“¡Todo es pozo sin fondo, ay, acción, deseo, sueño, palabra y a menudo, rozando mis pelos erizados, he sentido pasar el viento del Miedo!”.
“El abismo”. Charles Baudelaire.
En “El Malestar en la cultura” Freud señaló “Sólo nos queda esperar que […] el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Más, ¿quién podría augurar el desenlace final?”.
Aún nos encontramos en el mientras tanto de esta pandemia y lejos de su desenlace.
Haré un poco de historia desde sus inicios en post de poder hacer una lectura a posteriori sobre las huellas que dejará y por su efecto traumático en nuestra subjetividad.
Freud considera trauma a una irrupción violenta, imposible de anticipar, que sorprende al sujeto. Lacan llamará acontecimiento a un hecho imprevisible que quiebra las coordenadas del relato imprimiendo un antes y un después que divide al sujeto.
El efecto traumático no depende de la gravedad del hecho en sí, sino que es por el carácter traumático que adquiere para el ser hablante que se producirán las secuelas o huellas psíquicas por las cuales se sentirá afectado. Ello alude a la responsabilidad subjetiva en tanto refiere al sujeto del inconsciente.
Lacan desarrolla una lógica del tiempo que contempla el après coup que nombró como: el instante de ver, el tiempo de comprender y el momento de concluir. Hace falta un tiempo lógico para comprender y nos encontramos, precisamente, en ese momento.
El COVID-19 trajo aparejados estragos psíquicos en lo colectivo y en cada uno de nosotros en particular. Irrumpieron miedos arcaicos frente al peligro de un objeto-no objeto, el virus que también porta el Otro al que se lo percibe como a alguien peligroso y del cual hay que cuidarse.
El aislamiento social preventivo y obligatorio alteró la vida cotidiana. La convivencia continua, sin intervalos, entre los integrantes de un hogar acarreó que se perdieran los espacios de intimidad trastocando hábitos y vínculos. La casa se transformó en un espacio multifuncional se convirtió en el único lugar seguro y, así, comenzaron a desdibujarse los espacios exogámicos. El sentimiento de hartazgo aparece como defensa al encierro.
Al deteriorarse los lazos sociales, se perdió la presencia corporal de aquellos no convivientes, su voz y su mirada dos de los cuatro objetos llamados “objeto pequeño a” por Lacan. Objetos que porta el Otro, los cuales nos constituyen y nos sostienen. Renuncia que implica pérdida.
Hubo vaivenes, marchas y contramarchas con respecto al aislamiento y su flexibilización debido a la curva de contagios por COVID-19. Hablamos de flexibilización porque se instauraron prohibiciones y toda prohibición implica angustia y frustración. El aislamiento impuso una serie de restricciones que afectaron los caminos libidinales de los sujetos. Pérdida, incertidumbre, pánico y miedo es lo que esta pandemia ha desencadenado en la subjetividad.
El pánico fue uno de los primeros efectos provocados por la pandemia ante las noticias que iban llegando de los países más afectados y de la devastación subjetiva que iba dejando a su paso este enemigo invisible e inédito. Hablo de pánico porque se produjo una reacción desmesurada ante la situación y luego surgió el miedo cuando se percibió el peligro al contagio.
Si bien lo real es un hecho traumático como algo inasimilable en cuanto a lo simbólico, los psicoanalistas, en la clínica, debemos ponerlo a trabajar para que cada sujeto pueda arreglárselas con eso.
En este momento las demandas de análisis han aumentado. Hay necesidad de hablar del malestar, de lo que hace síntoma y del sufrimiento.
Los adultos demandan ante crisis de angustia que los desborda o que, a veces, se manifiesta en síntomas corporales: palpitaciones, arritmias, sudoración en las manos, temblores, dolores en el pecho, que pueden o no prolongarse en el tiempo. Se adicionan trastornos alimenticios, insomnio, malhumor, tristeza, miedo a la enfermedad, a la muerte propia o de los seres queridos.
En niños, se observa el retraimiento en el proceso del habla, en el control de esfínteres (enuresis, encopresis), apego excesivo hacia los padres (monoparentales o parentales), disfunción en el ritmo del sueño y en la alimentación por falta o por exceso de apetito.
Hay niños y jóvenes en edad escolar que presentan apatía, frustración, angustia e incluso tristeza ante la privación de la modalidad de educación presencial debido a la pandemia. Esta situación conlleva a la falta de encuentro con compañeros y docentes, además de afectar los juegos compartidos que reditúan en lazos sociales. La escuela tiene como función adicional un proceso de socialización que se pierde y que traerá consecuencias pedagógicas y psicológicas. Como un plus, se agrega la angustia de los padres y docentes por tener que surfear con los inconvenientes y esfuerzos extras de la nueva modalidad educativa.
Los adolescentes son mirados como si esta situación los aliviase porque se los considera sujetos aislados en su habitación, apegados a celulares, a redes sociales, a juegos en línea y en la Play Station pero ellos también han tenido que renunciar a su entorno social. Esto implica un retraimiento en la salida exogámica, una salida por excelencia de esta etapa, donde la libido comienza a ponerse en los lazos amorosos y en los encuentros con amigos. Esa renuncia al entorno social genera angustia y enojo ante la frustración.
En los adultos mayores se escucha el sinsentido ante la sensación de que los días pasan sin poder disfrutar de sus hijos y de sus nietos. La imposibilidad de salir a procurarse alimentos y medicinas, teniendo que depender de otros, genera retraimiento a una etapa infantil causando impotencia.
Todos estos síntomas y malestares que he descripto toman el cuerpo porque hay que recordar que el cuerpo es la caja de resonancia de nuestras emociones, en tanto, tenemos un cuerpo parlante.
En “La ilusión de un porvenir”, Freud habla de considerar las situaciones o un hecho en sí, tomando distancia y señala “…el presente ha de haberse convertido en pretérito para que podamos hallar en él puntos de apoyo en que basar un juicio sobre el porvenir” y me pregunto, en un porvenir ¿Cuáles podrían ser las consecuencias psicológicas?
Podemos avizorar que al COVID-19 le sucederá un pandemóniun de malestar psíquico.
Aunque, es complicado hablar sobre post pandemia porque todavía convivimos con la pandemia, voy a hacer una proyección hipotética tomando el discurso y las demandas de análisis que he tenido y sigo teniendo.
Posibles inhibiciones (fobias) después de tanto tiempo de encierro lo que podría acarrear angustia intensa al salir en el momento de tener que volver a los lugares de trabajo y al contacto con otros por miedo al contagio.
Aunque, también, tengo que decir que a su vez hay sujetos que, en este momento, se sienten aliviados donde se perciben en una situación de stand bay, sienten que nadie ni nada los interpela en su inmovilidad.
Pero, a su vez hay pacientes que en este contexto que se presenta tan adverso, ante la realización de nuevas ideas, han encontrado momentos de creatividad donde hay surgido proyectos muy importantes que en otros momentos de su vida habían quedado relegados.
Incluso, hoy día, podemos observar la conducta contraria a la inhibición, el de personas que, cuando salen a la calle lo hacen de forma impulsiva negando los riesgos actuales para no verse compelidos a respetar los protocolos sanitarios que se han transformado en nuevas normas de lazo social.
Síntomas, que hoy ya se observan en la neurosis obsesiva, como la tendencia a controlar el miedo a través de rituales que van en aumento y pensamientos rumiantes sobre enfermedad y muerte asociadas a representaciones que causan angustia y malestar al parlétre. En la histeria, se escuchan los malestares corporales que afectan diferentes partes del cuerpo y la angustia frente a la desestabilización fantasmática como sucede en otras estructuras clínicas.
Las vivencias de los enfermos hospitalizados por COVID-19 ascienden a la categoría de trauma por haber transitado terapias intensivas en soledad. Estos sujetos sufrieron la falta de contención familiar y la de sus amistades.
En situación similar, se encuentra el personal sanitario (médicos, enfermeras) trabajando en la urgencia de la pandemia con alta exposición al contagio y a la muerte.
Duelos melancolizados ante la prohibición de los ritos funerarios (velorio, funeral). El no poder transitar el duelo podría provocar que éste quedara encriptado ante la falta de tramitación correspondiente reforzando mecanismos de defensa como el de negación o minimización.
La implementación de nuevos aprendizajes para incursionar en la tan mentada "nueva normalidad". Algunos analizantes hablan de un camino incierto y diferente percibido como una película de ciencia ficción.
El día después es el enigma sobre una actualidad que recién desembarca y que agrega un plus de angustia e incertidumbre sobre el futuro, la situación económica y la integridad física.
Las consecuencias psicológicas ante las que el sujeto se siente más vulnerable deberán leerse en el caso por caso. Habrá sujetos que siguen/seguirán con su trabajo y otros que lo perdieron. Incluso la diferencia entre los que han tenido home office de los que han tenido una continuación en su rutina por ejercer trabajos esenciales. Además, están los que han sufrido la pérdida de algún ser querido de los que no o han sido enfermos graves de COVID-19 a diferencia de los contagiados asintomáticos.
Desde mi posición como analista, no habrá respuestas, ni se podrán sostener futuras certezas ilusorias, pero si acompañar el armado de un rompecabezas cuyas piezas quedaron esparcidas ante el cimbronazo sufrido, para que los sujetos puedan delimitar y dar forma a estas nuevas coordenadas que se presentan desafiantes para su existencia.
En “Principios rectores del acto psicoanalítico”, quinto principio, Eric Laurent señaló: “Lejos de poder reducirse a un protocolo técnico, la experiencia del psicoanálisis sólo tiene una regularidad, la de la originalidad del escenario en el cual se manifiesta la singularidad subjetiva. Por lo tanto, el psicoanálisis no es una técnica, sino un discurso que anima a cada uno a producir su singularidad, su excepción”. La sesión analítica, tiene como objetivo dar lugar a la aparición del deseo donde gane Eros sobre Thánatos, pulsión de vida sobre pulsión de muerte como las nombró Freud.
A raíz de todo lo expuesto y a modo de conclusión, podría decir que esta pandemia con la magnitud que tuvo y sigue teniendo a nivel mundial y con los rebrotes que sigue habiendo en otros países cuyas autoridades están pensando en un nuevo confinamiento social incorporado a esta nueva normalidad (a la que podríamos catalogar de ¿post pandemia?) no pasará sin dejar huellas psíquicas, tanto, individuales como colectivas por los grandes cambios que ha generado y seguirá generando, aún por un tiempo, en nuestros modos de vida.
Fuentes y recursos de información
- Baudelaire, C. (1857). Las Flores del mal. El abismo. Hyspamérica, Buenos Aires, (1986).
- Freud, Sigmund. Inhibición, síntoma y angustia. T.XX, Amorrortu Editores, Buenos Aires, (1925-1926).
- Freud, Sigmund. El malestar en la cultura. T.XXI, Amorrortu Editores, Buenos Aires, (1927-1931).
- Freud, Sigmund. El porvenir de una ilusión. T.XXI, Amorrortu Editores, Buenos Aires, (1927-1931).
- Lacan, Jacques. Seminario X. La angustia. Paidós, Buenos Aires, (2006).
- Lacan, Jacques. Seminario XXIII. El Sinthome. Paidós, Buenos Aires, (2006).
- Laurent, Eric. Principios rectores del acto psicoanalítico. Disponible en: https://nucep.com/wp-content/uploads/2012/10/eric_laurent.pdf