Humanidad contemporánea, entre el vacío y la adicción

Cada elemento que nos rodea está diseñado para promover un tipo de adicción, producir más que bienestar, euforia y de allí sostener la atención de las personas o inducir a la compra frenética de productos y servicios.

Por: Filanderson Castro Bedoya

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Te levantas, tomas el móvil te actualizas con todas las noticias y cambios que han tenido las pantallas de redes sociales y los portales de noticias del mundo, aún no puedes abrir los ojos completamente, pero entreabiertos de has dado cuenta de la ruptura amorosa de un amigo, del nuevo coche de aquel conocido o de los impactos que tendrá la inflación en los próximos meses, te das cuenta que casi sigues dormido pero aun así tales noticias te han conmocionado, un par de sliders hacia abajo en los nuevos videos graciosos, responder algunos chats y cuando revisas ¡vaya! No te queda mucho tiempo para ir al trabajo.

Sales como puedes de la cama (con el móvil en la mano, claro que sí) y escuchas los audios que te han enviado mientras el agua cae por tu cuerpo, desayunas de manera automática ya que tu mente está en el chat, en el auto de aquel conocido, en la inflación… Cuando reaccionas ya estás de salida de tu turno laboral, no sabes muy bien que hiciste, ya que mientras hacías una tarea pensabas en como estaría tu amigo el que rompió con su pareja, llegas a casa, dices que vas a revisar un poco más tus redes y en un abrir y cerrar de ojos, te despiertas para revisar de nuevo, entre dormido, te quedaste hasta las 3 o 4 de la mañana, no comiste, el sueño te venció y se repite la historia.

Los emporios empresariales y básicamente cada uno de los productos o servicios que se ofertan en la actualidad han sabido explotar de manera continua los puntos más sensibles psicológica y fisiológicamente, cada nuevo lanzamiento, cada nuevo producto, cada nuevo sabor y su respectiva difusión publicitaria está diseñado para impactar, atrapar y generar una descarga de neurotransmisores lo suficientemente grande como para engañar nuestra mente y hacernos creer que, al menos momentáneamente, todos nuestros problemas están resueltos.

Dopamilovers

Vas caminando por el parque, hace ya un rato que no comes y se empieza a percibir la fatiga, te ves rodeado de anuncios brillantes y sonidos de todo tipo que te invitan a satisfacer de manera inmediata el hambre que empiezas a sentir, la satisfacción natural por la obtención de nutrientes y la alimentación ha quedado atrás, ahora, cada una de las necesidades y caprichos alimentarios del cuerpo se ha duplicado en aquello que nos rodea y para suplir no solo nuestra disminución de nutrientes y energía, sino también de placer, terminamos comprando una big burger con doble carne, triple queso y un refresco de cola del más grande, así, aunque los niveles de grasa y azucares sean infinitamente grandes, el cuerpo se estremece, no solo por sentir el estómago vacío, sino por la cascada de neurotransmisores, como la dopamina, que han sido liberados.

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La interacción de la dopamina y el sistema de recompensa del cuerpo humano, base de toda adicción a las drogas, ha sido conocidamente explotado desde hace décadas, aunque en principio había un interés por brindar satisfacciones más duraderas para los individuos, el sistema de consumo hiperacelerado, entró de lleno a generar estímulos cada vez más estimulantes, cada vez más cortos y fugaces, que permitieran ampliar las ventas y también la desesperada búsqueda de los consumidores, cual adictos, por un poco más de dopamina.

Actualmente casi cada elemento que nos rodea está diseñado para promover un tipo de adicción, producir más que bienestar, euforia y de allí sostener la atención de las personas o inducir a la compra frenética de productos y servicios; la comida chatarra, las ofertas, las notificaciones del móvil, el like, los algoritmos de recomendación, todo está diseñado para liberar ese poco de dopamina que aumente nuestra sensación de bienestar y nos lleve a querer siempre más.

Somos amantes de la dopamina, del placer rápido, de la satisfacción pronta y como sociedad nos hemos construido dentro de una jaula donde hay disparos, rayos, sonidos y luces de dopamina, desde que te levantas, hasta que te vas a dormir.

Adictos al consumo o el consumo de adictos

Toda exposición continua a un estimulo trae consigo su propia adaptación, el cerebro es adaptativo y pronto esa gran cantidad de dopamina descargada en el día a día se convertirá en la norma, creamos un hábito de constante reafirmación y consecución de dicho placer, por ello cada vez publicamos más, cada vez los videos son más cortos, para que pases pronto al siguiente y esa ilusión de haber visto algo te libere los neurotransmisores del logro, recibir más notificaciones, más reacciones, consumir más dulce, un poco más de grasa, de sabor, estar un poco más ebrios, un poco más de aceptación, emoción, autoafirmación, todo gira en torno a la continua recepción de estímulos satisfactorios, el resultado, un vacío imposible de llenar.

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Es este vacío el que promueve directamente la adicción ¿Quién no ha pasado un par de horas en redes sociales y se ha sentido insatisfecho? Pasamos horas y horas buscando ese estimulo que nos proporcione dopamina, publicamos algo y cerramos, sesión para que inmediatamente nuestro cerebro nos pida revisar si alguien reaccionó, 3 reacciones, se libera dopamina, pero no es suficiente, pronto estaremos revisando otra vez, el no poder revisar nos genera ansiedad, malestar, enojo, hemos caído en la trampa.

Lo mismo sucede con el alimento, nuestro cuerpo se adapta a cantidades enormes de azúcar que solo pueden proveer alimentos comerciales y bebidas azucaradas, su efecto es alto, pero corto, pronto estaremos en la búsqueda de un poco más, es un circulo sin fin y el modelo se encuentra desde el cereal del desayuno hasta el nuevo televisor comprado y que, eliminado el efecto dopaminérgico “pasará de moda” y estaremos viendo como comprar uno mejor.

Nuestro día a día transcurre en medio de una adicción difícil de superar, la hiperestimulación ha cambiado nuestra forma de relacionarnos, de pensar, de dormir, de soñar, todo se ha hecho rápido y corto, nuestras relaciones interpersonales se acaban más rápido que nunca, no logramos concentrarnos por mucho tiempo y el flujo constante de información nos mantiene en un burnout pasivo.

¿Podremos dejar de lado el vacío y la adicción a todo?

Los efectos psicológicos de la hiperestimulación y la adicción contemporánea van más allá de este análisis introductorio, la velocidad de la sociedad, el consumo desbordado, la infoxicación y el cambio social que experimentamos en todas las áreas de nuestra vida van de la mano al aumento abrumador de depresión, ansiedad, suicidio y muchos trastornos mentales más, la cantidad de dopamina necesaria para cada día, bajo el hábito de la sobreestimulación crece en paralelo con el vacío que sentimos ante dicha normalización del placer y la recompensa rápida.

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Algunas personas se han dado cuenta de lo devastador que resulta este sistema y han empezado a ser más conscientes en su uso de las redes sociales y el internet, a cambiar sus hábitos alimenticios y cuidar más su salud mental, sin embargo, es necesario que haya un cambio circunstancial en la forma en que todos estos proyectos se exponen al público en general, además de distribuir más información sobre los riesgos que nuestro estilo de vida adicto tiene en nuestra salud mental y física.

Al final siempre dependerá de una ralentización, de un aumento de la contemplación y de la generación de conciencia real sobre la importancia de prevenir y determinar con claridad el impacto que todo este conjunto de estímulos está teniendo en toda la población, cuidando en este caso, de manera primordial, a los niños, antes de que sean la próxima generación de adictos al sistema

Filanderson Castro Bedoya

Psicólogo de la Universidad de Antioquia – Colombia con énfasis en el desarrollo personal y empresarial, relaciones de pareja y psicología en general, me desempeño como columnista aficionado de algunos medios de comunicación colombianos, soy un fiel amante de la música, la tecnología, los viajes y la fotografía.