Cómo las emociones y el temperamento influyen en la alimentación de los niños

Un nuevo modelo biopsicosocial analiza cómo factores biológicos, psicológicos y sociales influyen en la autorregulación del apetito infantil.

Por: Redacción

Alimentación infantil
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Un nuevo estudio, publicado en Social Science & Medicine, propone un modelo biopsicosocial para comprender el desarrollo de la autorregulación del apetito en la infancia. Este modelo va más allá de la simple idea de "comer menos y hacer más ejercicio", reconociendo la complejidad de los factores que influyen en la relación de los niños con la comida.

El equipo de investigación de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, liderado por Sehyun Ju, argumenta que la capacidad de autorregular la ingesta alimentaria se construye a partir de la interacción entre factores biológicos, psicológicos y sociales, incluyendo el temperamento y la dinámica familiar. Esta comprensión es crucial para prevenir la obesidad infantil y promover hábitos alimenticios saludables.

El enfoque integral del Modelo de Vías Biopsicosociales

Estudios previos se centraron en componentes individuales del apetito. Algunos analizaron señales biológicas como el hambre y la saciedad; otros, rasgos psicológicos como la regulación emocional. Sin embargo, este nuevo modelo biopsicosocial integra estas perspectivas, ofreciendo una visión holística de cómo diversas influencias se combinan para afectar el comportamiento alimentario del niño.

Además, se destaca el rol fundamental del temperamento infantil en la modulación de estas interacciones, explicando por qué algunos niños son más susceptibles a hábitos alimenticios poco saludables que otros, incluso en entornos similares.

Según Ju, "la capacidad de regular la ingesta alimentaria está guiada por señales fisiológicas internas, pero los patrones únicos de aproximación y retirada de los alimentos surgen de la interacción entre el temperamento del niño, los procesos biopsicológicos internos y el entorno externo".

Cómo las emociones y el temperamento influyen en la alimentación de los niños

Los tres pilares del apetito infantil

El Modelo de Vías Biopsicosociales integra tres categorías principales de influencia:

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1. Factores Biológicos: Estos incluyen las experiencias sensoriales, las señales internas de hambre y saciedad, y la interacción entre el cerebro y el intestino. El microbioma intestinal, en particular, desempeña un papel significativo en la regulación del hambre y la saciedad, e incluso influye en el estado de ánimo y las respuestas emocionales, afectando así la aproximación del niño a la comida.

2. Factores Psicológicos: La regulación emocional, el manejo del estrés y el control cognitivo son elementos clave. Los niños pueden utilizar la comida para regular sus emociones, comiendo por consuelo en momentos estresantes. Por otro lado, el sistema de recompensa del cerebro influye en si buscan la comida por placer o por satisfacción emocional.

3. Factores Sociales: El comportamiento parental, la cultura, la inseguridad alimentaria y el entorno familiar son factores sociales significativos. La forma en que los padres alimentan a sus hijos—ya sea usando la comida como recompensa, imponiendo reglas dietéticas estrictas u ofreciendo apoyo durante las comidas—puede influir en su relación con la comida. Los factores socioeconómicos, como la disponibilidad de alimentos y los ingresos familiares, también moldean las elecciones alimenticias y el acceso a opciones saludables.

El temperamento como factor clave de modulación

El temperamento, es decir, las características conductuales y emocionales inherentes del niño (apertura a nuevas experiencias, sensibilidad emocional, impulsividad, etc.), modifica cómo los niños reaccionan a los estímulos relacionados con la comida y responden a las prácticas de alimentación parental. Un niño altamente sensible a las emociones negativas puede responder mal a la presión para comer ciertos alimentos, mientras que un niño más abierto a la novedad puede estar más dispuesto a probar alimentos nuevos y saludables.

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La etapa de desarrollo también es crucial. Los bebés dependen principalmente de las señales fisiológicas, mientras que los niños mayores incorporan factores psicológicos como las respuestas emocionales. A medida que crecen, desarrollan un mayor autocontrol y la capacidad de gestionar sus emociones, lo que afecta sus hábitos alimenticios. En edad preescolar, su capacidad para regular el apetito está moldeada no solo por señales biológicas sino también por influencias externas, incluyendo el comportamiento de los cuidadores y compañeros.

Conclusión y futuras investigaciones

Este modelo proporciona un marco sólido para futuras investigaciones sobre la autorregulación del apetito, especialmente en el contexto de la prevención de la obesidad infantil. Ju y sus colegas están llevando a cabo estudios que involucran la grabación en video de las comidas familiares para observar cómo interactúan padres e hijos en torno a la comida.

El objetivo es identificar comportamientos que apoyen o dificulten la capacidad del niño para regular su apetito. Se espera que estos estudios ayuden a desarrollar intervenciones personalizadas que aborden las necesidades individuales de cada niño, promoviendo hábitos alimenticios saludables y reduciendo el riesgo de obesidad.

Como concluye Ju, "apoyar a los niños en la construcción de relaciones saludables con la comida requiere comprender cómo experimentan subjetivamente su entorno alimentario externo y cómo estas experiencias influyen en sus patrones de aproximación y retirada de los alimentos."

Fuentes y recursos de información

Ju, S., McBride, B. A., Merin Oleschuk, & Bost, K. K. (2024). Biopsychosocial Pathways Model of Early Childhood Appetite Self-Regulation: Temperament as a Key to Modulation of Interactions Among Systems. Social Science & Medicine360, 117338–117338. https://doi.org/10.1016/j.socscimed.2024.117338

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