El estrés es el virus más grave

Vivir una situación de desastre, cómo la actual crisis por el covid-19, podría llegar a considerarse un estímulo disruptivo para algunas personas.

Marina Fiorentino

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Las personas solemos reaccionar de diversas maneras ante las situaciones estresantes. Ahora bien, ¿Qué es el estrés? Es una respuesta psicofisiológica específica, que generalmente es desencadenada por un estímulo que puede ser disruptivo, dependiendo de la capacidad de afrontamiento de la persona.

Evidentemente el estrés es adaptativo, en la medida en que permite estar alerta frente a una situación que así lo requiera. Pero cuando el estrés condiciona el funcionamiento cotidiano y obstaculiza la realización de las actividades laborales y sociales el estrés deja de ser adaptativo y se convierte en patológico.

La respuesta a un estímulo estresor se manifiesta en síntomas tales como agotamiento físico y mental, pérdida de apetito, alteración en el ciclo del sueño, cambio de humor, confusión, nerviosismo, dolor de cabeza, activación del Sistema Nervioso Central, hiperactividad o hipoactividad y también exacerbación de otras sintomatologías previas (recaídas), como por ejemplo incremento de adicciones, trastornos de ansiedad, depresión, ansiedad, Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), etc.

Por ejemplo: vivir una situación de desastre, cómo la actual, podría llegar a considerarse un estímulo disruptivo para algunas personas (si no es tratada a tiempo puede llegar a convertirse en un trastorno de estrés postraumático).

Pero entonces, ¿Qué entendemos por situación de desastre? Una situación de desastre es aquella en la cual toda la población se encuentra afectada, junto con ella también su vida cotidiana y sus sistemas económico, político, sanitario, educativo y social.

El grado de impacto emocional que genera en las personas será subjetivo (individual) y dependerá de la constitución psíquica y los recursos defensivos con los que se cuenta al momento de vivir la situación de desastre.

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Por su parte, el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) reveló los siguientes datos al realizar una encuesta sobre "Actitudes frente al coronavirus". El 61,9% afirma que la Argentina "no está en absoluto preparada para enfrentar el coronavirus", mientras que solo el 7,9% expresa que sí lo está.

Con ello se puede dar cuenta de que lo que estamos transitando es único y muy especial; justamente porque no hay roles demarcados de pacientes y terapeutas, aquí estamos todos expuestos ante la misma situación de vulnerabilidad.

La cantidad de estímulos disruptivos que recibimos a diario, como por ejemplo, el exceso de información falsa sin fundamentos ni validez, tiene consecuencias nefastas en el bienestar físico y psicológico de las personas.  Frente a ello debemos comenzar a identificar aquella información oficial y verificar las fuentes, algunas de las más confiables son la OMS (Organización Mundial de la Salud) y OPS (Organización Panamericana de la Salud).

Lo esencial en estos casos es desarrollar defensas, enfrentar las situaciones, no huir y no negarlas. ¿Cómo lograrlo? Primero tendremos que reconocer el estímulo disruptivo, las conductas y los modos de reacción y luego tomar las medidas más saludables para preservarnos y preservar a otros, intentar calmarnos y buscar la seguridad en nuestro entorno.

Acompañarse en estos momentos puede ser suficiente y además continuar cuidándonos para que los riesgos sean menores y las consecuencias menos dolorosas.

El impacto psicológico y emocional que genera la pandemia, a nivel individual depende de los recursos de afrontamiento de cada persona (adecuada expresión de emociones y sentimientos, óptima capacidad de simbolización a través de la palabra, el arte, la música, el humor cómo válvula de escape, etc.) y factores protectores de la salud (volver a la rutina dentro de lo posible, contar con espacios que le permita sentirse escuchado y contenido, tener un grupo de apoyo o contención, etc.).

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En algunas ocasiones hay que saber pedir ayuda a tiempo para sentirnos cuidados. Ese es el primer paso para elaborar de un modo más saludable las propias emociones y enriquecer la capacidad de afrontamiento ante situaciones estresantes y de gran impacto emocional.

Marina Fiorentino

Soy Licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Graduada en el 2015. Me dedico a trabajar en el área clínica con adultos , niños y adolescentes.