La configuración de un espacio, con su diseño y forma, interactúa con nuestra mente. Nuestros sentidos responden a los estímulos del lugar donde habitan, les genera un sentimiento, una interacción que responde a ese origen espacial.
Es lo que se define como la psicología espacial o psicología ambiental: la interrelación entre el espacio que habitamos y nuestro comportamiento.
Pero, ¿cuánta y qué tipo de emoción nos genera un espacio ya sea éste natural o construido? ¿Cuánto de relevante es un lugar para nuestra mente?
En este artículo encontrarás:
La importancia del espacio natural para nuestra mente
Nuestra vida se desarrolla en multitud de espacios: nuestra casa, la oficina, un parque... bueno, ya todos sabemos por cuántos lugares pasamos a lo largo del día. Pues, ahora bien, sin que nos percatemos, todos estos espacios tienen un impacto en nuestro cerebro.
Lo importante de la cuestión es discernir cuál de ellos nos provoca una emoción positiva o, sin embargo, nos irrita o altera.
Si hablamos de un espacio natural, todos sabemos que muy pocas personas se sienten mal en la naturaleza, claro está, también influye la compañía con la que nos encontremos. Pues muy bien, La revista Observer, de la Association for Psychological Science de Estados Unidos, ha publicado recientemente una recopilación de los principales estudios científicos que han demostrado cuánto de importante es la naturaleza para la salud mental humana.
Resumiendo, en ella se muestra un estudio entre personas que vivían en edificios con vistas a zonas verdes y personas que únicamente disponían de vistas a una carretera. Los datos obtenidos, demostraron niveles menores de agresividad e irritabilidad en las residencias con cercanía a la naturaleza.
Del mismo modo, se descubrió que las personas que disponían de vistas más verdes presentaban un mayor rendimiento en tareas que requerían mayor concentración. O aquellas que paseaban por escenarios naturales, en lugar de por una ciudad, conseguían un mayor efecto reparador en su mente.
Entonces, teniendo esto como premisa, hagamos un paréntesis y reflexionemos como arquitectos que somos, ¿no cabría tener en consideración la naturaleza en nuestros proyectos como terapia a nuestra mente, siempre que sea posible?
La penetración de la naturaleza en el interior del recinto cerrado que constituía la casa y la integración del paisaje a la misma, fueron los postulados de la teoría arquitectónica llamada organicismo.
Frank LLoyd Wright, su máximo exponente, construyó una vivienda. “Las Cascadas” que fue el culmen del ejemplo de integración de la naturaleza en la arquitectura.
Es cierto que, aunque lo deseemos francamente, la naturaleza no siempre puede estar presente o se puede incorporar a un proyecto. Es por ello que, toma vital importancia el cómo se realizará la proyección del espacio, su correcta respuesta a las necesidades por las que fue concebido.
La relación entre el cuerpo, la mente y el espacio
Jader Tolja, médico y formador de Anatomía Experiencial en la Domus Academy of Design en Milán y en otras universidades, estudia cómo el entorno modifica el cuerpo y la mente.
En su estudio, establece una relación directa entre un estímulo externo, por ejemplo, caminar sobre un pavimento duro, con una respuesta interna de nuestro cuerpo. En este caso, el sistema nervioso lo entiende como una alarma y no se relaja. Cosa que sí haría si caminase sobre un firme de tierra. Tolja, considera que los proyectistas no predicen en su totalidad el efecto que causarán con el diseño de sus obras, cuáles serán esos sentimientos que provocarán en las personas.
La neuroarquitectura, estudio de cómo afecta el espacio arquitectónico a nuestra mente, traslada estas sensaciones a datos medibles que sirven para comprender mejor cómo los humanos se sienten en ese espacio construido desde un punto de vista científico.
Es de ese modo, como podremos aproximarnos a la previsión de los comportamientos en relación a los espacios futuros.
Si pensamos, por ejemplo, en la aplicación de esta rama de la arquitectura en espacios académicos tal que colegios, universidades, bibliotecas, ayudaría a la mejora del rendimiento académico...
Así mismo, utilizarla en hospitales o centros médicos, influiría positivamente en salud.
¡Cuánto de importante y todavía tan desconocida es esta nueva rama de la arquitectura!
Según Todja, la importancia del diseño de interiores en su historia y evolución, es fundamental considerarla en relación al cuerpo:
En el diseño de interiores, si la decoración y los muebles son bajos y horizontales la sensación es de calma; por el contrario, si hay muchos elementos altos y verticales nuestro sistema nervioso está más en alerta.
Empezaremos a reflexionar sobre el diseño interior y más concretamente sobre el diseño y configuración de ese lugar que habitamos día a día, es decir nuestro hogar. ¿Sabemos realmente qué sentimientos nos despierta nuestra vivienda?
¿Cuánto de influyente es el diseño o la decoración de donde vivimos en nuestra psique?
Un espacio con arquitectura les hará bien a nuestros sentimientos.
¿Y qué es un espacio con arquitectura?
En el caso de la vivienda, ésta se configurará como un conjunto de soluciones arquitectónicas donde deben desarrollarse todas las actividades del vivir, y consecuentemente llevarse a cabo todas las funciones y necesidades vitales.
Es preciso, por consiguiente, que funcione bien. El ser bella, será una consecuencia. Le Corbusier definió “el hábitat como la máquina de vivir”
Gropius y sus discípulos propugnaron la idea de que “la simple satisfacción correcta de la función constituía ya la belleza”
Fuera de las definiciones estándar o de lo que considere el código técnico, una vivienda deberá tener mucho más. Deberá hacernos latir el corazón, y para ello, deberá disponer de ¡mucha luz!
La luz natural es la encargada de producir la serotonina y endorfinas, que ayuda a nuestro ritmo cardíaco.
La iluminación
La luz que incide en un espacio influye directamente en cómo nos sentimos. Es primordial dotar todas las estancias de la máxima luz natural posible, y de no conseguirlo que sea la luz artificial la que corrija la carencia de la forma más sutil posible.
El color
Echando un vistazo al siguiente libro: “El libro del hogar. La casa y su decoración de R. Máquina- S. Pey”, podemos conocer un análisis de las cualidades psicológicas del color.
Los psicólogos han concedido al tema del color una importancia capital. Han descubierto que no todos los humanos respondemos a las incitaciones del color de la misma forma.
Por ejemplo, se sabe que los colores “simpáticos” son el verde y el azul y “los antipáticos” el violeta y el amarillo. Que el color rojo sirve de estímulo a nuestras sensaciones y que incluso abre el apetito. Que el verde produce a la larga escalofríos, independientemente de la temperatura ambiente. Que el azul es relajante y el naranja altera los nervios.
Las preferencias humanas por los colores responden a su condición psicosomática. Las personas de carácter alegre, extrovertido, responden rápidamente a las incitaciones del color y prefieren el color a la forma. Los introvertidos, analistas de sus reacciones y pensamientos, prefieren en general la forma al color.
Pero el descubrimiento práctico quizá más importante de la psicología del color consistió en la división de los mismos en colores cálidos y fríos.
Los colores cálidos son estimulantes y sugieren movimiento, excitación y alegría, los colores claros como los ocres son amables y delicados, sugieren paz, descanso e inmovilidad.
¿Cómo hemos de utilizar el color y la iluminación en el diseño interior?
Primeramente, hemos de analizar las cualidades del lugar que vamos a decorar. Su orientación, en función de la luz y de los ventanales. De acuerdo con la cantidad de luz podremos decidir si es necesario emplear colores claros u oscuros.
También, es necesario conocer la temperatura ambiental para la preparación del lugar. Por ejemplo, si una estancia está muy alta de temperatura, podremos conseguir un enfriamiento psicológico a base de colores fríos; y a la inversa: los espacios fríos podrán caldearse con el uso de colores cálidos.
Los muros donde se hallan las ventanas, parecerán siempre más oscuros que los que se hallan enfrente de ellas y que reciben directamente la luz.
Lo fundamental, es tener en cuenta al habitante. La utilización del color, más que la de cualquier otro elemento decorativo, está condicionando por la forma de ser del habitante que albergará ese espacio.
La visión psicológica del espacio
La configuración del espacio y su funcionalidad en la respuesta a sus necesidades influyen de forma positiva en nuestra mente.
En la visión de la casa no participan solamente los sentidos, sino los sentimientos. Debe responder a nuestros estados anímicos habituales
No existe una receta maestra para diseñar una vivienda al gusto de todos, la vivienda debe ser la muestra de la mejor versión de uno mismo. Encontrar la manera de hallarla, comienza en entenderse, saber cómo queremos vivir, qué necesitamos y qué nos hará felices.
La relación entre el espacio habitado y nuestros sentimientos será recíproca y para toda la vida, una verdadera psicología.