Una investigación de Isaac Romkey y colaboradores, publicada en PLOS One, revela que el deseo de moverse al escuchar música, conocido como groove, es una respuesta fisiológica diferenciada, que existe independientemente del disfrute musical.
Los investigadores estudiaron a personas con anhedonia musical –individuos que experimentan poco o ningún placer al escuchar música–, y descubrieron que, a pesar de ello, manifestaban un fuerte impulso de moverse al oír ritmos marcados.
La danza interna de la anhedonia musical
Los participantes evaluaron tanto el placer que les generaba la música como el deseo de moverse que experimentaban.
Los hallazgos sugieren que, para las personas con anhedonia, el movimiento en sí mismo podría generar placer.
Contrario a lo que se pensaba, estos individuos mostraron respuestas de groove normales. Esto apunta a que el movimiento rítmico activa circuitos cerebrales distintos de los que se encargan del disfrute musical.
Algunos detalles clave de la investigación de Romkey:
- El groove –ese impulso placentero de moverse al son de la música– parece ser una reacción fisiológica autónoma, que no depende de cuánto disfrutemos la música en general.
- Esta respuesta es tan potente que se manifiesta incluso en personas con anhedonia musical.
- La investigación de Romkey destaca que los dos componentes del groove –el placer y el impulso de moverse–, aunque suelen estar estrechamente relacionados, podrían ser independientes.
Para comprobar esta hipótesis, Romkey y sus colegas compararon las respuestas de groove a más de 50 fragmentos musicales en personas con y sin anhedonia musical.
Se seleccionó a participantes con anhedonia musical que, sin embargo, disfrutaban de otros placeres, como la comida y el sexo, y que mostraban respuestas de recompensa adecuadas en otros ámbitos.
Además, se aseguró que los participantes no padecieran depresión y que tuvieran intacta la percepción del tono y el ritmo.
Los participantes escucharon fragmentos musicales diseñados para provocar una respuesta de groove, variando en complejidad rítmica. Después de cada pieza, se les pidió que calificaran el placer experimentado y el deseo de moverse.
Romkey explica que, normalmente, se esperaría ver una respuesta en forma de U invertida a la complejidad rítmica. Esto significa que el deseo de moverse es mayor con ritmos moderadamente complejos, en comparación con ritmos muy simples o muy complejos.
Los investigadores esperaban que las personas con anhedonia mostraran menores niveles de placer, pero un deseo de moverse similar al de los demás cuando escuchaban música groovy.
Sin embargo, no encontraron diferencias significativas ni en el placer ni en el impulso de moverse entre los grupos con y sin anhedonia.
Lo más importante es que demostraron que, para las personas con anhedonia, el deseo de moverse parece impulsar su experiencia de placer. Esto sugiere que la sensación de placer atenuada en personas con anhedonia musical se compensa con el impulso de moverse.
Romkey indica que, en el grupo con anhedonia musical, esperaban ver una disminución en esa curva en forma de U, pero no fue así. Esto implica que, para ellos, el placer proviene del impulso de moverse. En general, sugiere que el deseo de moverse puede generar placer por sí mismo.
Conclusiones
Las causas de la anhedonia musical aún no se comprenden del todo, pero Romkey señala que parece ser hereditaria. Además, menciona que el impulso de moverse se ha relacionado con el estriado dorsal –una parte del cerebro vinculada a las funciones motoras–, mientras que el placer se asocia más con el estriado ventral, que regula la recompensa, la motivación y el comportamiento orientado a objetivos.
Romkey concluye que, en futuros estudios, analizarán las diferencias en la conectividad funcional y estructural en el cerebro entre personas con y sin anhedonia, tanto en el estriado dorsal como en el ventral, utilizando técnicas de imagen como la resonancia magnética y la magnetoencefalografía.
Fuentes y recursos de información
Romkey, I., Matthews, T., Foster, N., Dalla Bella, S., & Penhune, V. (2025). The pleasurable urge to move to music is unchanged in people with musical anhedonia. PLOS ONE, 20, (1), e0312030. DOI: 10.1371/journal.pone.0312030