A lo largo de nuestra existencia hemos lidiado con las emociones ya que estas son propias del ser humano y siempre serán necesarias en la vida cotidiana de cada uno de nosotros, en su momento fueron una gran ayuda para la supervivencia de la humanidad, aunque ahora se ha dejado un tanto de lado esta función aún suelen estar presentes por si requerimos actuar de manera rápida para conservar nuestro bienestar, sin embargo actualmente su función principal es la de transmitir sentimientos, evidentemente no es la única función que cumplen.
Tomando en cuenta nuestra vida diaria, en todo momento experimentamos emociones que van ligadas a estímulos, además, los estímulos pueden ser tanto externos como internos.
Aquí es necesario resaltar un punto importante y es como reaccionamos frente a los estímulos, lo más adecuado sería pensar antes de actuar pero hacemos todo lo contrario y a menudo actuamos llevados por las reacciones automáticas respondiendo de manera rápida frente al estímulo; si bien es cierto esto puede ser de gran ayuda si nos encontramos en una situación de peligro, pero de no ser así haremos la situación más tensa; aunque también puede ocurrir lo contrario y sería quedarnos paralizados sin saber cómo reaccionar frente al estímulo.
Como ya se mencionó, en todo momento expresamos emociones, desde las más “confortables” hasta las más “desagradables”, pero cabe mencionar que la mayoría de nosotros no aprendimos a canalizar adecuadamente nuestras emociones, generando así desbordes y conflictos a la hora de reaccionar frente a determinadas situaciones es más tendemos a creer que las emociones “desagradables” son las que más problemas nos traen y por tanto debemos evitarlas ya que estos nos llevan a realizar acciones, pensamientos y cambios físicos que en ocasiones pueden dañar la estabilidad emocional y la integridad de uno mismo o en todo caso, la de otras personas no obstante, en realidad estas emociones nos ayudan en el proceso de adaptación al medio y el aprendizaje al igual que las emociones agradables o positivas.
De ahí parte la necesidad de conocer acerca de las emociones, así como también saber expresarlas y manejarlas adecuadamente, si bien es cierto no podemos controlar las emociones ni hay fórmulas secretas para evitar nuestras emociones, lo que si podemos hacer es gestionarlas y regularlas a través de la inteligencia emocional (Goleman,2002) para de esta forma transmitir nuestras emociones y sentimientos adecuadamente.
Ahora bien, una emoción es la expresión de un sentimiento, “es un proceso que se activa cuando un organismo detecta algún peligro, amenaza o desequilibrio con el fin de poner en marcha los recursos a su alcance para controlar la situación” (Fernández -Abascal y Palmero;1999).
Por lo tanto, las emociones son herramientas que nos ayudan a reaccionar de manera rápida y hacer frente cualquier situación, pero también nos brindan las facilidades para interactuar y expresar lo que sentimos frente a determinados estímulos.
Como ya lo especificamos las emociones suelen ser rápidas y a veces inconscientes que al no ser supervisadas y vistas desde la razón pueden conllevar a problemas, he ahí la necesidad de hablar sobre la inteligencia emocional definida como “la capacidad de reconocer nuestros sentimientos y los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones” (Goleman ;1995).
Entonces decimos que la inteligencia emocional es fundamental ya que relaciona las emociones con la razón haciendo de este modo más sencillo los procesos de pensamiento y la expresión de los sentimientos a través de las emociones.
Ahora bien, teniendo en cuenta lo ya expresado entendemos la importancia de regular nuestras emociones a través de la inteligencia emocional (Goleman, 2002), a partir de esto desarrollaremos algunas pautas para mejorar nuestra inteligencia emocional.
Como punto inicial es necesario tomar consciencia de las emociones que sentimos en las circunstancias en las que las vivimos.
También es necesario expresar esas emociones en el momento, ya que el hecho de guardarlas genera a largo plazo un cumulo de dolor hasta el momento en que aparece y termina por salir de manera explosiva.
Así mismo, debemos tomarnos unos segundos antes de reaccionar frente a cualquier situación, esto con el objetivo de vincular las emociones con la razón y a través de esto canalizar mejor las emociones de manera racional y así poder elaborar una respuesta más adecuada frente a cualquier situación.
Es mejor analizar la situación antes de responder ya que de este modo canalizaremos las emociones de manera racional elaborando así una respuesta más congruente.
Como último punto ser empáticos con el propósito de ver la situación por la que está pasando la otra persona y así tomar conciencia de que no solo eres tú el que está teniendo un mal día, también hay otras personas pasando por una situación similar o más compleja y aún con todo ello siguen perseverando.
En conclusión, considero necesario saber regular nuestras emociones ya que evidentemente esto beneficiara nuestra vida cotidiana, sería importante formarla desde los primeros años de vida casi como un hábito para ser más inteligentes emocionalmente en un futuro, además, esto coadyubaría a mejorar nuestras relaciones partiendo desde el hogar hasta los ámbitos externos en los que nos desarrollamos a lo largo de nuestra vida.
Referencias
- Ruiz, D; Cabello, R; Salguero JM; Palomera, R; Extremera, N y Fernandez, P (2013). Guía para mejorar la inteligencia emocional de los adolescentes. Ediciones pirámide.
- Fernández-Abascal y Palmero (1999). Emociones y Salud. En F. Palmero y E.G.
- Goleman, D (1997). Inteligencia emocional. Editorial Kairós.
- Goleman, D (2002). Inteligencia emocional. Editorial Kairós.
Estudiante de psicología de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco