Te has peguntado alguna vez ¿cómo dos personas con la misma edad parecen tan diferentes? Mientras que algunos parecen más jóvenes, otros parecen tener muchos más años de los que en realidad tienen.
Por ejemplo, Jorge es un ingeniero de 53 años que se siente pletórico, hace deporte tres veces por semana y su pasión es leer libros de novela policiaca. No parece la edad que tiene, aparenta 45 años, y aunque sus canas reflejan algunos más, su actitud y energía son inagotables.
Por el contrario, Jesús, abogado, tiene 53 años, la misma edad de Jorge, sin embargo, no hace deporte desde quién sabe cuando. Continuamente busca asiento, ya que no puede estar mucho tiempo de pie sin soltar alguna queja sobre sus rodillas y su actitud es la de quedarse en casa después de trabajar, además tiene hipertensión y colesterol.
Sin lugar a dudas, Jesús podría estar envejeciendo de forma prematura. Estos personajes son ficticios, pero el suceso no deja de ser tan cierto como la vida misma.
Relación entre envejecimiento y enfermedad.
Es cierto que en las últimas décadas y gracias a los adelantos científicos que estamos viviendo la esperanza de vida es mucho mayor. Hoy día según el INE (Instituto Nacional de Estadística) la esperanza de vida en España se sitúa en 80.7 años para los hombres y 86.3 años para las mujeres. Por otro lado, la esperanza de vida manteniendo una buena salud se sitúa en torno a 68 años para ambos sexos.
Esta última forma de conceptuar el envejecimiento representa cuanto tiempo vamos a vivir a plena salud, es decir, sin enfermedades causadas por el envejecimiento, independientemente de cuando vayamos a morir.
Jorge, podría vivir 82 años, pero libre de enfermedades causadas por el envejecimiento hasta los 80 o 81 años. Sin embargo, Jesús con 53 años ya empieza a ofrecer signos de un envejecimiento antes de lo previsto, algo que sin duda, va a reducir sus calidad de vida, y eso que todavía no se consideraría una persona mayor.
¿Qué son los telómeros y que relación tienen con el envejecimiento?
Los telómeros son estructuras de nucleoproteínas que cubren el extremo de cada brazo cromosómico y funcionan para mantener la estabilidad del genoma. Es sabido que su longitud se acorta con cada división celular y que esta pérdida se correlaciona con el envejecimiento (Turner et al., 2019).
Los telómeros se encuentran en todas las células y al nacer cada uno de nosotros tenemos un longitud telomérica específica, pero a lo largo de nuestra vida se acorta debido a factores de replicación final o el estrés oxidativo, también por estilos de vida, como la actividad física, el IMC (índice de masa corporal), consumo de alcohol, el nivel socioeconómico o el estrés, entre otros (Herrmann & Herrmann, 2020).
Cuando se vuelven cortos, pierden sus propiedades y envían a las células a la senescencia (pérdida de la capacidad para replicarse) o a la muerte celular (Yeh & Wang, 2016). Otros estudios también remarcan la hipótesis de que el comportamiento de personas con telómeros más cortos se correlaciona con impulsividad, propensión al riesgo, comida, tabaquismo, alcohol, reactividad al estrés o personalidad neurótica o pesimista (Bateson & Nettle, 2018).
Con los datos aportados ¿Haga lo que haga , los telómeros me definen?
La respuesta a esta pregunta es no. Los telómeros pueden considerarse como un biomarcador para el envejecimiento o determinadas enfermedades derivadas del mismo, pero eso no quiere decir que tengamos que pensar que nuestro futuro está escrito en ellos de forma irreversible.
Es cierto que lo único irreversible es el envejecimiento y la muerte, y que son el único billete que tenemos que pagar por el hecho de nacer. Pero desde el descubrimiento de que los telómeros podrían ser parte del envejecimiento se han realizado esfuerzos en investigación acerca de cuales son los factores que el ser humano puede cambiar, mejorar o controlar de cierta forma en esta carrera por mantenerse “joven” el máximo tiempo posible.
¿Qué factores podemos modular para un envejecimiento saludable?
Como se ha comentado anteriormente, algunos factores entre los que se incluyen la alimentación son fácilmente modulables para mantenernos en una forma idónea para un envejecimiento saludable.
Siendo los telómeros un biomarcador que proporciona información relevante sobre el envejecimiento biológico, diversos estudios han investigado si la alimentación es un factor decisivo o no al respecto, entre otros factores.
¿Qué alimentos son buenos para e envejecimiento saludable?
Lee et al. (2015) llevaron a cabo un estudio en el que su objetivo era encontrar la existencia de una asociación en los patrones dietéticos o el consumo de alimentos específicos y la longitud de los telómeros durante un periodo de seguimiento de 10 años.
Estos autores encontraron que la dieta en el pasado remoto, puede afectar el grado de envejecimiento biológico en adultos de mediana edad y mayores. Siendo más específicos, una dieta con un alto consumo de legumbres, frutos secos, algas, frutas y productos lácteos y menos consumo de carnes rojas o procesadas y bebidas carbonatadas se asocian con una longitud de los telómeros más prolongado, es decir, este patrón dietético se asocia positivamente con un menor desgaste telomérico.
Otro estudio que corrobora estos datos es el de Todendi et al. (2020) realizado en Brasil, que encontraron resultados significativos en cuanto a la relación entre dieta y telómeros, aunque esta vez en niños y adolescentes.
Sus resultados establecen que el consumo de alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, prolonga la longitud telomérica. Además, hallaron que los individuos con niveles de glucosa alterados tenían una longitud telomérica más corta que los individuos con niveles de glucosa normales, tanto en niños como en adolescentes.
¿Las bebidas azucaradas son tan malas como las pintan?
Leung et al. (2016) ponen de manifiesto que la reducción de bebidas azucaradas en la dieta diaria de sus participantes (mujeres embarazadas) se asoció con el aumento en la longitud de los telómeros, ya que el consumo de estas bebidas no contribuye a la sensación de saciedad, provocando un consumo excesivo de calorías (Malik et al., 2006), además de aumentar la glucosa en sangre y la insulina, que con el tiempo, puede afectar negativamente a la sensibilidad a la insulina, el estrés oxidativo y la inflamación sistémica, asociadas todas ellas con el acortamiento telomérico (Stanhope, 2016).
El pan blanco, básico en nuestra dieta ¿Es bueno?
García-Calzón et al. (2015) realizaron un estudio en España en el que en sus conclusiones reflejaban que la extensión de los telómeros se asocia con una mayor capacidad antioxidante total de la dieta y un menor consumo de pan blanco en población infantil y adolescente. Este último dato es de vital importancia, ya que el pan blanco es un alimento al que se recurre con gran asiduidad en la dieta, tanto infantil como adolescente y en personas mayores.
A modo de conclusión.
En este artículo se han presentado investigaciones recientes en relación a un envejecimiento saludable. Hasta hoy no se ha encontrado ninguna fórmula que nos evite envejecer o morir, pero lo que si está en nuestras manos es la adopción de conductas, sobre todo alimenticias, para mejorar la forma en la que envejecemos.
En este sentido, la modulación de los factores de riesgo del estilo de vida y la adopción de patrones dietéticos saludables siguen siendo herramientas importantes para retrasar el proceso de envejecimiento, disminuir las comorbilidades y la mortalidad asociadas a la edad, aumentar la esperanza de vida y, en consecuencia, prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares asociadas a la edad (Corina et al., 2019).
Referencias
- Bateson, M., & Nettle, D. (2018). Why are there associations between telomere length and behaviour? Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 373(1741). https://doi.org/10.1098/rstb.2016.0438
- Corina, A., Abrudan, M. B., Nikolic, D., Cӑtoi, A. F., Chianetta, R., Castellino, G., Citarrella, R., Stoian, A. P., Pérez-Martínez, P., & Rizzo, M. (2019). Effects of Aging and Diet on Cardioprotection and Cardiometabolic Risk Markers. Current Pharmaceutical Design, 25(35), 3704–3714. https://doi.org/10.2174/1381612825666191105111232
- García-Calzón, S., Moleres, A., Martínez-González, M. A., Martínez, J. A., Zalba, G., Marti, A., & GENOI members. (2015). Dietary total antioxidant capacity is associated with leukocyte telomere length in a children and adolescent population. Clinical Nutrition (Edinburgh, Scotland), 34(4), 694–699. https://doi.org/10.1016/j.clnu.2014.07.015
- Herrmann, W., & Herrmann, M. (2020). The Importance of Telomere Shortening for Atherosclerosis and Mortality. Journal of Cardiovascular Development and Disease, 7(3). https://doi.org/10.3390/jcdd7030029
- Lee, J.-Y., Jun, N.-R., Yoon, D., Shin, C., & Baik, I. (2015). Association between dietary patterns in the remote past and telomere length. European Journal of Clinical Nutrition, 69(9), 1048–1052. https://doi.org/10.1038/ejcn.2015.58
- Leung, C. W., Laraia, B. A., Coleman-Phox, K., Bush, N. R., Lin, J., Blackburn, E. H., Adler, N. E., & Epel, E. S. (2016). Sugary beverage and food consumption, and leukocyte telomere length maintenance in pregnant women. European Journal of Clinical Nutrition, 70(9), 1086–1088. https://doi.org/10.1038/ejcn.2016.93
- Malik, V. S., Schulze, M. B., & Hu, F. B. (2006). Intake of sugar-sweetened beverages and weight gain: A systematic review. The American Journal of Clinical Nutrition, 84(2), 274–288. https://doi.org/10.1093/ajcn/84.1.274
- Stanhope, K. L. (2016). Sugar consumption, metabolic disease and obesity: The state of the controversy. Critical Reviews in Clinical Laboratory Sciences, 53(1), 52–67. https://doi.org/10.3109/10408363.2015.1084990
- Todendi, P. F., Martínez, J. A., Reuter, C. P., Matos, W. L., Franke, S. I. R., Razquin, C., Milagro, F. I., Kahl, V. F. S., Fiegenbaum, M., & Valim, A. R. de M. (2020). Biochemical profile, eating habits, and telomere length among Brazilian children and adolescents. Nutrition (Burbank, Los Angeles County, Calif.), 71, 110645. https://doi.org/10.1016/j.nut.2019.110645
- Turner, K. J., Vasu, V., & Griffin, D. K. (2019). Telomere Biology and Human Phenotype. Cells, 8(1). https://doi.org/10.3390/cells8010073
- Yeh, J.-K., & Wang, C.-Y. (2016). Telomeres and Telomerase in Cardiovascular Diseases. Genes, 7(9), 58. https://doi.org/10.3390/genes7090058