Un nuevo estudio propone que el poder singular de la cultura humana no reside en su capacidad de acumular conocimiento, como se creía anteriormente, sino en su abierta capacidad evolutiva. A diferencia de las culturas animales, que alcanzan límites en su evolución, la cultura humana se expande continuamente, adaptándose sin fronteras.
Esta naturaleza abierta, que nos permite innovar infinitamente, diferencia a la cultura humana de otras en el reino animal. Ejemplos como el uso de herramientas por los chimpancés o la evolución del canto de las ballenas demuestran que las culturas animales pueden acumular conocimiento, pero dejan de evolucionar en ciertos puntos. En contraste, la cultura humana sigue avanzando, permitiendo desarrollos culturales, tecnológicos e intelectuales cada vez más complejos.
Puntos clave:
- La cultura humana se caracteriza por su abierta capacidad evolutiva, lo que permite una evolución continua.
- Las culturas animales acumulan conocimiento, pero finalmente alcanzan límites evolutivos.
- El estudio compara la cultura humana con ejemplos de culturas animales estables, pero finitas.
La acumulación de conocimiento y la singularidad de la cultura humana
¿Por qué la cultura humana —el conjunto compartido de conocimientos transmitidos a través de generaciones— es mucho más poderosa que las culturas animales? Esta es una pregunta que ha intrigado a los científicos durante siglos. Un nuevo estudio del científico de la Universidad Estatal de Arizona, Thomas Morgan, propone una hipótesis que podría cambiar nuestra percepción de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Si bien tanto la herencia epigenética como los efectos parentales son estables y se acumulan en especies no humanas, eventualmente dejan de desarrollarse.
"Hace diez años, se aceptaba básicamente que la capacidad de la cultura humana para acumularse y evolucionar era lo que nos hacía especiales. Sin embargo, los nuevos descubrimientos sobre el comportamiento animal están desafiando estas ideas y nos obligan a reconsiderar qué hace que nuestras culturas, y nosotros como especie, seamos únicos."
Afirma el antropólogo evolutivo Thomas Morgan en un nuevo artículo de investigación publicado en Nature Human Behavior.
Lecciones de las hormigas, las ballenas y los saltamontes: Evidencia de culturas animales en evolución
Al igual que los humanos transmiten conocimiento a sus hijos, cuando una nueva reina hormiga cortadora de hojas nace, recoge una pequeña porción del hongo de su madre y la lleva consigo para iniciar una nueva colonia. Esto ha sucedido durante millones de años, tanto que el hongo dentro de estas colonias es genéticamente diferente del hongo silvestre que se encuentra fuera de ellas.
De manera similar a cómo cambian los idiomas humanos, nuevos datos muestran que las canciones de las ballenas jorobadas evolucionan, se propagan entre grupos y se vuelven más complejas con el tiempo. Los chimpancés, al igual que los humanos, aprenden a usar herramientas, y ahora tenemos evidencia de que lo han estado haciendo durante miles, quizás millones de años.
Incluso los saltamontes utilizan sistemas complejos en evolución para adaptarse a las condiciones locales, basándose en cambios epigenéticos —cómo factores como la edad y el ambiente pueden cambiar la actividad genética sin alterar la secuencia del ADN— para evolucionar rápidamente entre formas calmadas y verdes o formas enjambre y amarillo-negras en función de la superpoblación.
Estos descubrimientos, junto con otros, han demostrado que no solo los animales tienen cultura, sino que también existen ejemplos de acumulación en su cultura, algo que durante mucho tiempo se creyó que era exclusivamente humano.
"Solía pensarse que otras especies simplemente no tenían cultura", dice Morgan. "Y ahora sabemos que muchas otras especies sí la tienen. Luego se pensó que solo las culturas humanas se acumulaban o evolucionaban con el tiempo. Pero ahora sabemos que las culturas animales también pueden hacerlo. Entonces, si los animales tienen culturas en evolución, ¿qué tiene de especial la cultura humana que nos diferencia de otros animales?".
La "abierta capacidad evolutiva"
Morgan y el profesor de la Universidad de Stanford, Marcus Feldman, abordan esta pregunta en su nuevo artículo, "La cultura humana es excepcionalmente abierta, no exclusivamente acumulativa", publicado en Nature Human Behaviour. Presentan una nueva hipótesis: los humanos dominamos y somos especiales debido a la abierta capacidad evolutiva, nuestra capacidad para comunicar y comprender un número infinito de posibilidades en la vida. Morgan. afirma:
"La forma en que los animales piensan sobre lo que hacen limita la forma en que sus culturas pueden evolucionar. Una forma podría ser que no puedan imaginar secuencias elaboradas con facilidad, o que no puedan imaginar subobjetivos".
"Por ejemplo, cuando les preparo el desayuno a mis hijos por la mañana, es un proceso multietapa anidado. Primero, necesito obtener los tazones, ollas y otros equipos. Luego, necesito poner los ingredientes en la olla y comenzar a cocinar, todo en las cantidades y el orden correctos. Luego necesito cocinarlo, revolviendo y controlando la temperatura hasta que alcance la consistencia correcta, y luego necesito servirlo".
"Cada uno de estos pasos es un subobjetivo, y estos subobjetivos tienen pasos dentro de ellos que necesito ejecutar en el orden correcto, por lo que todo esto es un procedimiento elaborado".
En cuanto al límite de este sistema, los cerebros humanos simplemente siguen adelante; podemos construir y retener secuencias de instrucciones profundamente complicadas, y esto nos permite realizar un conjunto casi infinito de comportamientos: esta es la abierta capacidad evolutiva.
Comparando sistemas evolutivos
Si bien otros científicos han comparado culturas humanas y animales anteriormente, la investigación de Morgan y Feldman es inusual porque también compara ejemplos animales de herencia epigenética y efectos parentales. Las hormigas cortadoras de hojas son un ejemplo de efecto parental y los saltamontes un ejemplo de herencia epigenética acumulativa.
Si bien tanto la herencia epigenética como los efectos parentales son estables y se acumulan en especies no humanas, eventualmente dejan de desarrollarse, explica Morgan:
"Al igual que las culturas animales, existen limitaciones con las que estos sistemas se enfrentan y que detienen su evolución".
"Creo que la pregunta clave es qué tiene de especial la cultura humana, e intentamos responder a eso comparando las culturas humanas con las culturas animales, con la epigenética y con los efectos parentales, tantos sistemas en evolución como podamos imaginar. Y al final concluimos que lo especial de la cultura humana es su abierta capacidad evolutiva. Puede acumularse, pero nunca tiene que detenerse, simplemente sigue adelante".
Fuentes y recursos de información
Morgan, T.J.H., Feldman, M.W. (2024). Human culture is uniquely open-ended rather than uniquely cumulative. Nature Human Behaviour. DOI: 10.1038/s41562-024-02035-y