La terapia asistida por animales (TAA) es una intervención en la se incorpora un animal de manera intencional como parte de un proceso de tratamiento/terapia y cuyo objetivo directo es el de promover la mejoría en las funciones físicas, psicosociales y/o cognitivas de las personas tratadas.
A veces se designa a la terapia asistida con el añadido de “con animales” cuando al introducirse el animal como asistente ayudante en la terapia, es más acertado nombrarla como terapia asistida “por animales”.
Así pues, los animales que son utilizados habitualmente como herramienta para facilitar el proceso terapéutico, tanto en niños como en adultos, son el perro y el caballo; mientras que la terapia con gatos todavía se encuentra en ciernes.
En todo caso, en la sesión siempre interviene un profesional que dirige y acompaña, siendo aquí clave la figura del psicólogo.
Doble función del psicólogo en la terapia asistida con animales
En el transcurso del tratamiento, el o la profesional de la psicología puede realizar la interpretación y lectura de las emociones humanas durante el contacto del paciente con el animal colaborador, dependiendo su eficacia, no únicamente del animal si no de los conocimientos y habilidades del terapeuta. Así pues, se debe evitar que todas las expectativas recaigan sobre el perro, caballo... de forma que exista un protocolo en que se tengan en cuenta sus emociones y su estrés.
Por ejemplo, en el caso de la terapia con delfines, que consiste en nadar con ellos en piscinas cerradas de parques marinos, los psicólogos han advertido que no es efectiva, sobre todo para el animal, porque está expuesto en un ambiente cautivo y estresante en el que no está cómodo por naturaleza. Por ende, forzarlo a interactuar con humanos agravaría la situación.
Otro ejemplo lo apreciamos en los tratamientos que se realizan empleando como animal colaborador al caballo. Si se desea una simbiosis, el ejercicio debe centrarse en dejar a un lado la monta y fomentar su comprensión con los “pies en la tierra”.
Como seres emocionales, los animales deben ser entendidos para que puedan ser facilitadores y compañeros en la terapia, por lo que, para lograr el bienestar humano, ambas emociones deben estar compensadas y comprendidas, de forma que el psicólogo tendrá una doble misión.
En definitiva, para lograr la efectividad en la TAA es fundamental la visión crítica y aporte profesional con una doble visión: los conocimientos en psicología para tratar al paciente junto con la especialización en la terapia asistida por animales. De esa forma se logrará una buena consecución en la terapia, sin que el paciente y el animal se vean afectados durante las sesiones.
Sin embargo, conviene hacer un inciso y destacar que se trata de una disciplina que a día de hoy todavía no es considerada con todas las letras una técnica psicológica, a pesar de que presente una estructura psicoterapeuta. Veamos cómo es su funcionamiento y algunos de los estudios que se han realizado sobre el tema.
Estructura de psicoterapia en la terapia asistida por animales
En la terapia asistida por animales debe existir una estructura básica de psicoterapia, es decir, habrá un proceso que desarrollará una alianza colaborativa entre el paciente y el psicólogo, tomando como base el diálogo y proporcionando un ambiente de apoyo desde un punto de vista neutral e imparcial. No podemos olvidar que, en este proceso básico, se introduce un nuevo elemento que es la inclusión del animal y que ayudará acompañando en la sesión. A partir de ahí, la terapia se basará en una impresión diagnóstica en la que se propondrá un plan de tratamiento.
En todo caso, la alianza terapéutica con el paciente es fundamental para que el proceso tenga éxito. Tomando eso como base, entonces, ¿qué diferencias hay en las terapias asistidas con animales respeto a las que no lo introducen?
Según la publicación Desarrollo de la terapia asistida por animales en la psicología, Wesley (2012) realizó un estudio en el tratamiento de abuso de sustancias, indicando que este tipo de terapia TAA ayuda a fortalecer el proceso de la alianza terapéutica.
Una de las razones fue que, a los pacientes, el terapista encargado les resultaba una persona de mayor confianza y que se preocupa por los demás, a diferencia del profesional que no tenía un animal en la terapia.
Esta impresión puede ser o no correcta, pero lo cierto es que la inclusión del animal colaborador crea un ambiente de mayor seguridad y familiaridad, por lo cual la TAA ha mostrado ser una herramienta que ayuda en el proceso.
Otras de las respuestas satisfactorias de la terapia asistida con animales han sido las siguientes:
- Acariciar a un animal ayuda a reducir la presión arterial, produciéndose un estado de relajación.
- Fomenta y mejora las habilidades comunicativas.
- Aumenta los estímulos multisensoriales.
- Despierta emociones positivas aumentando la autoestima.
- Aporta seguridad.
¿Qué modelos de intervención terapéutica se pueden integrar en la terapia asistida por animales?
1. Modelo cognitivo conductual
En él, el psicólogo trabaja con los pensamientos irracionales del paciente pudiendo usar la relación que este tenga con el animal para ayudar a identificar sus creencias. Además, se busca que el enfermo pueda practicar actividades positivas con el perro, caballo o gato.
En todo caso, las metas fundamentales son crear introspección y conseguir una conducta más adecuada en el paciente, tal y como comenta Cynthia K. Chandler, en su publicación Animal Assisted Therapy in Counseling
2. Modelo centrado en la persona
En el estudio de Carls Rogers, Chardonnens (2009) se sostiene que la terapia con los animales como coterapeutas, lleva al paciente a una clara reducción de los síntomas a través de un proceso de validación, sentido de responsabilidad, aumento de la autoestima y desarrollo de competencias básicas que mejoran sus habilidades relacionales.
La interacción entre el humano y el animal propicia una relación de empatía y aceptación, donde el animal acepta el comportamiento del humano y a su vez el humano trata de entender el comportamiento del animal, adaptarse al mismo y trabajar en coordinación con aspectos que son muy importante para este modelo.
Es así como el paciente aprende a entenderse como yo individual y a encontrar soluciones que le ayuden a su desarrollo personal; siendo estas, algunas de las metas de la terapia centrada en la persona.
3. Modelo psicoanalítico
En este modelo se expresa como generalmente las personas son inconscientes de sus sentimientos y del porqué de sus acciones. La combinación de éste con la TAA puede ayudar a los pacientes a que ganen conciencia de sus patrones de pensamientos y les permita trabajar con sus traumas.
En este tipo de terapia, el psicólogo debe promover la interacción espontanea entre el animal de terapia y el paciente, trabajando con su introspección para que consiga expresar sus sentimientos.
Además, según la publicación vista anteriormente de Cynthia K. Chandler, en este modelo se le puede pedir al doliente que realice historias sobre el animal de la terapia, de forma que pueda plasmar de manera inconsciente pensamientos y sentimientos que revelen algún trauma del pasado.
4. Modelo existencial
Con este modelo, el psicólogo busca que el paciente reconozca que aspectos de su vida deben ser mejorados; como pueden ser los episodios de ansiedad, la culpa o la desesperación, además de esperar que sea el mismo quien sepa enfrentarse a estas situaciones.
La terapia asistida por animales puede promover estas actividades, por ejemplo, a través de la interacción del doliente con el perro/caballo... y que exprese cómo se sintió durante esos momentos. De esa forma, aprenderá a entender mejor sus sentimientos y miedos; lo que llevará a disfrutar de una vida más consciente.
Con todo lo visto, podemos concluir que la TAA unida a la psicología supone un gran aporte para diferentes tratamientos por lo que cabe esperar un futuro auge en los próximos años.