Un nuevo estudio revela que el trauma emocional durante la infancia incrementa la evitación y el malestar social en adolescentes. No obstante, la resiliencia puede ayudar a mitigar estos efectos.
Investigadores encuestaron a 577 estudiantes de secundaria básica, y hallaron que la resiliencia actúa como un amortiguador, permitiendo a los adolescentes traumatizados interactuar de manera más positiva con sus compañeros. En otras palabras, una mayor resiliencia permite a los jóvenes afrontar mejor los desafíos sociales derivados de traumas pasados.
El impacto de la ausencia parental
Sin embargo, los adolescentes que crecieron como niños “abandonados” (es decir, con padres ausentes debido al trabajo) mostraron efectos protectores más débiles derivados de la resiliencia. Este hallazgo subraya la necesidad de ofrecer apoyo específico a grupos vulnerables para fomentar un desarrollo social saludable.
La adolescencia es una etapa de intenso desarrollo social, donde la comunicación, la conexión y la comprensión moldean tanto la salud mental como la física. No obstante, para algunos jóvenes, el trauma emocional infantil proyecta una larga sombra, haciendo que las interacciones sociales estén cargadas de evitación y angustia.
Trauma, resiliencia y adaptación social
Una investigación liderada por Zhang y colaboradores arrojó luz sobre cómo la resiliencia psicológica puede amortiguar estos efectos, y cómo ciertas experiencias vitales pueden cambiar esa dinámica.
Zhang y su equipo exploraron cómo el trauma emocional temprano influye en el comportamiento social y el bienestar de los jóvenes. Los resultados revelaron que los estudiantes que experimentaron niveles más altos de trauma emocional durante la infancia eran más propensos a evitar las interacciones sociales y a sentir angustia en situaciones sociales. Este resultado enfatiza la importancia del trauma temprano en el desarrollo social posterior.
Resiliencia disminuida en los niños de padres ausentes
El estudio también reveló un factor moderador importante: ser un niño “abandonado”, es decir, tener padres que trabajan lejos de casa durante periodos prolongados. Para estos estudiantes, la resiliencia fue menos efectiva para mitigar el impacto del trauma en el malestar social. En esencia, la separación familiar parece socavar algunos de los beneficios protectores de la resiliencia.
La investigación proporciona información tanto teórica como práctica, subrayando la compleja interacción entre el trauma temprano, la resiliencia y el desarrollo social. Para educadores, padres y profesionales de la salud mental, esto señala la importancia de fomentar la resiliencia en todos los adolescentes, pero también de prestar especial atención a los estudiantes “abandonados”, quienes pueden necesitar apoyo adicional.
Los autores señalan que investigaciones futuras deberían profundizar en estas dinámicas y probar intervenciones para fortalecer tanto la resiliencia como la confianza social. Zhang y colaboradores resaltan la necesidad de seguir explorando estos factores y sus interrelaciones.
Este trabajo nos recuerda que, si bien el trauma infantil puede afectar profundamente el desarrollo adolescente, los esfuerzos dirigidos a fomentar la resiliencia y abordar los desafíos únicos de los grupos vulnerables pueden ayudar a los jóvenes a encontrar su lugar en el mundo social y a prosperar. La intervención temprana y el apoyo específico son cruciales para este proceso.
Fuentes y recursos de información
Zhang, D., Gao, N., Liu, X., & Wang, Y. (2025). Childhood emotional trauma and social avoidance and distress in adolescents: psychological resilience as mediator and left-behind experience as moderator. Frontiers in Psychology, 16. DOI: 10.3389/fpsyg.2025.1578809









