Distanciamiento y aislamiento social provocado por la COVID-19

Uno de los cambios más notorios que ha traído la pandemia provocada por la COVID-19 ha sido el distanciamiento y aislamiento social.

Por: Patricia Fernández

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¿Estamos preparados para los cambios? Lo cierto es que la sociedad acepta y convive con la famosa frase de ‘’La vida son cambios’’ y normalmente las personas resurgen de esos cambios convirtiéndose en personas más resilientes, con un mayor abanico de experiencias y aprendizajes, pero también es cierto que no se aceptan de igual manera todos los cambios, ya que hay algunos que son más complicados de asimilar.

En esa capacidad de aceptación está en juego el cómo influyen en la persona, de qué manera se integra el cambio en su rutina diaria y cuánto tiempo durará ese cambio y con ello su proceso de adaptación.

Uno de los cambios más notorios que ha traído la pandemia provocada por la COVID-19 ha sido el distanciamiento y aislamiento social. Somos seres sociales (y emocionales) que necesitamos estar en contacto con los demás, nos retroalimentamos del cariño y de la cercanía de las personas con las que nos rodeamos, el estado de ánimo puede cambiar en función de con quién y de cómo te relaciones, pero… ¿Qué ocurre cuando un virus provoca que eso se acabe de la noche a la mañana?

Tal vez sea una de las preguntas más interesantes y de la que subyacen infinidad de aspectos psicológicos que influyen en las personas, los cuales son actualmente una demanda en las terapias online psicológicas.

Debido al Coronavirus existe una necesidad que forzosamente cambia, instaurando el aislamiento y distanciamiento social. Cambiar la manera de comunicarse y de relacionarse con terceras personas, cambiar el saludo físico por el saludo virtual, el café en la cafetería por el café de tu casa todos los días, las cañas con tus amigas por las cañas virtuales, etc.

Pueden parecer simples y no tener mayor relevancia, pero sí que la tienen cuando no es el acto en sí lo que cambia si no con ello todo lo que se genera indirectamente.

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Las risas y el chute de endorfinas y de energía que te generan tus amigas en esas cañas, la conversación en la que además de hablar de trabajo también sabes por la comunicación no verbal si hay algo más de lo que hablar, ese café que te recarga y te recuerda que tienes una mañana más para desempeñarte profesional y personalmente, esa sonrisa de tu jefa que te indica que vas por buen camino o simplemente ese ‘’no hacer nada’’ sentada en un banco con los rayos del sol en tu cuerpo.… Ahora parece que ese cambio es más notable ¿verdad?

El confinamiento y distanciamiento social hace que también se necesite hacer un reajuste emocional y mental, con el cual intentar paliar y disminuir las consecuencias que provoca la falta de ello.

Consecuencias a nivel emocional y psicológico derivadas del aislamiento y distanciamiento social.

Las consecuencias producidas y desencadenadas por la covid-19 han sido notables durante el confinamiento, pero aún lo son más en la actualidad, cuando parece que se recupera ‘’la nueva normalidad’’ de la que tanto hablan en las noticias.

La mayoría de las consecuencias son a nivel emocional y mental de las personas. Entre las más comunes se encuentran:

  • Un incremento vivencial de emociones desagradables como pueden ser la tristeza, el miedo y la rabia. Es totalmente normal y adaptativo tener dichas emociones cuando miles de personas están sufriendo y cuando se vive en un distanciamiento social. El problema es quedarse ancladas en esas emociones, no dándoles salida.
  • Preocupación excesiva y ansiedad laboral. Un porcentaje alto de consultas psicológicas tienen que ver con el trabajo. La incertidumbre sobre qué es lo que sucederá o el miedo a esa nueva reincorporación ocasiona en las personas una inquietud psicológica, traducida en pensamientos rumiativos sobre dicho tema. Eso a su vez, hace que dichas personas sean más propensas a la irritabilidad y a la ansiedad.
  • El sentimiento y sensación de soledad es mayor y provoca apatía y desánimo. Una de las consecuencias debido a ese aislamiento forzoso que también se observa en las personas es la soledad, no siendo lo mismo estar físicamente sola que sentirse sola. Debido a la naturaleza de la situación y a su desarrollo temporal, primero se muestra un exceso de apoyo social, que con el paso de los días va decayendo y con ello se da paso a la aparición del sentimiento de soledad. ¡Por no hablar de nuestras personas mayores! Las cuales, son más vulnerables a todas las consecuencias. Es importante atender esos sentimientos ya que están relacionados con trastornos depresivos.
  • La sobrecarga y abatimiento emocional es una de las consecuencias más notables en las personas que se han visto desbordadas ante las demandas laborales, familiares y sociales durante el confinamiento. Tener la sensación de no poder más y de agotamiento psicológico es posible debido a ese esfuerzo extra por conciliar y tener todo bajo control, sumado a la imposibilidad de tener esos momentos de ocio que en muchas ocasiones son de carácter terapéutico. Es importante darles salida y tener la posibilidad de realizar descargas emocionales con el fin de evitar somatizaciones, por ejemplo.
  • Pensamientos dicotómicos y disfuncionales. Nadie nace con un manual sobre ‘’Cómo sobrevivir a una pandemia’’, pero bien es cierto que se debe de tener un ajuste real de los pensamientos, de tal manera que no provoquen un mayor desajuste emocional y mental. Dejarse llevar por la imaginación es muy fácil, pero ¡cuidado! que tiene sus inconvenientes (desarrollar TOC, pensamientos catastróficos, manías…). En jóvenes, está muy arraigado al temor de la pérdida del sentido de pertenencia y de identidad que previo al confinamiento tenían.

  • Una de las consecuencias más notorias del distanciamiento social pueden experimentarla los infantes y los adolescentes, quienes están en etapas más vulnerables y complicadas debido a su continuo desarrollo y afianzamiento de las diferentes variables psicológicas, que por el distanciamiento social y la falta de interacción con el entorno, pueden encontrarse dificultadas.
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¿Podría hablarse de una posible crisis en la salud mental?

Teniendo en cuenta que no hay salud sin salud mental, sí. Podemos decir que existe un aumento de personas que acuden a Somos Estupendas por temas relacionados con la vivencia de esta pandemia y derivados de la falta de interacción social.

Muchas personas se han visto con un incremento en su sintomatología (la cual previamente ya tenían) y otras, en cambio, han empezado a tenerla a raíz de la Covid-19.

Aun así, cabe resaltarse que, la crisis en la salud mental, sería mayor si se contase con aquellas personas que en la actualidad, pese a sufrir las consecuencias, no tienen acceso a una atención psicológica debido a la falta de medios económicos y a la escasez de profesionales de la salud mental en la sanidad pública.

Patricia Fernández

Soy psicóloga especializada en el área de infanto-juvenil y en psicología forense. Una profesional en constante reciclaje y formación. Apasionada de la escritura tanto como de mi profesión y del trabajo que llevo a cabo en Somos Estupendas