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La psicología de la motivación
La motivación en psicología es definida como el proceso que inicia, guía y mantiene un comportamiento orientado a un objetivo. Es el deseo de actuar al servicio de una meta, es una fuerza crucial necesaria para alcanzar nuestras metas, ya sea tomar un vaso de agua para satisfacer la sed o leer un libro para ampliar nuestros conocimientos.
La motivación es considerada como una fuerza impulsora del comportamiento humano. Es la energía que alimenta el comportamiento y crea conexiones sociales, su ausencia se vincula a enfermedades mentales tales como la depresión.
La motivación implica la pujanza necesaria para continuar esforzándonos por lograr un significado y un propósito en la vida. Implica las fuerzas biológicas, emocionales, sociales y cognitivas que activan el comportamiento.
El termino es comúnmente empleado para describir el comportamiento de una persona que realiza algo, en esencia es la fuerza impulsora detrás de las acciones humanas.
La motivación no solo se refiere a aquellos factores que activan el comportamiento; también involucra los factores que dirigen y mantienen las acciones dirigidas a un objetivo.
¿Qué factores componen la motivación?
Desde la psicología se han propuesto diferentes teorías de la motivación, incluida la teoría de las pulsiones de Freud, la teoría del instinto y la teoría humanista de la jerarquía de necesidades de Maslow, entre otras.
Las fuentes de la motivación
Detrás del impulso de los individuos para participar en cualquier comportamiento esta la motivación. Como tal la motivación puede ser externa, cuando una persona se inspira en fuerzas ajenas a si mismo tales como otras personas o recompensas.
La motivación también puede ser interna, cuando la inspiración proviene de sí mismo: el deseo de mejorar en una determinada actividad, cuando es asi, la motivación tiende a empujar a las personas con más energía y los resultados obtenidos suelen ser más satisfactorios.
En psicología la teoría de la jerarquía de necesidades propuesta por Abraham Maslow es una de las empleadas con más frecuencia para comprender el fenómeno de la motivación.
Según Maslow, los seres humanos poseen una motivación inherente la cual los empuja a mejorarse a sí mismos y avanzar en pos de la expresión de todo su potencial: la autorrealización, la cual se logra al satisfacer progresivamente varios niveles de necesidades.
En la base de las necesidades más fundamentales, se encuentra la alimentación y la seguridad, sobre estas se encuentran las necesidades de orden superior como el amor, pertenencia y la autoestima.
En la cima, Maslow amplió su teoría para incluir la necesidad de autotrascendencia: las personas alcanzan la cima del crecimiento y encuentran el significado más elevado de la vida al prestar atención a las cosas más allá del yo.
Aunque actualmente se cuestiona la universalidad de la teoría de Maslow, muchos creen que captura la verdad fundamental sobre la motivación humana.
Tipos de motivación
La motivación se clasifica según su procedencia en dos tipos diferentes, extrínseca o intrínseca.
La motivación extrínseca es aquella que proviene desde el exterior del individuo y a menudo implica una recompensa como por ejemplo dinero, reconocimiento social o elogios.
La motivación intrínseca es aquella que surge desde el interior del individuo, como la obtención de una satisfacción personal al realizar una actividad como alcanzar una meta personal o resolver un problema específico.
Componentes de la motivación
Cualquiera que alguna vez en su vida se haya propuesto una meta en la vida, como bajar de peso o formarse para ejercer una profesión, sabrá de cuenta propia que el simple deseo de lograr algo no es suficiente.
Para poder conseguir cualquier objetivo se requiere de la capacidad para persistir aun contra la adversidad y poseer la resistencia suficiente para continuar adelante a pesar de las dificultades.
Desde la psicología se diferencian tres subprocesos esenciales en la motivación: activación, persistencia e intensidad.
Activación
Implica la disposición de emprender una acción orientada a un fin, es el inicio del comportamiento motivado, implica dar los primeros pasos para lograr una meta, no importa lo simple o compleja de esta. Un ejemplo es inscribirse a un gimnasio por primera vez para empezar un régimen de ejercicios o tomar la decisión de estudiar cualquier carrera como psicología.
En cualquier caso, la activación implica movernos hacia la consecución de un objetivo especifico y rara vez carece de un fin, busca en el fondo una recompensa emocional, ese sentimiento cálido y difuso del goce de la meta propuesta como rebajar unos kilos de más o graduarse como profesional.
Perseverancia
Es el esfuerzo continuo y fiel dirigido a la materialización de la meta propuesta a pesar de los obstáculos que puedan surgir en el camino. Continuando con el ejemplo anterior, son muchos los que se inscriben en un gimnasio pero pocos lo que logran su meta de rebajar de peso o adquirir un mejor físico, igualmente inscribirse en una carrera no implica graduarse de esta, son muchos los que desfallecen en el camino.
Este subproceso de la motivación es la que más caracteriza a los deportistas de elite o aquellos que logran destacarse de los demás en cualquier actividad. Como tal implica una inversión significativa de tiempo, energía y recursos personales.
Intensidad
Se refiere a la energía enfocada y a la atención aplicada por el individuo en busca de completar todas aquellas actividades o labores que implica la consecución de su objetivo o meta. Es común en los gimnasios los que se matriculan en enero para desertar en marzo, poseen la activación y la intensidad pero carecen de perseverancia, entrenan con gran ímpetu dos meses para desfallecer al tercero al no obtener resultados.
Puede existir activación y perseverancia sin intensidad. Es el caso de los estudiantes que inician una carrera y continúan en ella a pesar de la falta de motivación, les falta la energía y continúan por inercia, seguramente con un pobre rendimiento académico o peor aún arrastrados por sus compañeros.
Un estudiante puede pasar sin mucho esfuerzo, mientras que otro estudiante estudiará regularmente, participará en discusiones y aprovechará las oportunidades de investigación fuera de la clase. El primer alumno carece de intensidad, mientras que el segundo persigue sus objetivos educativos con mayor brío.
En la mayoría de los casos, la motivación será determinada por su fuente: intrínseca o extrínseca.
El fuerte deseo de estar en forma, es una motivación interna suficiente para perseverar con la suficiente intensidad a pesar de la molestia y dolor físico que implica el ejercicio físico.
Igualmente, el estudiante cuya motivación es externa, continúa estudiando a pesar de la falta de intensidad, por el reconocimiento o la exigencia social que implica obtener un título universitario.
El grado de cada uno de estos componentes de motivación puede afectar si se logra o no el objetivo. La activación fuerte, por ejemplo, significa que es más probable que se empiece a perseguir una meta. La perseverancia y la intensidad determinarán si se sigue trabajando hacia ese objetivo y cuánto esfuerzo se dedicará para alcanzarlo.