¿Sabías que el vínculo afectivo que establecemos desde pequeños con nuestras figuras de apego puede influir en nuestra forma de relacionarnos con los demás durante toda nuestra vida?
La teoría del apego, desarrollada por Ainsworth y Bowlby, nos ayuda a entender cómo se establecen los vínculos emocionales profundos y duraderos entre dos personas y cómo esto puede afectar nuestro desarrollo emocional futuro.
Si estás interesado en conocer más sobre este tema y descubrir cómo el apego puede impactar tus relaciones interpersonales, ¡continúa leyendo este artículo!
En este artículo encontrarás:
¿Qué es la teoría del apego?
El término "apego" hace referencia a un vínculo emocional que une a dos personas, y no requiere que sea mutuo, lo que significa que una persona puede tener apego hacia alguien que no siente lo mismo.
En los niños, el apego se manifiesta en la conducta de buscar cercanía y protección de una figura paterna en momentos de incertidumbre o peligro. En el caso de los adultos, el comportamiento de apego implica responder de manera adecuada y sensible a las necesidades de los niños.
Este comportamiento parece ser común a todas las culturas. La teoría del apego explica cómo se establece la relación entre padres e hijos y cómo esto influye en el desarrollo futuro.
Desarrollo de la teoría del apego
La teoría del apego en psicología se origina con el trabajo fundamental de John Bowlby. En la década de 1930, en ese entonces John Bowlby trabajaba como psiquiatra en una Clínica de Orientación Infantil en Londres, donde tuvo la oportunidad de tratar a muchos niños con trastornos emocionales.
Esta experiencia llevó a Bowlby a considerar la importancia de la relación entre el niño con su madre en términos de su desarrollo social, emocional y cognitivo.
Específicamente, moldeó su creencia sobre la relación entre las experiencias de separación temprana de bebés de su madre y el posterior desajuste que estos experimentaban, lo cual llevó a Bowlby a formular su teoría del apego.
John Bowlby, quien trabajaba junto con James Robertson observó que los bebés experimentaron una angustia intensa cuando eran separados de sus madres. Incluso cuando estos niños eran alimentados por otros cuidadores, su ansiedad no disminuía.
Estos hallazgos contradecían la teoría conductual dominante sobre el apego, la cual demostró que subestimaba el vínculo del niño con su madre. La teoría conductual del apego vigente en aquella época establecía que el niño se apegaba a la madre debido a que ella era quien alimentaba al bebé (Dollard y Miller, 1950).
Bowlby definió el apego como una «conexión psicológica duradera entre seres humanos».
Bowlby propuso que el apego se puede entender dentro de un contexto evolutivo en el cual el cuidador proporciona seguridad y protección para el bebé, por tano el apego es adaptativo ya que aumenta las posibilidades de supervivencia de los bebés.
Esto se ilustra en el trabajo de Lorenz (1935) y Harlow (1958). De acuerdo con Bowlby, los bebés tienen una necesidad universal de buscar proximidad con su cuidador cuando están bajo estrés o amenazados.
La mayoría de los investigadores creen que el apego se desarrolla a través de una serie de etapas.
Etapas del desarrollo del Apego
Schaffer y Emerson (1964) estudiaron a 60 bebés en intervalos mensuales durante sus primeros 18 meses de vida, en lo que se conoce como estudio longitudinal. Todos los niños fueron estudiados en su propio hogar, y se identificó un patrón regular en el desarrollo del apego.
Los bebés fueron visitados mensualmente durante aproximadamente un año, se observaron sus interacciones con sus cuidadores y se entrevistó a los cuidadores. La madre guardó un diario para examinar la evidencia del desarrollo del apego. Se registraron tres medidas:
- Ansiedad ante extraños: como respuesta ante la llegada de un desconocido para el niño.
- Ansiedad de separación: nivel de angustia que el niño experimenta cuando es separado de su cuidador y el grado de comodidad cuando este regresa.
- Referencias sociales: se refiere al grado en el cual un niño mira a su cuidador para determinar cómo se debe responder a una nueva situación (marco seguro).
Además, estos autores descubrieron que el apego en los bebés se desarrolla en la siguiente secuencia:
Apego asocial (0 a 6 semanas)
Los bebés en sus primeras semanas de vida son básicamente asociales, en el sentido que diversos tipos de estímulos, tanto sociales como no sociales, producen una reacción favorable, como una sonrisa.
Apego indiscriminado (6 semanas a 7 meses)
Los bebés disfrutan indiscriminadamente de la compañía humana, y la mayoría de los bebés responden por igual ante cualquier cuidador. Se enojan cuando un individuo deja de interactuar con ellos.
Sin embargo, a partir de los 3 meses, los bebés sonríen con más frecuencia con las caras que les son familiares y suelen sentirse cómodos con un cuidador habitual.
Apego específico (7 a 9 meses)
Se presenta cuando existe una especial preferencia por una sola figura de fijación. El bebé busca personas particulares para su seguridad, comodidad y protección. Muestra temor ante extraños e incomodidad cuando se les separa de una persona especial (ansiedad de separación).
Algunos bebés muestran miedo ante los extraños y ansiedad de separación con mucha más frecuencia e intensidad que otros, sin embargo, se los considera evidencia de que el bebé se ha apegado. Esto por lo general se desarrolla a partir del primer año de vida.
Apego múltiple (10 meses en adelante)
Los bebés se tornan cada vez más independientes son capaces de crear múltiples apegos. A los 18 meses de edad, la mayoría de los bebés son capaces de sostener apego con más de una figura cercana.
Los resultados del estudio de Schaffer y Emerson indicaron que los apegos se formaron con aquellas personas que respondieron con precisión a las señales del bebé, no necesariamente con aquella persona con la que pasaron más tiempo. Es lo que denominaron respuesta sensible.
aquellos bebés con apegos fuertes tenían madres que respondían rápidamente a sus demandas e interactuaban con sus hijos. Por otra parte, los bebés que tenían un apego débil poseían madres que interactuaban poco con ellos.
Muchos de los bebés del estudio desarrollaron apegos desde los diez meses de edad, que incluían a figuras de apego diferentes a sus madres, tales como padres, abuelos, hermanos e inclusive vecinos.
Sin embargo, la madre fue la principal figura de apego para aproximadamente la mitad de los niños a los 18 meses y el padre para la mayoría de los demás.
Uno de los factores más importante en la formación del apego no se refiere a quién alimenta y cambia al niño, sino quién juega y se comunica con él o ella. Por lo tanto, la capacidad de respuesta parece ser la clave del apego.
Teorías sobre el apego
Se han propuesto dos teorías principales las cuales representan las corrientes más importantes, que explican cómo se forma el apego.
Teoría del aprendizaje conductista del apego
Representada por Dollard y Miller, sugiere que el apego es un conjunto de conductas aprendidas. La base para el aprendizaje del apego es la provisión de alimentos. Un bebé inicialmente formará un apego con aquella persona que lo alimenta.
Los bebés aprenden por tanto a asociar al alimentador, generalmente la madre, con la comodidad de ser nutridos a través del proceso de condicionamiento clásico, por tanto, llegan a encontrar el contacto con la madre que los conforta.
También encuentran que ciertos comportamientos, por ejemplo, llorar, sonreír, brindan respuestas deseables de los demás, tales como, atención, comodidad y, a través del condicionamiento operante aprenden a repetir dichos comportamientos para obtener aquello que desean.
Teoría evolutiva del apego
Representada por autores como Bowlby, Harlow y Lorenz sugiere que los niños vienen al mundo biológicamente preprogramados para formar vínculos con los demás, porque esto les ayudará a sobrevivir.
El bebé crea conductas innatas de «facilitación social», tales como el llanto y la sonrisa que estimulan las respuestas innatas de cuidado de los adultos. El factor determinante del apego no es el alimento, sino el cuidado y la capacidad de respuesta.
Bowlby sugirió que un niño inicialmente solo formaría un apego primario (monotropía), además la figura apego actúa como una base segura que permite al niño explorar el mundo. La relación de apego actúa como un prototipo para todas las demás relaciones sociales futuras, por lo que su interrupción puede tener graves consecuencias.
Esta teoría también sugiere que existe un período crítico para desarrollar el apego, el cual se ubica alrededor de 0 meses a 5 años de edad.
Si el apego no se ha desarrollado durante este período, entonces el niño sufrirá consecuencias en su desarrollo las cuales serán irreversibles, tales como inteligencia reducida y aumento de la agresividad.
Teoría de la impronta de Konrand Lorenz
Lorenz (1935) realizó un curioso experimento, tomó un nido con huevos de ganso y los mantuvo hasta que estaban a punto de eclosionar. Luego la mitad de los huevos fueron dejados bajo el cuidado de una madre ganso, mientras que Lorenz mantuvo la otra mitad para sí mismo durante varias horas.
Cuando los gansos nacieron, Lorenz imitó el sonido de graznido de la madre ganso, por lo cual los jóvenes pájaros lo consideraron como si fuese su madre y por consecuencia lo siguieron. El otro grupo siguió igual comportamiento con la madre ganso.
Lorenz descubrió que los gansos siguen el primer objeto en movimiento que ven, durante un período crítico de 12-17 horas después de la eclosión. Este proceso se conoce como impronta, y sugiere que el apego es innato y está programado genéticamente.
La impronta tiene efectos permanentes, tanto para la supervivencia a corto plazo como para la formación de modelos internos para las relaciones posteriores.
La impronta se produce sin que sea necesario ningún tipo de alimentación. Si no se ha desarrollado ningún apego dentro de las 32 horas, es poco probable que se desarrolle posteriormente.
Para asegurarse de que se hubiera producido la impronta, Lorenz puso todos los pichones juntos debajo una caja volteada y les permitió mezclarse. Cuando se quitó la caja, los dos grupos se separaron para ir con sus respectivas «madres»: una mitad con la mama ganso y la otra con Lorenz.
La impronta no parece darse inmediatamente después de la eclosión, más bien parece existir un período crítico durante el cual puede ocurrir.
Hess demostró que, aunque el proceso de impronta podía ocurrir tan pronto como una hora después de la eclosión, las respuestas más fuertes ocurren entre las 12 y 17 horas después, y que después de 32 horas era poco probable que se produjera la respuesta. Lorenz y Hess creen que una vez que se ha producido la impronta, está ya no se puede revertir.
Factores que influencian la formación de apego
El proceso de formación de apego puede parecer sencillo, pero existen algunos factores que pueden influir en cómo y cuándo se desarrollan los vínculos afectivos, incluyendo:
Oportunidad para formar apego: Los niños que no tienen una figura de cuidado primaria, como aquellos criados en orfanatos, pueden no desarrollar el sentido de confianza necesario para formar un apego.
Cuidado de calidad: Cuando los cuidadores responden de manera rápida y consistente, los niños aprenden que pueden depender de las personas responsables de su cuidado, lo que es la base esencial para la formación de un apego. Este es un factor vital.
Estilos de apego
Existen cuatro patrones de apego, incluyendo:
- Apego ambivalente: Estos niños se ponen muy angustiados cuando un padre se va. El estilo de apego ambivalente se considera poco común. Como resultado de una disponibilidad parental deficiente, estos niños no pueden depender de su cuidador primario para estar allí cuando los necesiten.
- Apego evitativo: Los niños con un apego evitativo tienden a evitar a los padres o cuidadores, sin mostrar preferencia entre un cuidador y un completo desconocido. Este estilo de apego podría ser resultado de cuidadores abusivos o negligentes. Los niños que son castigados por depender de un cuidador aprenderán a evitar buscar ayuda en el futuro.
- Apego desorganizado: Estos niños muestran una mezcla confusa de comportamiento, pareciendo desorientados, aturdidos o confundidos. Pueden evitar o resistirse al padre. La falta de un patrón claro de apego probablemente está relacionada con un comportamiento inconsistente del cuidador. En estos casos, los padres pueden servir como fuente de confort y temor, lo que lleva a un comportamiento desorganizado.
- Apego seguro: Los niños que pueden depender de sus cuidadores muestran angustia cuando se separan y alegría cuando se reúnen. Aunque el niño puede estar molesto, sienten la seguridad de que el cuidador regresará. Cuando están asustados, los niños con un apego seguro se sienten cómodos buscando la tranquilidad de sus cuidadores. Este es el estilo de apego más común.
El Impacto Duradero del Apego Temprano
Los niños que están seguramente apegados en su infancia tienden a desarrollar una autoestima más fuerte y una mayor autonomía a medida que crecen. Estos niños también tienden a ser más independientes, rendir mejor en la escuela, tener relaciones sociales exitosas y experimentar menos depresión y ansiedad. La investigación sugiere que la incapacidad de formar apego seguro temprano en la vida puede tener un impacto negativo en el comportamiento durante la niñez posterior y a lo largo de la vida (Young, 2019).
En muchos casos, los niños diagnosticados con trastorno oposicionista desafiante (TOD), trastorno de conducta (TC) o trastorno de estrés postraumático (TEPT) muestran problemas de apego, posiblemente debido a abuso, negligencia o trauma temprano. Además, se cree que los niños adoptados después de los 6 meses de edad tienen un mayor riesgo de problemas de apego.
Trastornos del Apego
En algunos casos, los niños pueden desarrollar trastornos del apego. Hay dos trastornos del apego que pueden ocurrir: el trastorno reactivo del apego (TRA) y el trastorno de compromiso social desinhibido (TCSD).
El trastorno reactivo del apego ocurre cuando los niños no forman vínculos saludables con sus cuidadores. Esto suele ser el resultado de la negligencia o el abuso en la infancia y conduce a problemas con la gestión emocional y patrones de retraimiento de los cuidadores.
El trastorno de compromiso social desinhibido afecta la capacidad del niño para formar vínculos con otros y a menudo se produce a raíz de traumas, abandono, abuso o negligencia. Se caracteriza por una falta de inhibición en torno a los extraños, lo que a menudo lleva a comportamientos excesivamente familiares con personas que no conocen y una falta de límites sociales.
Apego en la Edad Adulta
Aunque los estilos de apego mostrados en la edad adulta no son necesariamente los mismos que los observados en la infancia, los apegos tempranos pueden tener un impacto grave en las relaciones posteriores. Los adultos que estuvieron seguramente apegados en la infancia tienden a tener una buena autoestima, relaciones románticas sólidas y la capacidad de confiar en los demás.
Referencias
- Dollard, J. & Miller, N.E. (1950). Personality and psychotherapy.
- Harlow HF. (1958). The nature of love. American Psychologist. 13(12):673-685. doi:10.1037/h0047884
- Lorenz, K. (1935). The companion in the bird's environment. Der Artgenosse als auslösendes Moment. sozialer Verhaltensweisen. Journal für Ornithologie, 83, 137–215, 289–413.
- Mcleod, S. (2022). Attachment Theory: Bowlby And Ainsworth’s Theory Explained. Simply Psychology. Disponible en: https://simplypsychology.org/attachment.html
- Schaffer, H. R., & Emerson, P. E. (1964). The development of social attachments in infancy. Monographs of the Society for Research in Child Development, 1-77.
- Young ES, et al. (2019). Childhood attachment and adult personality: A life history perspective. Self and Identity. 18:1:22-38. doi:10.1080/15298868.2017.1353540