Nuestro cerebro responde de manera diferente ante la música que consideramos hermosa en comparación con la que no. Una investigación de Dai et al (2024), publicada en Psychology of Aesthetics Creativity and the Arts, utilizando tecnología de neuroimagen, reveló que la experiencia de belleza musical incrementa la comunicación entre las áreas cerebrales asociadas con la recompensa y el procesamiento visual.
Por el contrario, la música considerada menos atractiva se vincula con mayor actividad en regiones cerebrales responsables del procesamiento sensorial básico. Esto sugiere que apreciar la belleza musical es un proceso complejo que trasciende la simple audición, involucrando funciones cerebrales superiores como el placer y la imaginación.
La apreciación de la belleza musical
Los humanos tenemos una inclinación universal por encontrar belleza en el entorno y disfrutar de esta experiencia. Se cree que esta capacidad está arraigada en nuestra biología y ha influido en la evolución humana. La música, en particular, es una fuente común de belleza, con personas en todo el mundo dedicando gran parte de su tiempo a escucharla.
Si bien juzgar la música como bella o no es un comportamiento humano aparentemente natural, los procesos cerebrales subyacentes a este juicio estético no se comprenden completamente. Investigaciones previas han identificado regiones cerebrales clave que se activan al realizar juicios estéticos, en particular la corteza orbitofrontal, involucrada en la evaluación de recompensas.
Sin embargo, estos estudios se centraron en la actividad en áreas específicas y no exploraron la comunicación entre regiones cerebrales durante la experiencia de la belleza musical. El objetivo de Dai. fue examinar estas conexiones cerebrales dinámicas para comprender qué ocurre en el cerebro cuando decidimos si una pieza musical es hermosa o no. Utilizaron un método novedoso para rastrear los cambios en la conectividad cerebral, esperando revelar más sobre los mecanismos neuronales detrás de nuestras experiencias estéticas con la música.
La exploración de la experiencia musical con resonancia magnética funcional
Para abordar esta interrogante, los investigadores reclutaron a 36 adultos sanos con diversos niveles de formación musical. Durante el estudio, los participantes se recostaron en un escáner cerebral que utiliza resonancia magnética funcional (fMRI). Esta tecnología mide la actividad cerebral detectando cambios en el flujo sanguíneo. Mientras estaban en el escáner, los participantes escucharon la pieza musical “Adiós Nonino” de Astor Piazzolla.
Esta pieza fue seleccionada por su variedad musical y porque estudios anteriores demostraron que las personas suelen tener opiniones consistentes sobre qué partes son hermosas. En una sesión separada, con un grupo diferente de personas, se les pidió que calificaran continuamente la belleza percibida de la misma pieza musical de Piazzolla. Usaron un sensor de movimiento, similar a un control de videojuegos, para indicar en tiempo real si encontraban la música hermosa o no.
Al analizar estas calificaciones, los investigadores pudieron identificar pasajes musicales específicos consistentemente calificados como “hermosos” y otros como “no hermosos.”
Análisis de la conectividad cerebral durante la escucha musical
Tras identificar los segmentos musicales hermosos y no hermosos, los investigadores analizaron los datos de los escáneres cerebrales de los participantes que escucharon la música. Utilizaron una técnica sofisticada llamada Leading Eigenvector Dynamics Analysis para examinar cómo se comunicaban diferentes regiones cerebrales. Este método captura los patrones cambiantes de conectividad cerebral, en lugar de solo observar el promedio durante todo el período de escucha.
El análisis identificó patrones recurrentes de comunicación cerebral, denominados “estados de conectividad funcional”. Luego compararon la frecuencia con la que estos estados ocurrían al escuchar pasajes musicales calificados como hermosos versus los no hermosos. También analizaron la frecuencia con la que el cerebro cambiaba entre estos estados en ambas condiciones. Esto les permitió ver si existían patrones y transiciones específicas asociadas con la experiencia de la belleza musical.
Patrones cerebrales distintos según la belleza musical
Los investigadores identificaron 12 patrones distintos y recurrentes de conectividad cerebral durante la escucha musical. Al comparar la ocurrencia de estos estados durante la escucha de música hermosa versus no hermosa, encontraron diferencias significativas en tres estados. Un estado de conectividad cerebral, que involucraba áreas visuales del cerebro ubicadas en la parte posterior de la cabeza, se observó con mayor frecuencia al escuchar música calificada como hermosa. Estas áreas visuales suelen estar asociadas con el procesamiento de lo que vemos, pero también pueden participar en la imaginación y la visualización mental.
Por el contrario, otros dos estados de conectividad cerebral fueron más frecuentes al escuchar música no hermosa. Uno de estos estados involucró principalmente regiones cerebrales auditivas, específicamente áreas responsables del procesamiento básico del sonido, ubicadas en los lóbulos temporales cerca de los oídos. El otro estado fue más complejo, involucrando no solo áreas auditivas sino también regiones cerebrales relacionadas con el control del movimiento, el procesamiento sensorial y el procesamiento de emociones, como la amígdala, conocida por su papel en el procesamiento de emociones como el miedo.
Transiciones entre estados de conectividad
Además, los investigadores examinaron la frecuencia con la que el cerebro transicionaba entre estos diferentes estados de conectividad. Descubrieron que, durante la escucha de música hermosa, hubo más transiciones frecuentes que involucraron una red que incluía la corteza orbitofrontal (el área de evaluación de recompensas), áreas visuales y regiones relacionadas con el procesamiento de recompensas. Esto sugiere que, cuando experimentamos belleza musical, hay una interacción dinámica y una comunicación rápida entre las regiones cerebrales involucradas en la recompensa, la imaginación visual y la evaluación general.
Por el contrario, durante la escucha de música no hermosa, hubo transiciones más frecuentes que involucraron estados cerebrales relacionados con el procesamiento auditivo y regiones asociadas con respuestas emocionales, como la amígdala y la ínsula. Esto podría indicar que, cuando escuchamos música que no nos parece hermosa, nuestro cerebro se centra más en procesar la información auditiva en sí y en lidiar con respuestas emocionales potencialmente negativas.
Si bien estos hallazgos ofrecen información valiosa sobre las redes cerebrales involucradas en las experiencias musicales estéticas, los investigadores reconocen algunas limitaciones. Este estudio fue exploratorio, utilizando un método relativamente nuevo para analizar la conectividad cerebral, y las diferencias estadísticas observadas no fueron muy sólidas después de corregir por comparaciones múltiples. Esto significa que, si bien los resultados son sugestivos e interesantes, deben interpretarse con cautela y deben confirmarse en estudios futuros.
Investigaciones futuras deberían investigar la solidez de estos hallazgos utilizando grupos más grandes de participantes, diferentes piezas musicales y explorar más a fondo las capacidades de esta técnica de análisis dinámico de la conectividad cerebral. Los investigadores aspiran a desentrañar aún más la interacción compleja y dinámica de las redes cerebrales que contribuyen a nuestras experiencias estéticas ricas y variadas con la música, y cómo estas redes cambian y se comunican mientras escuchamos y juzgamos la belleza de la música.
Fuentes y recursos de información
Dai, R., Toiviainen, P., Vuust, P., Jacobsen, T., & Brattico, E. (2024). Beauty is in the brain networks of the beholder: An exploratory functional magnetic resonance imaging study. Psychology of Aesthetics, Creativity, and the Arts. Advance online publication. https://doi.org/10.1037/aca0000681