final del día no pudimos ni contar o nos enteramos de que hemos pasado por 3 antes que 4.

¿El final? Cuerpos agotados y vidas vacías, consecuencias de una existencia sistemática y caótica que ha llevado nuestra mente al límite, dejando de lado la emoción, la reflexión, la calma, el análisis pasivo, incluso la duda.

Podríamos enumerar la cantidad de trastornos que el sobresfuerzo pueden generar, hablar del síndrome de Burnout o el aumento estadístico y dramático de la ansiedad y la depresión en el mundo durante estos 20 años del siglo XXI, pero ante la perdida de la posible vivencia natural del ser humano no queda mucho que mencionar.

Desacelerar

Es indispensable que cada individuo se forme a si mismo en su capacidad para tomar pausas, para observar aquello que hace cada día, para hacerse preguntas, para darse cuenta del tiempo que corre, para darse un respiro, para salirse momentáneamente de la corriente desenfrenada de la sociedad y tener nuevas ideas, nuevos horizontes, un instante para dejar de mirar de frente a sus metas y pueda mirar a su alrededor.

Si la ansiedad es la enfermedad del siglo XXI, desacelerar, reflexionar y detenerse en medio de la carrera será la habilidad del siglo XXI, habilidad necesaria para seguir siendo humanos y hallar el equilibrio entre lo humano y lo tecnológico que cada día se desdibuja más en nuestra sociedad.

Filanderson Castro Bedoya

Psicólogo de la Universidad de Antioquia – Colombia con énfasis en el desarrollo personal y empresarial, relaciones de pareja y psicología en general, me desempeño como columnista aficionado de algunos medios de comunicación colombianos, soy un fiel amante de la música, la tecnología, los viajes y la fotografía.