El uso del arte como mecanismo de afrontamiento

Descubre cómo el arte se convierte en un mecanismo eficaz para afrontar el estrés y la ansiedad durante el encierro.

Por: Deborah García Sánchez

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EEl uso del arte como mecanismo de afrontamiento
Imagen de Free-Photos en Pixabay

El aislamiento se apoderó de lo económico, de la salud y de lo emocional. Estamos ‘amenazados‘desde que sale hasta que se pone el sol con enfermar y morir, la amenaza no viene solo de afuera, sino también desde el encierro, no solo el cuerpo enferma y muere, también la mente y el corazón. 

Mientras unos duermen el día entero, otros no concilian el sueño. Los refrigerados se abren y cierran a lo largo del día; los smartphones, tabletas y computadoras pasan más tiempo conectados al enchufe que el alcohol en la nevera. La escasez del alcohol es un reflejo de nuestra actual insatisfacción.

Beben y vuelven a beber, la gente en el encierro no encuentra más qué hacer.

La ansiedad se dispara, la sobreexposición a eventos que te generan estrés o trauma generan síntomas de estrés postraumático, incluso aunque no hayas vivido personalmente la situación de riesgo esto puede alterar tu manera de dormir, de vivir y de sentir.

En tiempos de encierro, las pantallas -para quienes gozamos de estos privilegios- son nuestra ventana al exterior, pero estas pantallas distorsionan la óptica y percepción. Nos bombardean con información, alertan los sentidos, adormecen y en algunos otros casos, nos renuevan, nos conectan.

En el 2020 estamos tomando nuevos caminos, renovándonos y aprendiendo a sentir de lejos, a despedirnos, a amar de lejos y extrañar incluso lo que no debemos o no conocemos. Alzamos la mirada y sobre nosotros ya no hay un cielo, entre cuatro paredes buscamos nuevos firmamentos.

De esta oscuridad, de la incertidumbre nace la esperanza y de ella nos aferramos para avanzar al día siguiente. Despiertan nuestras necesidades más básicas y buscamos aletargar, ensordecer esos incesantes gritos en el fondo de la cabeza.

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¡Un día más, cada día es uno más de encierro!

Brotan las letras como lágrimas, la expresión hace erupción y se derraman sobre páginas blancas. Dibujando recuerdos inexistentes de un amor sin tiempo. La escritura y el arte como mecanismo de afrontamiento del estrés.

El término estrés proviene del campo físico y denota aquellas fuerzas que se aplican a un objeto (mental) y que llevan a éste hasta el punto de desintegración. McGrath (citado en Lazarus & Folkman, 1986) concibe el estrés como: un desequilibrio entre las demandas ambientales y la capacidad de respuesta orgánica.

Es decir, el fenómeno del estrés implica una transacción del organismo con su entorno que se caracteriza por una descompensación entre las demandas que el ambiente plantea y los recursos disponibles en ese momento para hacer frente a tales demandas.

Cabe señalar que no se debe considerar como estresante cualquier demanda sino sólo aquellas que, por su particular intensidad, novedad e indeseabilidad, requieren de una respuesta esforzada o afrontamiento (Lazarus & Folkman, 1986).

Siguiendo esta línea de pensamiento, Vygotsky sostiene que el arte será bueno o malo según el sentimiento que provoca, es decir, es el vehículo del sentimiento que se conjuga con la situación del sujeto para dar un juicio sobre lo que se ve. La relación establecida entre arte y emoción, la da Bücher (Vigotsky & Impert, 2005), quien comparte con los autores la idea del efecto catártico y liberador de la tensión.

Esta misma idea está expresada por Nietzsche (1913), donde señala que:

“el ritmo permite al hombre acelerar el trabajo, evocar parecidos, acomodar el porvenir a la propia voluntad, y descargar el alma de cualquier pesadumbre, pero no solamente la propia alma, sino también la del demonio más perverso”.

La gaya ciencia p. 53

En resumen, el arte pudiera considerarse el instrumento para lograr un equilibrio con el ambiente que nos rodea en los momentos críticos de la conducta y, como lo menciona Freud (1998), el arte es un medio que permite conciliar dos principios hostiles: el principio del placer y el principio de realidad.

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Durante esta pandemia, la locura, remolino de angustia y noches de soledad, una recomendación para poder superar el estrés es la de recurrir a tu yo artístico. Poniendo el ejemplo, aquí mi derrame verbal

A mi cielo:

De piel, tu piel, en mí un plano llevo

Universo lejano, ajeno, inconquistable
Pastos de miel y sudor descalza atravieso
Tierra indomable quiebra en fragmentos de luz

Pasajes oníricos, impalpables, inalcanzables
Aviva el hambre y la sed del agua néctar

Brota de la carne

Vibrante dilatación-contracción

En unísono y a distancia
Firmamento de letras, signos y silencios
Instantáneas que aprisionan segundos

de anhelo, de sonrisas

Sonrisas – tu sonrisa- golpe radiante

Retumba en el pecho
Lo estruja, lo enciende y revienta

La vida en tu sonrisa

Voraz estruendo que hace eco en el interior
Sombras inventadas que se hacen una

Cuerpos inexistentes, amorfos

Contorsionándose en sincronía con el palpitar

Ríos revueltos, senderos que pulsan

y moldean, engrosan
Explosiones obscenas que se escurren de blanco en los azulejos
Fantasías sin culminar, caricias intangibles
Resuena la voz, esa voz, tu voz, un erizar

Los pastos, las tierras, los mares, el suelo

…mi suelo todo se eleva, se yergue
Y se disuelve, se va y desaparece
Tu piel, en mi piel, para volver un plano llevo

Deborah García Sánchez

Licenciada en psicología con especialidad en el área educativa, maestría en Evaluación para la Calidad Educativa por el Colegio de Puebla A.C.