Desde una perspectiva del desarrollo, el lenguaje se puede dividir en varias etapas más allá de la tradicional consideración prelingüística-lingüística, este es el caso de la propuesta adoptada por Paul, Nurbury y Goose (2018), que menciona las siguientes:
- Etapa del recién nacido (0-1 mes),
- Prelingüística (intencional 1-8 meses e intencional 9-18 meses),
- La emergencia del lenguaje (18-36),
- Desarrollo del lenguaje (de 2 a 5 años),
- Lenguaje para el aprendizaje (5 a 12 años) y
- Lenguaje avanzado (12 años en adelante).
Partiendo de esta clasificación, se puede revisar de forma general qué elementos se deben considerar para evaluar el desarrollo del lenguaje en este periodo específico, de los 18 a los 36 meses de edad.
Sin dejar de mencionar que en este rango de edad se pueden identificar a los Hablantes Tardíos o Late Talker´s, además que los expertos del consorcio CATALISE (Bishop et al 2016) han emitido importantes recomendaciones que los profesionales de la salud, maestros y padres deben considerar con relación al desarrollo de los niños pequeños en este rango de edad.
De este modo, se puede dimensionar la importancia de una adecuada evaluación que cubra al menos los elementos básicos propuestos.
Lo que caracteriza este estadio es precisamente el comenzar a hablar, utilizar las primeras palabras y combinarlas en frases de dos palabras y oraciones sencillas (Paul, Nurbury & Goose, 2017).
En esta etapa es frecuente que los menores comiencen a manifestar algunas dificultades (o hacerse más evidentes las que ya estaban presentes en el periodo anterior), una de ellas podría ser la relacionada con el tamaño del vocabulario expresivo; una referencia general es que a la edad de 24 meses el menor ha alcanzado al menos 50 palabras y logra hacer combinaciones con ese repertorio (Rescorla, 2002), los pequeños que no alcanzan esto, suelen ser identificados como Hablantes Tardíos.
Sin embargo, no solo el vocabulario expresivo ha de tenerse en cuenta para poder determinar si un niño pequeño es Hablante Tardío, se requieren, además, otros elementos para poder tener una visión más clara sobre el desarrollo lingüístico del menor.
La evaluación ha de incluir aspectos importantes como el desarrollo gestual, el desarrollo de juego y la evaluación comunicativa general. Se recomienda también evaluar la intención comunicativa, la comprensión y la expresión (Paul, Nurbury & Goose, 2017).
Adicionalmente se requiere de una evaluación general del desarrollo realizada por un experto en neurodesarrollo, un psicólogo u otro profesional de la salud capacitado en este tema.
La evaluación se puede dar desde dos grandes posturas, aquella que propone la evaluación a través de pruebas o test estandarizados y la segunda que opta por evaluaciones no estandarizadas en contextos más flexibles y menos artificiales.
Hoy en día se cuenta con instrumentos diseñados para la evaluación del periodo de la emergencia del lenguaje (estandarizados y no estandarizados), por mencionar algunos tenemos los inventarios del desarrollo, los reportes maternos, las listas de cotejo, escalas del desarrollo, hora de juego lingüística, observación directa, análisis de videos, etc.
Con mucha frecuencia se puede encontrar que estos niños (dentro del periodo de la emergencia del lenguaje) no son evaluados, el motivo reportado por los padres, que depende del especialista consultado, es que el niño es muy pequeño, que no se puede evaluar porque no tiene lenguaje, que no existen instrumentos de evaluación para este periodo, etc.
Esto tampoco se refiere a que todos los niños deban ser evaluados, se debe recordar que el desarrollo de lenguaje en ese periodo muestra gran variabilidad, es decir, unos adquieren los logros primero que otros. Lo que se busca es informar y concientizar acerca de las repercusiones que puede tener en algunos niños pequeños el retraso de lenguaje.
A manera de comentarios finales podemos decir que existe un periodo denominado la emergencia del lenguaje, este periodo se distingue por tener características muy específicas, actualmente es un tema que ha ganado la atención de propios y ajenos al campo del lenguaje.
Es en este momento en que intervencionistas de la educación inicial (en México llamados agentes educativos), profesionales de salud y padres de familia notan las primeras dificultades que presentan en promedio un 10% de la población infantil en ese rango de edad (Reilly et al, 2018).
Es por tales motivos que se invita a todos los que tienen relación con niños pequeños a estar atentos y observar su desarrollo. A los especialistas de la salud y la educación corresponde la actualización continua para dar una respuesta oportuna a las necesidades de evaluación e intervención a este sector de la población infantil.
Fuentes y recursos de información
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Referencias
- Bishop, D. V. M., Snowling M. J., Thompson P. A., Greenhalgh T., CATALISE consortium (2016) CATALISE: A Multinational and Multidisciplinary Delphi Consensus Study. Identifying Language Impairments in Children. PLoS ONE 11(7): e0158753. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0158753
- Paul, R. Nurbury C. & Gosse C. (2017). Language disorders from infancy through adolescence: listening, speaking, reading, writing, and communicating. St. Louis, Mo.: Elsevier
- Reilly, S. Cook, F., Bavin, E., Bretherton, L. Cahir, P. Eadie, P., Gold, L., Mensah, F., Papadopoullos, S., Wake, M. (2018). Cohort Profile: The Early Language in Victoria Study (ELVS), International Journal of Epidemiology, 47 (1), 11–20. https://doi.org/10.1093/ije/dyx079
- Rescorla, L. y Achenbach, T. (2002). Use of the language development survey (DLS) in a national probability sample of children 18-35 months old. Journal of speech, language, and hearing research (45): 733-743
Soy Isidro E. Gallardo me gusta el campo de la psicología del lenguaje y el aprendizaje, me desempeño en el área de educación especial y de la docencia.