En estos días en los cuales el distanciamiento de los cuerpos es condición para conservar y preservar la vida, reinan en gran parte de todos nosotros emociones como el miedo, la ira, la bronca, el enojo, la rabia y los sentimientos como la soledad, la angustia, la ansiedad, la desesperanza, la tristeza, etc. El primer paso para lograr la calma es poder identificar estás emociones y luego aceptarlas como parte de este momento que estamos viviendo.
Todos juntos o casi todos (porque hay quienes no entienden, no les interesa pensar ni en sí mismos ni en otros, o bien niegan la realidad cómo un modo de defensa frente a esta situación que podría ser considerada traumática para algunos de nosotros) intentamos estar unidos a favor de una causa común: frenar esta pandemia y preservar la vida.
Como consecuencia de ello, el planeta tierra parece estar agradecido, los animales están en libertad, la naturaleza pareciera estar en calma y el ecosistema al fin recibe un respiro ¿Habrá sido un pedido de ayuda a la humanidad?
Mientras tanto, los días transcurren a un paso lento para algunos y para otros no tanto y el virus sigue cobrándose muchísimas vidas.
Ahora bien, algunos decidimos tomar recaudos, cuidarnos y cuidar a nuestros seres queridos, protegerlos tanto del virus cómo del impacto emocional que nos genera estar encerrados en nuestras casas. Para ello, se recomienda armar una rutina con un plan de actividades (realizar actividad física, actividades recreativas, artísticas y educativas, y sobre todo no perder el contacto con nuestros seres queridos). La tecnología es nuestra compañía y la principal herramienta de comunicación de la cual disponemos en este momento, como así también es una herramienta de información, ocio, diversión y aprendizaje.
Pero a pesar de estar conectados y armar rutinas con actividades ¿Cuánto tiempo podemos continuar encerrados?
El ser humano es fundamentalmente un ser social. Desde el nacimiento, el cachorro humano necesita de su madre para mantenerse con vida. Necesita su presencia, desde sus cuidados hasta su afecto (contacto corporal acompañado de palabras que expresan amor y cariño). Cuando se convierte en adulto, se convierte en un sujeto libre. Esto ocurre en la medida en que pueda valerse por sí mismo y tomar sus propias decisiones (siempre en sociedad). Por ello en esta situación que estamos viviendo, es normal que las personas sientan malestar al verse aisladas de sus rutinas diarias, sus trabajos y de aquellos que integran sus círculos en la cotidianeidad. Además de no poder establecer contacto físico con otros, no es dueño de su propia libertad.
Teniendo en cuenta lo expuesto, el ser humano puede estar en aislamiento porque puede adaptarse a los cambios; aunque no sin un gran costo emocional, porque su naturaleza es social y necesita del contacto con los otros, ya sea físico y emocional. Dada las circunstancias que nos atraviesan, tendremos que esperar el tiempo que sea necesario y cumplir con lo que se nos pide, porque es la vida la que debemos privilegiar y preservar, ante todo.
También debemos hacer que otros puedan comprender lo que está ocurriendo y tratar de concientizar a través de las redes sociales y la propia palabra. Es responsabilidad de todos quedarnos en casa, dejar el egoísmo a un lado, aceptar la realidad, ser solidario con aquellos que necesitan, persuadir y generar un cambio de conciencia colectivo.
Por otro lado, el tiempo que disponemos en nuestras vidas es muy valioso y depende de nosotros saber cómo y en qué invertirlo. Casi siempre nos quejamos de que no disponemos tiempo para nosotros mismos, y ahora que lo tenemos nos seguimos quejando, estamos molestos y no sabemos qué hacer con él. Una buena alternativa para hacerle frente a la cuarentena (sobre todo aquellos que tengan que estar solos en sus casas) es reconectarnos con nuestros amigos y familiares a través de la tecnología, aprender un idioma, bailar, cantar, leer, mirar series o películas, escribir, etc. Sobre todo, tenemos que maximizar lo positivo que tenemos, aprovechando nuestra energía y nuestra salud, lo cual es también una forma de sentirnos vitales. La riqueza que tenemos es nuestra energía física y emocional positiva.
Para darle un cierre a este artículo, les propongo mantener la calma, tener fe y paciencia y mejorar la calidad de nuestros pensamientos negativos y catastróficos para enfrentar el miedo que nos genera la situación. Tal vez y luego vivir está situación, logramos reconocer que somos mucho más fuertes de lo que creíamos y comenzamos a observar el mundo con otros ojos, valorando mucho más que antes la salud, la vida, los aportes de la ciencia y la educación.