Un estudio publicado en Pediatrics ha demostrado que el ejercicio físico no solo beneficia la salud física, sino que también puede impulsar la inteligencia en niños y adolescentes. Si bien el ejercicio se celebra a menudo por su papel en el mantenimiento de la forma física infantil, ¿qué pasaría si también pudiera potenciar la capacidad intelectual?
Un reciente meta-análisis publicado en Pediatrics ha demostrado que los programas de actividad física estructurada mejoran la inteligencia en los jóvenes. El estudio encontró un aumento promedio de 4 puntos en las puntuaciones de CI entre los participantes, destacando el papel crucial del ejercicio en la configuración de la mente y el cuerpo durante la infancia y la adolescencia.
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Explorando la conexión entre ejercicio e inteligencia
Investigaciones previas han mostrado que el ejercicio beneficia funciones cognitivas como la memoria, la atención y las funciones ejecutivas. Sin embargo, la relación específica entre el ejercicio y la inteligencia general, incluido el CI, permanece poco explorada. Estudios anteriores han proporcionado evidencia limitada y, a veces, contradictoria, a menudo centrándose en la inteligencia fluida o el rendimiento académico en lugar de la inteligencia general en su conjunto. Esta laguna en la comprensión llevó a los investigadores a realizar una investigación exhaustiva sobre si las intervenciones de ejercicio podrían influir en la inteligencia de manera más amplia.
Otro factor motivador detrás del estudio fue el creciente reconocimiento de la importancia de las intervenciones tempranas para el desarrollo cognitivo. La infancia y la adolescencia son períodos cruciales para la plasticidad cerebral, durante los cuales las experiencias pueden tener efectos duraderos en el crecimiento cognitivo y neuronal. Al identificar si el ejercicio tiene un impacto directo en la inteligencia, los investigadores pretendían proporcionar información que pudiera orientar las políticas educativas y fomentar la incorporación de la actividad física en los planes de estudio escolares.
El autor correspondiente Javier S. Morales, investigador postdoctoral Ramón y Cajal de la Universidad de Almería y codirector de Fissac, explicó:
“Nuestro interés en este tema surge del creciente cuerpo de evidencia, incluido el trabajo previo sobre el vínculo entre la actividad física y el desarrollo cognitivo en la juventud. Al explorar el potencial del ejercicio como herramienta para mejorar la inteligencia, buscamos arrojar luz sobre una estrategia práctica y accesible para apoyar el desarrollo de los niños.”
Inteligencia fluida y cristalizada
Los investigadores utilizaron un meta-análisis, un método de investigación que combina y analiza estadísticamente los resultados de múltiples estudios para extraer conclusiones más amplias. En este caso, los investigadores agregaron datos de 14 ensayos controlados aleatorios con 3.203 participantes. Los meta-análisis son particularmente útiles para sintetizar los hallazgos de estudios individuales que pueden variar en tamaño de muestra o metodología, proporcionando una comprensión más completa del tema. Al agrupar los resultados, los investigadores evaluaron el impacto general de las intervenciones de ejercicio en la inteligencia, teniendo en cuenta las variaciones entre los estudios incluidos.
Los investigadores se centraron en la inteligencia general, a menudo medida por el CI, así como en dos subdominios clave: la inteligencia fluida y la inteligencia cristalizada. La inteligencia fluida se refiere a la capacidad de resolver problemas novedosos y pensar lógicamente sin depender de conocimientos o experiencias previas. Está estrechamente relacionada con la resolución de problemas, la adaptabilidad y las habilidades de razonamiento, lo que la hace esencial para abordar desafíos desconocidos.
Por otro lado, la inteligencia cristalizada representa la acumulación de conocimientos, habilidades y experiencias a lo largo del tiempo, a menudo reflejada en el vocabulario, el conocimiento fáctico y otras habilidades aprendidas. Si bien la inteligencia fluida tiende a alcanzar su punto máximo en la edad adulta temprana, la inteligencia cristalizada continúa mejorando con la edad a medida que los individuos adquieren y refinan sus conocimientos.
Evidencias significativas de mejora cognitiva
Los hallazgos revelaron un impacto positivo significativo de las intervenciones de ejercicio en la inteligencia. Este efecto se observó en varios subgrupos, incluidos niños con niveles de CI basal normales y bajos, y fue consistente independientemente de la duración de la intervención. Además, los investigadores encontraron beneficios significativos para la inteligencia fluida. Si bien la evidencia de mejoras en la inteligencia cristalizada fue limitada, un estudio sí informó ganancias en este dominio para niños con obesidad.
“La conclusión clave es que el ejercicio regular no solo beneficia la salud física, sino que también contribuye al desarrollo cognitivo, específicamente a las mejoras en la inteligencia (incluida la inteligencia general y fluida). En términos concretos, los programas de ejercicio mejoran el cociente intelectual de niños y adolescentes en un promedio de 4 puntos, un resultado comparable a las ganancias que normalmente se obtienen con un año adicional de educación. Esto significa que alentar a los niños y adolescentes a participar en actividades físicas estructuradas puede tener efectos positivos duraderos en sus capacidades intelectuales, así como en otras áreas de sus vidas, como la felicidad, el éxito socioeconómico e incluso la salud futura”.
Es importante destacar que los efectos no fueron influenciados por la edad del participante o la duración de la intervención de ejercicio, lo que sugiere que los beneficios cognitivos de la actividad física son ampliamente aplicables a través de diferentes etapas del desarrollo. Morales afirmó:
“Un hallazgo sorprendente fue la consistencia de los beneficios en diferentes grupos de edad, niveles de inteligencia basal y duraciones de las intervenciones. Fue particularmente notable que los niños con una inteligencia basal más baja también experimentaran mejoras significativas, lo que indica que el ejercicio puede servir como una intervención inclusiva y eficaz para diversas poblaciones.”
A pesar de sus fortalezas, el estudio tiene algunas advertencias a considerar. Un desafío significativo fue la heterogeneidad de los programas de ejercicio analizados. Las intervenciones variaron en tipo, intensidad, duración y frecuencia, lo que dificulta la identificación de características específicas que optimicen los beneficios cognitivos. Por ejemplo, si bien la actividad moderada a vigorosa pareció beneficiosa, muy pocos estudios informaron la intensidad del ejercicio para sacar conclusiones firmes.
“Una limitación clave es la variabilidad en los tipos e intensidades de los programas de ejercicio estudiados, lo que dificulta identificar la intervención más eficaz. Además, si bien los beneficios son claros, se necesita más investigación para comprender los mecanismos subyacentes y explorar los resultados a largo plazo más allá de la duración de las intervenciones”.
La importancia de la actividad física en la infancia
Para comprender mejor la relación entre el ejercicio y la inteligencia, estudios futuros podrían tratar de estandarizar los protocolos de intervención e incluir informes más detallados de las características del ejercicio.
“Nuestros objetivos a largo plazo incluyen identificar las características óptimas de los programas de ejercicio —como el tipo, la duración, la frecuencia y la intensidad— para mejorar la inteligencia y otros dominios cognitivos”, explicó Morales. “También pretendemos explorar cómo estos hallazgos se pueden traducir en recomendaciones prácticas para que las escuelas y las comunidades integren el ejercicio como un componente fundamental de la educación y el desarrollo de los niños”.
“Nuestros hallazgos destacan la importancia de priorizar el ejercicio para niños y adolescentes, no solo para la salud física, sino también para el desarrollo cognitivo y emocional. Esperamos que esta investigación inspire a los responsables políticos, educadores y padres a crear entornos que fomenten estilos de vida activos desde una edad temprana”.
Fuentes y recursos de información
Morales, J. S., et al. (2024). Exercise Interventions and Intelligence in Children and Adolescents: A Meta-Analysis. PEDIATRICS. DOI: 10.1542/peds.2023-064771