Los estados mentales de alto riesgo y su relación con los trastornos psicóticos

Los estados mentales de alto riesgo (EMAR) como una etapa previa a la psicosis, caracterizada por síntomas psicóticos atenuados y disfunciones en diversos aspectos.

Míriam Sánchez González

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Los estados mentales de alto riesgo y su relación con los trastornos psicóticos
Imagen de Arek Socha en Pixabay

¿Qué son los EMAR?

Cuando hablamos de los estados mentales de alto riesgo (EMAR) no hablamos de un diagnóstico establecido y recogido como tal en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM). Hablamos de una fase premórbida o de un síndrome sub-umbral del espectro de la esquizofrenia que se manifiesta a través de la presencia de síntomas psicóticos atenuados y de alteraciones en el funcionamiento cognitivo, conductual, emocional y/o social.

Necesariamente hay que diferenciarlo del síndrome de psicosis atenuado, ya que este cuadro clínico cursa con síntomas de esquizofrenia, pero con menor umbral y gravedad. A diferencia de los EMAR, este síndrome sí se recoge en el DSM5 en la sección III, dentro de la categoría de “afecciones que requieren más estudio”.

Los EMAR suelen darse entre jóvenes de edades comprendidas entre los 14 y 26 años, son considerados un factor de riesgo de la psicosis y tienen una duración aproximada de entre 1 y 5 años.

Pero, ¿a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de la duración?

Según las estadísticas que se presentan en diversas fuentes de sondeo, hasta un 23% de todos los casos de EMAR recogidos transitan hacia la psicosis en una media de 3 años. No obstante, la evolución puede no darse exclusivamente hacia la psicosis, sino también hacia otras patologías (por ejemplo, hacia un consumo de sustancias); pudiendo, de la misma manera, mantenerse el estado EMAR o incluso remitir en sintomatología (hasta un 24%) hasta desaparecer.

A pesar de que son escasas las investigaciones que hoy en día se presentan en relación a este tema que nos ocupa, se conoce la existencia de los siguientes grupos de riesgo EMAR:

  • En primer lugar, el estado de síntomas positivos atenuados o APS (Attenuated Positive Symptoms). Aquí se describe la ausencia de síntomas psicóticos puramente definidos y la presencia de rasgos psicóticos clínicamente no significativos como por ejemplo la desconfianza, la ideación persecutoria o las alucinaciones simples.
  • El estado psicótico breve, limitado e intermitente o BLIPS (Brief Limited Intermitent Psychosis Symptoms). Describe la presencia de síntomas psicóticos que cumplen con los criterios diagnósticos del espectro planteados en el DSM, pero que no cumplen con la duración requerida (suelen presentarse en duración inferior a una semana y suelen desaparecer de manera espontánea).
  • Otros: riesgo genético, comorbilidad (por ejemplo, con el trastorno esquizotípico de la personalidad), deterioro funcional…
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Entonces, ¿qué quiere decir que hasta un 23% de los EMAR transitan a la psicosis?

Planteémoslo de otra manera. Supongamos que tenemos delante un listado en el que aparecen todos los sujetos diagnosticados con un trastorno psicótico. Un 23% del total de ese listado presentó, en su día, un estado mental de alto riesgo.

Y sabiendo esto, ¿de qué nos puede servir entonces detectar la presencia de un EMAR?

Detectar este síndrome sub-umbral o fase premórbida nos permite actuar de manera preventiva, tratando de reducir así la incidencia de los trastornos psicóticos, y nos permite también abordar la sintomatología antes de que llegue a darse o siendo ésta muy atenuada en sus primeras manifestaciones.

Una vez entendido el concepto, ¿cómo planteamos desde la psicología una intervención en un caso EMAR?, ¿qué podemos hacer al respecto?

A pesar de no contar -a día de hoy- con un tratamiento específico, nuestra intervención será principalmente psicológica.

En algunos tratamientos, y en función a las características individuales del caso, podremos recurrir a la terapia farmacológica combinada.

Nuestros objetivos principales, desde la psicología, serán la prevención, la mejora del curso y la reducción del impacto de la patología a largo plazo, así como su transición hacia la psicosis.

Las terapias empleadas para tal fin serán las siguientes:

  • La terapia cognitivo-conductual (TCC), como primera opción de tratamiento
  • Terapias específicas, como la Intervención psicológica integrada (IPT) que trabaja componentes de psicoeducación, TCC y habilidades de afrontamiento
  • Intervención familiar, centrándonos en componentes psicoeducativos, acompañamiento y manejo de síntomas

Fuentes y recursos de información

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Míriam Sánchez González
Míriam Sánchez es psicóloga general sanitaria (núm. Col. CL05880) y experta en neuropsicología clínica. Graduada en psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca, continúa su formación especializándose en la rama sanitaria y en neuropsicología clínica.
Apasionada de su profesión y de las artes literarias, decide unir ambas modalidades y dar el salto a la publicación de artículos divulgativos. Ella describe el proceso como una “catarsis divulgativa”, explicado con sus palabras como “la necesidad de contar al mundo lo bonita y sorprendente que puede llegar a ser la psicología”.
Actualmente escribe periódicamente en redes sociales (vía instagram en su cuenta “la psicología hoy”: @la.psicologia.hoy) y en sitios web (“actualidad en psicología”) sobre temas variados de psicología.