El gran desarrollo actual de las Neurociencias puede explicarse por el creciente número de pacientes que sufren de enfermedades y accidentes del sistema nervioso como el Alzheimer, Parkinson, demencias o trastornos psiquiátricos como la depresión o la esquizofrenia, llevando a las autoridades sanitarias a incrementar los medios dedicados tanto a la investigación como a la atención sanitaria (Collins et al., 2011).
La Neurociencia contribuye a nuestro conocimiento de los trastornos psiquiátricos. Nos ayuda a entender los trastornos cerebrales y a idear estrategias de tratamiento.
Además, los enfoques clínicos y de laboratorio se complementan, permitiendo que las investigaciones básicas y la práctica clínica tengan una influencia recíproca.
Las investigaciones en el campo de las Neurociencias permiten aportar un mayor número de conceptos y técnicas que los profesionales de la salud pueden utilizar para comprender y ayudar a personas que sufren de trastornos psicológicos.
A la vez, el hecho de efectuar observaciones clínicas y tratamientos psicoterapéuticos específicos y adaptados a estos pacientes suministra datos y estimula el desarrollo de teorías sobre mecanismos cerebrales.
Este intercambio es mutuamente beneficioso y además permite que puedan ser estos resultados aplicables a otros perfiles y a otros grupos de pacientes con otro tipo de trastornos (Rosenzweig et al., 2005).
Por ejemplo, sabemos como el cerebro instaura un trauma y como puede procesarlo. Es decir, cómo el cerebro trata de autocurarse.
Esto nos permite generar un cuerpo de nuevas técnicas y metodologías que se pueden emplear en situaciones de traumas, fobias, trastornos de ansiedad, trastornos alimentarios, trastornos sexuales, estados de tristeza o duelos, por poner algunos ejemplos.
Este conjunto de nuevas terapias reciben varios nombres, aunque se las conocen principalmente como terapias neurocientíficas o de reprocesamiento.
Algunas de las principales serían: el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), el Coaching Wingwave y las TIC (Técnicas de Integración Cerebral).
La primera de ellas es el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares), de la mano de Francine Shapiro en su descubrimiento a finales de los años 80.
La psicóloga americana trabajó emulando el movimiento ocular de la Fase REM. Haciendo que el paciente siguiera con la mirada los sets o movimientos horizontales que producía el terapeuta con los dedos, podía obtener los mismos efectos reparadores que durante el sueño profundo o fase REM.
Al dormir movemos los ojos a gran velocidad; este mecanismo natural permite reprocesar las experiencias vividas y además reducir o eliminar el estrés. Con estos movimientos permitimos que se reduzca los niveles de estrés en la amígdala.
Más adelante, en el año 2001 surgió el Coaching Wingwave, de la mano de Cora Besser y de su marido Harry Siegmund. Esta terapia es una evolución de la anterior y combina los movimientos oculares o aleteos (en los tres niveles, arriba, en medio y abajo), además de un test Bi-Digital o test de O-Ring, del Dr. Yoshiaki Omura, que permite medir la respuesta al estrés, y además del Rapport (creando sintonía con el cliente) y del Feedback (para poder tener una comunicación fluida y en conexión constante con el cliente).
El Coaching Wingwave nos permite llegar a la raíz del trauma o del bloqueo, además de trabajar con objetivos o metas futuras. Los movimientos oculares en las tres posiciones permiten también reducir los niveles de estrés en la amígdala.
En el mismo período surgieron las TIC, las Terapias de Integración Cerebral, con el Dr. Pablo Solvey y la Dra. Raquel Ferrazzano de Solvey, que sostienen que cuando sufrimos de estrés o de cualquier otra clase de dificultad, nuestros hemisferios se desincronizan.
El trabajo que hacemos a través de la Técnica de los Anteojos Hemisféricos y la Técnica de Un Ojo por Vez, es estimular alternativamente el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho para que se vuelvan a sincronizar, logrando así un reprocesamiento de la experiencia.
También sus estudios prueban que cada hemisferio percibe la experiencia de una manera particular, y que cuando los dos se integran es cuando podemos superar ese conflicto o esa perturbación. Con la sincronización hemisférica se facilita el cambio de los estadios de onda cerebral, reduciendo los niveles de perturbación.
Todas estas terapias representan nuevos retos para los psicólogos y los terapeutas de la salud. No siempre es fácil adaptarnos a los nuevos descubrimientos y avances.
A medida que vayamos descubriendo más datos sobre nuestro cerebro también mejorarán las metodologías para trabajar con los pacientes.
Bibliografía:
Besser-Siegmund, C. & Siegmund, H. (2010). Coaching Wingwave. PNL, Feedback Muscular y Reprocesamiento Cerebral. Barcelona: Rigden Institut Gestalt.
Collins, Y.P., Patel, V., Joestl, S.S., March, D., Insel, R.T. & et al. (2011). Grand challenges in global mental health. Nature 475, 27-30. doi:10.1038/475027ª
Rosenzweig, M.R., Breedlove, S. M., Watson, V.N. (2005). Psicobiología: una introducción a la neurociencia conductual, cognitiva y clínica. Barcelona: Ariel.
Shapiro, F. (2004). EMDR: Desensibilización y reprocesamiento por medio de movimiento ocular. México, D.F.: Pax México.
Solvey, P & Ferrazzano de Solvey, C, R. (2008). Terapias de Avanzada. Volumen 1. Buenos Aires: TdeA Ediciones.