El término distorsión cognitiva fue propuesto en 1967 por el psiquiatra americano Aaron T. Beck, uno de los pioneros de la psicoterapia cognitivo-conductual.
Según su modelo, las distorsiones cognitivas son formas de procesar la información que dan lugar a errores de pensamiento predecibles que a menudo conducen a pensamientos y emociones negativas.
Por lo tanto, contribuyen a los trastornos emocionales como la depresión y la ansiedad, así como a los trastornos de la personalidad.
En su trabajo con personas con depresión, Beck ha identificado seis errores sistemáticos de pensamiento:
En este artículo encontrarás:
1. El pensamiento de todo o nada o de blanco y negro (pensamiento dicotómico)
Todo o nada, blanco o negro, nunca o siempre, bueno o malo…. No hay lugar para el gris. Por ejemplo: cuando te ves a ti mismo/a como un fracasado/a debido a una mala actuación puntual. Esta distorsión está a menudo presente en el perfeccionismo crónico.
2. Inferencia arbitraria (conclusión apresurada):
Sacar conclusiones precipitadas (generalmente negativas) a partir de pocas pruebas. Por ejemplo, «leer» los pensamientos de otras personas es inferir los pensamientos posibles o probables de una persona; el error de predicción es tomar las expectativas sobre cómo resultarán los eventos como hecho ciertos.
3. Sobregeneralización
Sacar una conclusión general sobre la base de un único (o unos pocos) incidente(s). Por ejemplo, si se produce un evento negativo (como un accidente doméstico), esperar que ocurra una y otra vez. La sobregeneralización se da con mucha frecuencia en algunos sesgos cognitivos cómo la correlación ilusoria.
4. Abstracción selectiva (o filtrado)
Tendencia a concentrarse en los detalles negativos de una situación, lo que lleva a una percepción negativa de la situación en su conjunto.
5. Dramatización y minimización
Ampliar la importancia de nuestros errores y deficiencias. Por ejemplo: considerar un evento desagradable pero banal como intolerable o un desastre. O, por el contrario, restarle importancia a nuestra fortalezas y éxitos o considerar un acontecimiento feliz como algo trivial.
6. Personalización
Pensar erróneamente que uno es responsable de eventos desafortunados más allá del propio control. También sería un ejemplo de personalización pensar erróneamente que lo que hacen los demás está relacionado con uno mismo.
Posteriormente (1980), el psicólogo David Burns identificó otras cuatro distorsiones:
7. Razonamiento emocional
Asumir que nuestros estados emocionales corresponden con la realidad. Por ejemplo, tener un mal día y sentirnos cabreados y pensar que «la gente va en contra nuestra».
8. Creencias sobre lo que se debe hacer (falsas obligaciones)
Tener expectativas sobre lo que se debe o no se debe hacer sin examinar el realismo de esas expectativas dadas las capacidades y recursos disponibles en la situación. Esto genera culpa y sentimientos de frustración, ira y resentimiento.
9. Etiquetado
Utilizar una etiqueta, es decir, un calificativo que implique un juicio negativo, de manera que represente una generalización excesiva, en lugar de describir un comportamiento específico. Por ejemplo, «Soy un perdedor» en lugar de describir el error.
10. Culpar
Haciendo erróneamente responsables a los demás de nuestras emociones o culparse a uno/a mismo por las emociones de los demás.
Más tarde se identificaron otras distorsiones como:
- La expectativa o la ilusión de justicia;
- La ilusión de poder controlar a los demás o la ilusión de ser controlado;
- La tendencia a compararse negativamente con los demás.
La reestructuración cognitiva, que consiste en identificar las distorsiones cognitivas y confrontarlas con la realidad, es fundamental para la psicoterapia cognitiva tradicional (en contraposición a la terapia cognitiva contextual, conocida como terapia de tercera generación, que incluye el ejercicio de la atención plena).