¿Realmente la vida es dura y difícil o nosotros la construimos así?, ¿realmente las experiencias son traumáticas, dolorosas e insuperables, o somos nosotros los que creamos esta realidad?
¿Qué parte de realidad creamos nosotros?
Tenemos control sobre el 90% de las experiencias que nos suceden. El 10% de las situaciones vitales ocurren y no tenemos poder sobre ellas. La muerte de un ser querido, un accidente de tráfico, una enfermedad genética. ¡Pero un 90% de control sobre nuestra vida es un valor altísimo! Tan alto que podemos afirmar que somos responsables de la vida que creamos.
Quizá no podamos controlar el 10% de nuestras experiencias vitales, pero si podemos decidir cómo responder ante ellas, que aptitud tomar y que respuestas dar.
¿No te parece curioso que haya personas que se preocupen por nimiedades mientras otras resuelvan con una excelente filosofía de vida sus problemas y las situaciones difíciles? Esto nos demuestra que lo importante no es lo que nos sucede, sino como respondemos y afrontamos aquello que nos sucede.
Y la realidad más real es que la mayoría de las veces creamos un sufrimiento innecesario alrededor de las experiencias. Complicamos las situaciones, hacemos interpretaciones erróneas, sesgadas y tergiversadas.
Pero… ¿dónde está el problema de esta transformación de la experiencia hacia lo difícil y angustioso?
Lo más sano y natural sería simplificar los acontecimientos, realizar interpretaciones sanas y saludables, no buscarle más vueltas al asunto. No hacer interpretaciones al azar, sin datos objetivos.
¡Pero nuestras vidas toman otros derroteros! Ante el comentario de un amigo, o de tu pareja, tú haces una segunda interpretación. Ante la mirada que te dirige una persona, tú creas tu propia hipótesis y teoría. ¡Y suma y sigue!
Lo que sucede finalmente es que no vemos la realidad tal cual es, sino tal cual somos. La experiencia se modifica a los ojos de quien mira la experiencia.
Tú ves una realidad diferente a la mía. Nuestras experiencias, creencias y expectativas hacen que interpretemos un mismo acontecimiento de forma diferente.
Y si no adoptamos una buena salud mental, la realidad que veremos será aquella que nosotros mismos hemos creado de dolor, dificultades y sufrimientos. Si no aprendemos a simplificar, aceptar y no juzgar o etiquetar, viviremos una existencia un tanto enrevesada.
Recuerda esto: ¡los problemas no se crean en tu vida, sino en tu mente!
Una experiencia se convierte en un problema en el momento que tu mente lo etiqueta como tal. ¿Qué sucedería si simplemente vivieras esa experiencia y no le pusieras una etiqueta?, ¿crees que se transformaría tu experiencia?
Las investigaciones psicológicas han demostrado que el lenguaje, producido por la mente, es la base del sufrimiento. Cuando se etiqueta una situación como buena o como mala, como desagradable o como placentera, se vive la experiencia de tal modo.
De modo que la clave para dejar de dificultar la experiencia vital es liberarnos de la necesidad de etiquetar, juzgar y valorar.
¿Qué tal si nos permitimos vivir, simplemente vivir?