¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando piensas en la agresión? ¿La falta de autocontrol? ¿La incapacidad de regular las emociones? Un nuevo estudio publicado en la revista científica "Social and Personality Psychology Compass " desafía esta teoría tradicional y sugiere que la agresión puede surgir de un autocontrol exitoso.
El estudio, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de California, examinó la relación entre la agresión y el autocontrol en una variedad de contextos, desde el comportamiento humano hasta el de los animales. Los resultados fueron sorprendentes: en algunos casos, el autocontrol exitoso puede aumentar la agresión en lugar de reducirla.
¿Qué significa esto para nuestra comprensión de la agresión? ¿Cómo podemos adaptar nuestras teorías y tratamientos para tener en cuenta esta nueva información?
Desde la teoría psicoanalítica clásica de Sigmund Freud hasta la hipótesis de frustración-agresión, hemos asumido durante mucho tiempo que la agresión surge de la falta de autocontrol. Pero este nuevo estudio sugiere que la relación entre la agresión y el autocontrol es mucho más compleja de lo que pensábamos.
En psicología, la agresión se define como una conducta hostil con el propósito de causar daño físico o psicológico a otros o de destruir la propiedad. La agresión puede ser física o verbal y puede ser dirigida hacia otros individuos, grupos o incluso hacia uno mismo. La agresión puede tener motivación instrumental (proactiva) o afectiva (reactiva). La agresión instrumental implica un ataque llevado a cabo sobre todo para lograr otra meta, como la adquisición de un recurso deseado. La agresión afectiva involucra una respuesta emocional a una situación aversiva, tiende a dirigirse hacia la fuente percibida del malestar pero puede desplazarse hacia otras personas u objetos si no se puede atacar al agente perturbador.
Pero ¿cómo puede el autocontrol exitoso aumentar la agresión? Según los investigadores, puede haber varias razones. Por ejemplo, cuando alguien se siente frustrado o enojado pero logra controlar sus emociones, puede sentirse más justificado para actuar agresivamente más tarde. O, en el caso de los animales, el autocontrol exitoso puede aumentar la competencia por los recursos, lo que a su vez puede aumentar la agresión.
El estudio encontró que las personas más agresivas no tienen personalidades caracterizadas por una pobre autodisciplina y que los programas de entrenamiento que aumentan el autocontrol no han demostrado ser efectivos para reducir las tendencias violentas. En cambio, el estudio encontró amplia evidencia de que la agresión puede surgir del autocontrol exitoso.
“Las personas vengativas tienden a exhibir una mayor premeditación en su comportamiento y autocontrol, lo que les permite retrasar la gratificación de la dulce venganza y esperar el momento oportuno para infligir la máxima retribución a quienes creen que los han agraviado”, según Chester, investigador principal del estudio. “Incluso las personas psicópatas, que constituyen la mayoría de las personas que cometen delitos violentos, a menudo exhiben un fuerte desarrollo del autocontrol inhibitorio durante la adolescencia”.
El comportamiento agresivo está relacionado de manera confiable con el aumento, no solo con la disminución, de la actividad en la corteza prefrontal del cerebro, un sustrato biológico del autocontrol descubrió Chester. Los hallazgos dejan en claro que el argumento de que la agresión es principalmente el producto de un autocontrol deficiente es más débil de lo que se pensaba anteriormente.
“Este documento se opone a una narrativa dominante durante décadas en la investigación de la agresión, que es que la violencia comienza cuando se detiene el autocontrol”, explicó Chester. “En cambio, aboga por una visión más equilibrada y matizada en la que el autocontrol puede limitar y facilitar la agresión, según la persona y la situación”.
Esto no significa que el autocontrol no sea importante para prevenir la agresión. De hecho, el estudio encontró que el autocontrol puede ser efectivo para prevenir la agresión en ciertos contextos, como en situaciones sociales donde la agresión puede ser vista como inapropiada o peligrosa.
Sin embargo, el estudio sugiere que necesitamos una comprensión más matizada de la relación entre la agresión y el autocontrol, y que los tratamientos que se centran exclusivamente en el aumento del autocontrol pueden no ser efectivos para reducir la agresión en todos los casos.
¿qué significa esto para el futuro de la investigación en psicología? En primer lugar, sugiere que necesitamos una comprensión más profunda y matizada de la agresión y el autocontrol, y que debemos estar abiertos a nuevas teorías y enfoques. En segundo lugar, sugiere que los tratamientos para la agresión deben ser adaptados para tener en cuenta la complejidad de esta relación.
Chester y su equipo planean continuar explorando preguntas sobre la agresión y el autocontrol según los hallazgos del estudio.
“Nuestra investigación en el futuro ahora está guiada por este nuevo cambio de paradigma en el pensamiento: que la agresión es a menudo el producto de procesos mentales sofisticados y complejos y no solo de impulsos desinhibidos”
Puntos clave de la investigación:
- La agresión no surge necesariamente de un autocontrol deficiente. En cambio, puede ser un acto de retribución calculado, que requiere autodisciplina para llevarlo a cabo de manera efectiva.
- La evidencia sugiere que los programas de entrenamiento en autocontrol no necesariamente reducen las tendencias violentas.
- Las investigaciones indican que la corteza prefrontal del cerebro, un centro de autocontrol muestra una mayor actividad durante la agresión, desacreditando aún más la asociación entre el autocontrol deficiente y la agresión.
David Chester es profesor asociado de psicología social en el Departamento de Psicología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Virginia Commonwealth. Chester ha llevado a cabo investigaciones en el campo de la psicología social, centrándose en temas como la agresión, la venganza y la autoestima. En este estudio utilizó metaanálisis para resumir la evidencia de docenas de estudios existentes en psicología y neurología.
Fuentes y recursos de información
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Chester, D. (2023). Aggression as successful self-control. Social and Personality Psychology Compass. doi.org/10.1111/spc3.12832
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