Nuevas investigaciones publicadas en Adaptive Human Behavior and Physiology sugieren una relación entre el estrés derivado de la competencia femenina por el estatus social y la atención masculina, y la aparición de actitudes y comportamientos asociados a trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Sorprendentemente, aunque esta conexión se debilitó con la edad, persistió incluso en mujeres postmenopáusicas, desafiando la creencia común de que la competencia social es principalmente una preocupación de las mujeres jóvenes. Este estudio destaca la necesidad de considerar factores sociales, más allá de las influencias culturales y mediáticas, en la comprensión de los TCA.
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La rivalidad entre mujeres como factor oculto en los trastornos alimenticios
Si bien la influencia cultural y mediática sobre la imagen corporal y los comportamientos alimentarios ha sido ampliamente estudiada, este estudio se centra en el impacto del estrés generado por la competencia con otras mujeres por el estatus y la atención masculina. A diferencia de investigaciones previas que se enfocan principalmente en los ideales culturales, esta investigación busca comprender si el estrés competitivo entre mujeres es un factor social importante que contribuye a los TCA en diferentes grupos de edad.
Las teorías evolutivas sugieren que la competencia intrasexual entre mujeres podría tener raíces adaptativas, como el retraso de la reproducción cuando el estrés social es alto. Esta perspectiva plantea que la competencia femenina en áreas como la apariencia física y el estatus social podría haber tenido un propósito beneficioso en el pasado, pero que, en el contexto moderno, puede impulsar comportamientos poco saludables como las dietas restrictivas o los atracones.
Raíces adaptativas y consecuencias modernas
Para examinar la relación entre el estrés por la competencia femenina y los TCA, las investigadoras realizaron dos estudios. El primero reclutó a 103 mujeres jóvenes adultas (18-22 años) que completaron encuestas que midieron el nivel de estrés experimentado al competir con otras mujeres, particularmente en cuanto al estatus social y la apariencia física. Para evaluar las tendencias hacia los TCA, se utilizó la Prueba de Actitudes Alimentarias (Eating Attitudes Test), un cuestionario ampliamente utilizado que evalúa las actitudes hacia la comida y la imagen corporal, enfocándose en comportamientos como la preocupación por la dieta, los atracones y las purgas.
Los resultados mostraron que las mujeres que reportaron más estrés por la competencia tendían a presentar más actitudes y comportamientos asociados con los TCA. Específicamente, el estrés por la competencia representó alrededor del 26% de la varianza en las actitudes hacia los TCA y un 4% (menor, pero significativo) en los comportamientos relacionados. Esto indica que, aunque otros factores contribuyen a estos comportamientos, el estrés competitivo juega un papel medible en los TCA entre las mujeres jóvenes adultas.
La competencia femenina más allá de la juventud
El segundo estudio amplió la muestra a 295 mujeres de 30 años o más, reclutadas de la población general. Se les preguntó sobre sus niveles actuales de estrés competitivo, así como sobre los niveles de estrés experimentados en su juventud. También completaron evaluaciones similares de los TCA. Además, se recopiló información sobre el estado menopáusico y marital para analizar cómo las etapas de la vida podrían afectar el estrés competitivo y los comportamientos alimentarios.
Los resultados de la muestra mayor ofrecieron información adicional. El estrés por la competencia femenina seguía estando asociado con las actitudes y los comportamientos relacionados con los TCA, aunque la fuerza de la relación era algo más débil que en el grupo más joven. Curiosamente, aunque las investigadoras habían hipotetizado que el estrés competitivo podría disminuir con la edad, descubrieron que no desaparecía y, de hecho, aumentaba entre las mujeres postmenopáusicas.
Este hallazgo sugiere que algunas mujeres pueden seguir experimentando estrés competitivo hasta etapas posteriores de la vida, potencialmente debido a factores sociales o personales que no fueron medidos directamente en este estudio. Además, el estado civil jugó un papel: las mujeres solteras reportaron niveles más altos de estrés competitivo que las casadas, pero el estado civil no fue un predictor significativo de los TCA.
Conclusiones
La investigación indica que la competencia femenina no se limita a las mujeres jóvenes, sino que ocurre a lo largo de la vida y está influenciada por diferencias individuales. Esto significa que el estrés de dicha competencia en términos de influencia en el comportamiento alimentario/actitudes hacia la alimentación no se limita a las mujeres en edad reproductiva; algunas mujeres post-reproductivas también pueden ser vulnerables.
Sin embargo, existen limitaciones. Los datos provienen exclusivamente de Estados Unidos, por lo que los hallazgos podrían no generalizarse a otras culturas con dinámicas sociales diferentes. Investigaciones futuras podrían incluir poblaciones más diversas (culturas no occidentales, hombres) e investigar factores adicionales que podrían proteger a las personas o hacerlas más susceptibles al estrés competitivo y los TCA. Comprender estos elementos podría allanar el camino para opciones de apoyo y tratamiento más personalizadas para las personas afectadas por los trastornos de la alimentación.
Fuentes y recursos de información
Salmon, C., & Hehman, J. (2024). The Female Competition Stress Test: Effects on Disordered Eating Beyond Adolescence. Adaptive Human Behavior and Physiology, 10(3-4), 265–283. DOI: 10.1007/s40750-024-00246-1