Las emociones son muy importantes para las personas, y en los niños juegan un papel muy importante y determinante. Están muy presentes en las distintas actividades que realizamos y tienen mucho que ver en la felicidad diaria.
Una de las emociones que más puede afectarnos es la Ira, se trata de una emoción decisiva para la supervivencia, ya que nos activa y defiende en situaciones de peligro.
Los primeros años actúan por impulsos y deseos inmediatos, y ante un “eso no se hace” de sus padres se puede convertir en una negativa, considerando muchos adultos que se trata de una repuesta de desobediencia intencionada, pero no es así, el autocontrol es una destreza que se aprende y probablemente en los primeros años no se tenga el control voluntario de la conducta.
Durante los años preescolares y la educación primaria los niños aprenden cuando hablar, cuando mantenerse callado, a levantarse y sentarse, todo ello forma algo esencial de su crecimiento, esta destreza va cambiando a medida que conocen el lenguaje adulto y se hacen conscientes de las consecuencias de sus actos.
Es importante que adquieran estas estrategias desde pequeños, pero en ocasiones no se consigue educar en el control hasta niveles deseados.
En muchas situaciones podemos considerar, que para un niño mostrar ciertos comportamientos y expresar la emoción de la ira, puede ser adaptativa ya que los lleva a conseguir sus objetivos, a revelarse con aquello que está en contra o incluso a defenderse.
Sin embargo, como otras emociones negativas, puede darse en momentos que no suponga un peligro real, o puede escapar de su control, con lo que termina convirtiéndose en un problema para la convivencia con sus semejantes.
Muchos niños tienen problemas con esta emoción negativa. Se trata de niños con poco autocontrol que ante situaciones sin importancia reaccionan con agresividad presentando cierta dificultad para autocontrolar su conducta y sus emociones.
Los niños a medida que van creciendo tienen que desenvolverse en contextos que les piden mayores habilidades de relación y de convivencia. Una habilidad esencial es la de autocontrolarse en momentos de frustración o de conflicto con sus iguales.
Como consecuencia, esta emoción para los padres puede convertirse en desesperación e impotencia por no saber cómo controlar al menor ante una negativa y desencadenar la mayoría de las veces en una rabieta significativa.
¿Cómo aprenden esta destreza?
Muchos niños aprenden autocontrol observando a otros niños y adultos, y con la edad aprenden que la manera de afrontar la situación no es la adecuada, pero es cierto que existe un número significativo de niños que no aprenden bien observando a otros.
Estos aprenden más efectivamente a través de la enseñanza directa de recompensas y consecuencias. Necesitan estrategias para manejar la frustración, y hay que dotar de ciertas herramientas de afrontamiento alternativas a la ira.
El video de esta semana en el blog de MGM Psicología, tratará sobre diferentes pautas y estrategias que pueden ayudar al menor a identificar sus estados de ira, a adquirir a través de la práctica estrategias efectivas y adaptativas. Ya que como bien aconsejamos siempre, un comienzo rápido manejando estas herramientas y poniendo solución a problemas pequeños hará de ello, un mejor pronóstico en los años posteriores.