¿Cómo reconfigura la meditación mindfulness la actividad cerebral en reposo?

Una nueva investigación explora las diferencias en la actividad cerebral entre meditadores experimentados y aficionados.

Por: Redacción

¿Cómo reconfigura la meditación mindfulness la actividad cerebral en reposo?
Imagen de © Depositphotos.

Investigadores han descubierto patrones distintivos en la actividad cerebral de practicantes de meditación mindfulness, incluso en estado de reposo, comparados con individuos que no meditan. Empleando técnicas avanzadas de electroencefalografía (EEG), el estudio publicado en Mindfulness reveló diferencias en la actividad de las ondas cerebrales en las bandas de frecuencia theta, alfa y gamma.

Estas diferencias, tanto en la intensidad como en la distribución de la actividad cerebral, sugieren que la práctica meditativa a largo plazo genera cambios duraderos en los procesos neuronales, posiblemente subyacentes a los beneficios cognitivos y emocionales asociados con el mindfulness.

La meditación mindfulness ha ganado popularidad como herramienta para gestionar el estrés, mejorar el bienestar emocional y potenciar las funciones cognitivas. Implica mantener una atención focalizada y no enjuiciadora en el momento presente. Si bien estudios previos han relacionado al mindfulness con diversos beneficios, los investigadores buscan comprender los mecanismos neuronales subyacentes.

Explorando las bases neurológicas del mindfulness

"Nos interesó el tema porque la meditación mindfulness se ha asociado con una mejor salud mental y rendimiento cognitivo, pero los cambios neurofisiológicos que permiten esas mejoras no están completamente caracterizados", afirma Neil Bailey, autor principal del estudio e investigador principal de la Escuela de Medicina y Psicología de la Universidad Nacional de Australia.

Anteriormente, la mayoría de las investigaciones sobre la actividad cerebral en meditadores utilizaban medidas que no distinguían entre la amplitud de las ondas cerebrales (cambios rítmicos de voltaje detectados por EEG) y la actividad no rítmica (cambios de voltaje menos repetitivos). Además, no diferenciaban entre la amplitud de las ondas y la frecuencia con la que aparecen en los datos del EEG.

"Nuestro objetivo fue caracterizar de manera más exhaustiva las diferencias en la actividad cerebral de los meditadores experimentados, utilizando medidas que pudieran diferenciar entre la actividad de ondas cerebrales y la actividad no ondulatoria, así como medidas que pudieran diferenciar entre las diferencias en la amplitud de las ondas cerebrales y las diferencias en la frecuencia con la que estas ondas están presentes en los datos del EEG.

Finalmente, también utilizamos medidas que pudieran indicarnos si las diferencias pudieran ser específicas de regiones particulares del cerebro, o si reflejaban diferencias generales en todas las regiones cerebrales (o ambas)", explicó Bailey.

Un acercamiento riguroso al estudio del cerebro en reposo

Para su estudio, los investigadores reclutaron a 92 participantes: 48 meditadores con al menos seis meses de práctica consistente de meditación mindfulness y 44 no meditadores con experiencia mínima o nula. Los grupos fueron emparejados según factores demográficos como edad y género para reducir posibles variables de confusión. Para asegurar la estabilidad de la salud mental, se evaluó a los participantes para descartar afecciones neurológicas o psiquiátricas y consumo de sustancias.

Se utilizó electroencefalografía (EEG), un método no invasivo que mide la actividad eléctrica cerebral mediante electrodos colocados en el cuero cabelludo. Un gorro de EEG de 64 canales capturó las oscilaciones neuronales mientras los participantes descansaban con los ojos abiertos y cerrados. Se les instruyó a no realizar meditación ni control mental deliberado durante la grabación, para capturar los cambios de "rasgo" duraderos en la actividad cerebral, en lugar de los efectos temporales asociados con la meditación activa.

Los datos de EEG fueron preprocesados para eliminar artefactos causados por movimientos oculares, actividad muscular u otro tipo de ruido. Se aplicaron algoritmos avanzados para aislar la actividad oscilatoria real, centrándose en cuatro bandas de frecuencia clave: theta (4–8 Hz), alfa (8–13 Hz), beta (12–25 Hz) y gamma (>25 Hz). Importantemente, se utilizó un método novedoso para separar la actividad oscilatoria del ruido de fondo no oscilatorio.

Los resultados mostraron diferencias significativas entre meditadores y no meditadores en tres de las cuatro bandas de frecuencia estudiadas: theta, alfa y gamma. "Estas amplitudes mayores están presentes cuando se miden globalmente (en todas las regiones cerebrales), pero también cuando examinamos la distribución de estas ondas cerebrales en la cabeza", dijo Bailey.

Atención y memoria de trabajo potenciadas

La actividad theta, asociada con la atención y la memoria de trabajo, fue mayor en los meditadores. Este aumento fue más pronunciado en las regiones posteriores del cerebro, lo que sugiere procesos neuronales mejorados relacionados con el enfoque y el procesamiento de la información en los meditadores experimentados.

En cuanto a la actividad alfa, los meditadores mostraron una mayor potencia general, así como un patrón de distribución distintivo. Mientras que los no meditadores mostraron una actividad alfa más fuerte principalmente en las regiones posteriores, los meditadores exhibieron una mayor actividad alfa en las regiones frontales. Este cambio en la distribución puede reflejar un mayor control inhibitorio sobre los pensamientos irrelevantes o distractores, una función cognitiva a menudo mejorada a través de la práctica del mindfulness.

La actividad gamma, vinculada a funciones cognitivas de orden superior e integración neuronal, también fue mayor en los meditadores, particularmente en las regiones frontales. Las ondas gamma participan en la atención y la integración de la información sensorial, sugiriendo que la meditación podría fortalecer estas capacidades con el tiempo.

Un cerebro más eficiente

Bailey explicó que, aunque los resultados se obtuvieron en reposo, cada una de estas ondas cerebrales se ha asociado con procesos neuronales específicos. Por ejemplo, las ondas theta con la dirección de la atención, las alfa con la inhibición de regiones cerebrales irrelevantes, y las gamma con el procesamiento intensivo de información sensorial y funciones cognitivas de alto nivel. El aumento en la amplitud de estas actividades podría indicar una capacidad para activarlas con mayor fuerza cuando sea necesario, proporcionando un posible mecanismo para la mejora de la función cognitiva asociada con la práctica a largo plazo de la meditación mindfulness.

Curiosamente, no se encontraron diferencias significativas en la actividad beta (alerta y excitación) ni en la pendiente 1/f (actividad cerebral no rítmica que refleja el equilibrio entre la excitación y la inhibición neuronal). Esto sugiere que los cambios observados fueron específicos de las frecuencias theta, alfa y gamma, y no indicativos de un aumento general de la actividad cerebral en todas las bandas de frecuencia. Esto, a su vez, apunta a que la meditación no altera la cantidad o fuerza de las conexiones inhibitorias o excitatorias, sino que podría modificar la fuerza de las conexiones entre poblaciones neuronales que determinan la fuerza de las ondas theta, alfa y gamma.

Como toda investigación, este estudio tiene limitaciones. Su diseño transversal no permite establecer causalidad: no se puede asegurar si las diferencias cerebrales observadas fueron causadas por la meditación o si los individuos con estos patrones neuronales son más propensos a practicar mindfulness. Señaló Bailey:

"Es posible que las personas que se sienten atraídas por la práctica de la meditación mindfulness ya muestren estas diferencias en la actividad neuronal. Sin embargo, muchos otros estudios longitudinales han demostrado que la meditación sí cambia la actividad cerebral, por lo que parece probable que los efectos que detectamos estén relacionados con la práctica de la meditación".

Un aporte significativo al campo de la neurociencia de la meditación

Los hallazgos contribuyen a la creciente evidencia que vincula la meditación mindfulness con cambios duraderos en la función cerebral. Al identificar alteraciones específicas en las oscilaciones theta, alfa y gamma, el estudio proporciona información sobre los posibles mecanismos neuronales subyacentes a los beneficios cognitivos y emocionales del mindfulness.

"Estamos interesados en comprender cómo la meditación cambia el cerebro para proporcionar beneficios para la salud mental", dijo Bailey. "Esta comprensión podría usarse para mejorar nuestra comprensión del cerebro en general, o nuestros resultados podrían traducirse para ayudar a desarrollar tratamientos más efectivos para las enfermedades mentales".

Se realizaron estudios adicionales con el mismo conjunto de datos, analizando cómo las ondas cerebrales viajan a través de la corteza. Los meditadores producen ondas de viaje hacia delante más fuertes, asociadas con el procesamiento de la información sensorial, y ondas de viaje hacia atrás más débiles mientras descansan (sin diferencias al realizar una tarea cognitiva). Esto podría indicar que los meditadores enfatizan la conciencia de sus sensaciones y no proyectan sus pensamientos al pasado o futuro tanto como los no meditadores. Estos resultados se alinean con la práctica de la meditación y pueden proporcionar un mecanismo para la reducción de la rumiación, un factor causal en la mejora de la salud mental.

Fuentes y recursos de información

McQueen, B., Murphy, O. W., Fitzgerald, P. B., & Bailey, N. W. (2024). The Mindful Brain at Rest: Neural Oscillations and Aperiodic Activity in Experienced Meditators. Mindfulness15(10), 2484–2502. DOI: 10.1007/s12671-024-02461-z

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