La muerte es un tema que generalmente queremos evitar, plantear las formas, causas y “misterios” que le rodean nos llena de miedo e incertidumbre, a pesar de que es un hecho innegable que ningún ser vivo puede eludir, tratamos de dejarlo a un lado y hacer como si no existiese tal suceso, como si jamás fuésemos a “enfrentarnos a ella”, los noticieros nos bombardean incansablemente de muerte y aun así le hemos convertido en un concepto “tabú” del que pocos quieren hablar.
Incluso en los consultorios psicológicos y generalmente en todo su que hacer profesional, el tema es tomado con pinzas o con censura, como si fuese algo de lo que no se pudiese hablar, como si el “trauma” estuviera a la vuelta de la esquina esperando para abordar a todo aquel con el que se discuta sobre ello, asistimos como profesionales a procesos de duelo, enfrentamos trastornos depresivos crónicos por fallecimientos, acudimos cuando la ansiedad supera la capacidad de control emocional de un individuo al perder un ser querido y continuamos con ese discurso esperanzador, con esa actitud positiva Mainstream que poco o nada aporta a la discusión del tema y a las formas de abordarlo en el día a día.
Es el momento para que los profesionales en psicología nos detengamos y planteemos la muerte como un eje central en nuestro discurso académico y laboral, la muerte debe ser hablada, entendida y enfrentada, no como un tópico alarmante y escandaloso, incluso morboso para muchos, sino como un elemento más de la naturalidad humana, a fin de cuentas, en los miles de diferencias que tenemos como seres humanos, la muerte puede ser la única que nos convoca a todos y que como ejemplificaré a continuación, es un tema que nos compete de infinitas maneras día a día.
Ansiedad frente a la muerte en la adolescencia
Camila tiene 16 años y ha asistido al centro de salud mental porque no puede conciliar el sueño adecuadamente desde hace ya dos semanas, luego de analizados algunos comportamientos y el discurso de Camila se llegó a la conclusión de que presenta altos niveles de ansiedad ¿la razón? Ha tenido un sueño donde experimenta su propia muerte y a partir de aquel suceso no deja de pensar en como será su final.
Podríamos imaginar que las personas de avanzada edad, a causa del ciclo de vida natural, son las que constantemente se preguntan y reflexionan al respecto de su final y el de quienes les rodean, pero las investigaciones psicológicas y filosóficas llevadas a cabo por personalidades como Miller (1991) Kastembaum (1986) y Jackson (1974) empiezan a dar nuevos rumbos frente a ello, tratando de dar respuestas a las incógnitas que la muerte ha generado en la humanidad.
Un estudio…
Antonio López Castedo y su equipo de investigación en la Universidad de Vigo, España, se dieron a la tarea de resolver algunas de estas incógnitas aplicando una escala de ansiedad frente a la muerte “DAS, Death Anxiety Scale”.(Templer, 1950) en 505 adolescentes entre los 16 y 19 años, pesar de presuponer que dicha ansiedad frente al final de la vida es propia e incluso única de “los más viejos” y que los adolescentes omiten cualquier tipo de apreciación frente a la muerte, la investigación llevada a cabo por Castedo y su equipo encontró que a la edad de 16 años se percibía mayor ansiedad frente a la muerte y que está tendía disminuir frente a los 17, 18 y 19 años respectivamente.
“En la adolescencia se forman las actitudes frente a la muerte” (Jackson, 1974).
-Para los padres de Camila fue bastante sorprendente el saber que su hija a tan corta edad podía enfermar con un tema que en la opinión general es distante para los jóvenes, pero que en realidad permea su día a día, la muerte no tiene edad y el hablar de ella tampoco debería tenerlo, no s el que se habla, es el cómo.
Cuando el consultante desea su muerte
Daniel es un individuo de 34 años, goza de excelente salud física, participa activamente de múltiples escenarios; trabaja como auxiliar de administración en una reconocida empresa, un buen nivel económico, pertenece a una obra teatral semanal, practica el judo, tiene una novia hace más de 3 años y visita constantemente a sus familiares cercanos y no tan cercanos, a ojos de cualquier persona es un hombre completamente feliz y amante de la vida.
Cuando asiste a consulta rápidamente concluye que superadas todas sus metas y alcanzada cierta plenitud de la vida, no quiere participar más de ella, no lo afirma con tristeza ni alguna otra muestra emocional relevante, lo hace con total seriedad y aparente calma ¿hay un trastorno tras todo esto? ¿debe el psicólogo poner la vida sobre la voluntad del individuo?
La gran mayoría de profesionales en psicología se han formado para ver la intencionalidad de la muerte como consecuencia de un trastorno, la preservación de la vida se sobrepone a cualquier ideal, solicitud o voluntad del paciente o consultante, el hecho de ver la intención suicida como un acto de soberanía personal es impensable ¿Qué posición tomamos como profesionales de la salud mental cuando este deseo no está acompañado de ningún otro síntoma que complete un cuadro patológico?
En el ámbito legal en muchos países la complacencia del suicidio por parte de un profesional acarrea serios problemas legales, sin embargo, en otros. se está empezando a llevar a cabo el debate ético entre suicidio patológico y suicidio soberano, se han llegado a propiciar actos suicidas de manera legal y medicamente acompañada en personas sanas o que padecen algunos cuadros que si bien no tendrían la muerte como consecuencia, si disminuyen, en el discurso propio de los individuos, la calidad de lo que para ellos es una verdadera vida.
En conclusión
La muerte es un hecho complejo de abordar, sobre todo cuando se toca el tema de su asimilación y vía de hecho individual y decidida de manera consciente, el suicidio constituye un tema de lucha entre profesionales y pensadores de diferentes áreas. En nuestro caso, la psicología, como una rama del conocimiento que se ve directamente confrontada al hecho del deseo y acto suicida (Echeburúa, 2015).
Los profesionales en psicología debemos empezar a formarnos y prepararnos con suficiencia para abordar la muerte como un suceso natural, para promover la previsión y asimilación de la muerte en los núcleos familiares, en los adolescentes e incluso dar bases de comprensión sobre esta a los niños, sin fabulas ni cuenterias.
Así mismo la investigación en muerte en psicología debe ir direccionada a la resolución del duelo de manera flexible, que permita además la ritualización y profundizando en aquellos términos que se han establecido sobre duración y manifestación del dolor ante la muerte o su proximidad en cuidados paliativos.
Por último, todo psicólogo debe plantearse y preguntarse de manera ética e informada sobre los cambios que los encuadres sobre el suicidio puedan ocurrir en el futuro, Si tomamos a la libertad como objetivo principal de la ética en la voluntad y acción del ser humano (Pieper, 1991) la forma de ver, comprender y estudiar el suicidio para las ciencias en salud mental va a cambiar considerablemente.
Referencias
- Améry, J. Discurso sobre la muerte voluntaria. Valencia: Pre-Textos, 2005.
- Echeburúa, E. (2015). Las múltiples caras del suicidio en la clínica psicológica. Terapia psicológica, 33(2), 117-126.
- JACKSON, E. (1974). Diálogo e el seno de la familia. Sociología de la muerte. Madrid: Ed. Sala.
- López Castedo, A., Sueiro Domínguez, E., & López García, M. C. (2004). Ansiedad ante la muerte en la adolescencia. Recuperado de https://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/6996/RGP_1115.pdf?sequence=1&isAllowed=y 28 de enero de 2021.
- Pieper, A. (1991). Objetivos y límites de la ética. En A. Pieper, Ética y moral. Una introducción a la filosofía práctica. Barcelona: Crítica.