El cariño y el apoyo no compensan las limitaciones a la autonomía infantil

Carlos Vergara Cano

Todos conocemos a alguna madre o padre cuya vida gira en torno a la de sus hijos, son padres preocupados en exceso por la seguridad, tienen asientos de protección infantil en sus coches, no les falta la típica calcomanía de “Bebé a bordo”,  no permiten que ellos salgan sin cascos y rodilleras a andar en cicla o patines, no escatiman en gastos a la hora de garantizar la protección de sus niños y aunque preocuparse por la seguridad está bien, estos padres en general exhiben una protección a veces exagerada.

El término de “padres helicóptero” fue acuñado por primera vez por el Dr. Haim Ginott en 1969 para describir el estilo parental de crianza en el cual la actitud de los progenitores se asemeja a la imagen de un helicóptero que sobrevuela sobre la vida de su descendencia continuamente y que baja en picada apenas monitorean alguna dificultad.

Son padres que por lo general se toman demasiada responsabilidad con las experiencias de sus hijos y específicamente con sus éxitos o fracasos, se involucran en la vida del niño, adolescente e inclusive cuando estos ya son adultos jovenes, de una manera que constituye un control excesivo, sobrepotector e híperperfeccionista que va más allá de la paternidad responsable.

Nada bueno puede venir de un estilo parental “helicóptero”

Una investigación reciente de profesores de la Brigham Young University reveló que incluso la calidez emocional de los padres no puede deshacer las consecuencias negativas de este estilo parental en la crianza de los hijos.

Ya que los padres helicóptero suelen estar obsesionados con las experiencias y problemas de sus hijos, se enfocan en particular en lo que sucede en las instituciones educativas ya se la escuela, preparatoria o incluso la universidad.

Un problema adicional surge si uno de los padres con este estilo parental sobrepotector no es particularmente cálido, ya que acentúa los efectos negativos del estilo de crianza.

Dichos efectos negativos suelen incluir una menor autoestima y un aumento de los comportamiento de riesgo como por ejemplo consumo excesivo de alcohol.

"No permitir la autonomía de los niños es perjudicial para su desarrollo y autoestima"

Los investigadores descubrieron que el estilo de crianza “helicóptero” combinado con la ausencia de calidez de los padres es especialmente perjudicial para el bienestar de los adultos jóvenes.

Los investigadores definieron este estilo de crianza como el exceso de participación de los padres en la vida de sus hijos, esto incluye la toma de decisiones importantes para ellos, la solución de sus problemas e intervención en sus conflictos.

La calidez es definida como la disponibilidad de los padres para hablar y pasar tiempo juntos.

En el estudio se examinaron los datos de 438 estudiantes de pregrado en cuatro universidades de E.U., los jóvenes reportaron en un cuestionario la conducta controladora y la calidez de sus padres, luego se evaluó su autoestima, conductas de riesgo y logros académicos.

Los resultados revelaron que la falta de calor de los padres intensifica tanto la disminución de la autoestima como el aumento de las conductas de riesgo en los jóvenes adultos de los padres con estilos de crianza tipo "helicópteros".

La calidez de los padres reduce los efectos negativos sin embargo no los elimina completamente.

El amor adicional no excusa el control excesivo

Los resultados sugieren que los padres amorosos pueden justificar sus tendencias sobreprotectoras, sin embargo demasiado control seguirá siendo demasiado control sin importar el cariño o el apoyo de los padres.

En general, limitar a un niño y no permitir el desarrollo de su autonomía es perjudicial en este periodo de tiempo independiente de la forma de control; aunque este estilo de crianza es poco común y no tan grave como otras formas de control parental que son duras, punitivas y manipuladoras.

La solución para este tipo de padres no es tratar de compensar el exceso retirándose completamente de la vida de sus hijos, ya que estos, aunque requieren de una mayor autonomía, aun necesitan del apoyo de sus padres, la disminución del “control” no implica una falta de participación, calidez y apoyo.