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Los riesgos del sedentarismo para el cerebro

Beneficios del ejercicio físico para la salud mental y cerebral

Realizar actividad física de manera constante no solo es beneficioso para la salud corporal, sino que también tiene un impacto positivo en el bienestar en general. Por otro lado, el sedentarismo puede resultar perjudicial tanto para el cerebro como para la salud en general.

A continuación, se mencionan algunas investigaciones que abordan la relación entre el ejercicio físico y los beneficios que aporta al cerebro:

La inactividad cambia la estructura cerebral

La inactividad puede tener un impacto significativo en la estructura cerebral, lo que plantea preocupaciones para aquellos que llevan un estilo de vida sedentario.

En la era moderna, donde la tecnología facilita formas de interacción pasivas con el mundo, este riesgo se acentúa. Si bien ya se sabe que la actividad física regular ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, investigaciones recientes están arrojando luz sobre cómo exactamente funciona esta relación.

Un estudio realizado por la Escuela de Medicina de la Universidad Estatal de Wayne investigó el impacto de la inactividad en ratas que llevaron un estilo de vida sedentario durante casi tres meses (Mischel NA, 2014).

Los resultados revelaron cambios físicos en la estructura cerebral de estas ratas. En particular, algunas de las neuronas en el cerebro de las ratas comenzaron a desarrollar ramificaciones adicionales.

Estas neuronas desempeñan un papel importante en la regulación del sistema nervioso simpático, que controla funciones corporales involuntarias como la respiración. Tener demasiadas ramificaciones, como ocurrió en las ratas, puede llevar a la sobreestimulación del sistema nervioso.

Los investigadores se enfocaron en la sección de la Médula Ventrolateral Rostral del Cerebro (RVLM), que está involucrada en la regulación del sistema nervioso simpático y contribuye a mantener el ritmo cardíaco regular y la presión arterial adecuada.

Una de las funciones reguladas por el Sistema Nervioso Simpático (SNS) es la constricción de los vasos sanguíneos para mantener el flujo de sangre y la presión arterial en niveles adecuados. Los resultados del estudio indicaron que la inactividad afecta esta función del SNS, lo que podría explicar por qué la inactividad está asociada con la hipertensión y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas.

Es importante destacar que, aunque este estudio se realizó en ratas y no en humanos, proporciona una base para futuras investigaciones sobre los riesgos de llevar un estilo de vida sedentario y cómo afecta la estructura y función cerebrales.

Cómo el ejercicio es benéfico para nuestra mente

Estos son algunos de los beneficios que aporta la actividad física a la salud mental según algunas investigaciones científicas aparte de evitar los problemas que acarrea el sedentarismo.

 1.  El ejercicio mejora nuestra salud mental

El ejercicio ha demostrado tener un impacto positivo en la salud mental, especialmente en personas que sufren de depresión o trastornos de ansiedad, según una investigación llevada a cabo por Stephens, T. Los resultados de este estudio son especialmente notables en personas que previamente llevaban un estilo de vida sedentario y luego adoptaron una rutina de ejercicio regular (Stephens, 1988).

Además, se observó un efecto positivo significativo, en particular, en mujeres y en personas mayores de cuarenta años. Los hallazgos indican un mejor estado de ánimo, un mayor bienestar general y una disminución en los síntomas de depresión o ansiedad en estos grupos de población.

 2.  El ejercicio disminuye el riesgo de enfermedad

El ejercicio regular ha demostrado ser efectivo en la prevención de diversas enfermedades crónicas, como la enfermedad cardiovascular, la diabetes, el cáncer, la hipertensión, la obesidad y la osteoporosis, según numerosos estudios. La actividad física moderada es suficiente para reducir el riesgo de enfermedad y muerte prematura (Warburton, 2006).

Además, investigaciones adicionales han revelado que el ejercicio también puede disminuir el riesgo de accidentes cerebrovasculares. En conjunto, estos hallazgos destacan la importancia de mantener una rutina de ejercicio regular para promover la salud y prevenir enfermedades (McDonnell, 2013).

3.  El ejercicio regular puede mejorar el sueño

Un estudio realizado con personas que padecían insomnio reveló que, después de cuatro meses de ejercicio regular, los participantes podían dormir en promedio unos 45 minutos más por noche en comparación con su patrón anterior de sueño.

Aunque los resultados no indican necesariamente que los participantes experimentaron una mejora inmediata en la calidad del sueño después de hacer ejercicio, el estudio destacó cómo la actividad física efectiva y regular puede contribuir a mejorar el tratamiento a largo plazo del insomnio.

Además, el ejercicio puede ser beneficioso incluso para aquellos que no tienen problemas de sueño específicos.

Las personas que realizan actividad física de forma regular suelen experimentar un sueño de mayor calidad en comparación con aquellos que no hacen ejercicio.

En particular, el ejercicio de alta intensidad puede mejorar la eficiencia del sueño, lo que se traduce en un descanso más reparador.

 4.  El ejercicio puede reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo

La actividad física vigorosa no solo está relacionada con una mejora en la calidad del sueño, sino que también se correlaciona con niveles más bajos de ansiedad.  

Esto no necesariamente significa que el ejercicio sea la única causa de los bajos niveles de estrés entre los participantes, pero ciertamente existe una correlación entre ambas variables, además de los otros beneficios previamente mencionados (Morgan, 1979).

En conclusión, la actividad física tiene un impacto significativo en la reducción del estrés, la mejora del estado de ánimo, el aumento de la confianza y la autoestima.

Además de estos beneficios, también puede ayudarnos a reflexionar y razonar de manera más inteligente y creativa. Estas son razones adicionales para abandonar el sofá y comenzar a ejercitar nuestro cuerpo.

Fuentes y recursos de información

Comprobamos el contenido y la veracidad del conocimiento presentado en este artículo a través de nuestro proceso editorial y de verificación de la información, para asegurarnos de que sea preciso y confiable.

  • Mischel NA, Llewellyn-Smith IJ, Mueller PJ. (2014). Physical (in)activity-dependent structural plasticity in bulbospinal catecholaminergic neurons of rat rostral ventrolateral medulla. J Comp Neurol. 15;522(3):499-513.  DOI: 10.1002/cne.23464
  • Stephens, T (1988). Physical activity and mental health in the United States and Canada: Evidence from four population surveys, Preventive Medicine, 17(1):35-47. DOI: 10.1016/0091-7435(88)90070-9 .
  • Warburton DE, Nicol CW, Bredin SS (2006). Health benefits of physical activity: the evidence. CMAJ. 14;174(6):801-9. DOI: 10.1503/cmaj.051351.
  • McDonnell M N, Hillier S L, Hooker S P, Le A, Howard V J. (2013). Physical Activity. Frequency and Risk of Incident Stroke in a National US Study of Blacks and Whites. Stroke. DOI: 10.1161/STROKEAHA.113.001538
  • Baron KG, Reid KJ, Zee PC (2013). Exercise to improve sleep in insomnia: exploration of the bidirectional effects. J Clin Sleep Med.  15;9(8):819-24. DOI: 10.5664/jcsm.2930.
  • Morgan, W. P. (1979). Anxiety reduction following acute physical activity. Psychiatric Annals, 9(3), 36–45.

El contenido de este articulo ha sido revisado rigurosamente en su contenido, pertinencia, actualidad y la exactitud de los hechos, se agregan todos los enlaces pertinentes de las fuentes consultadas.  Nos basamos en fuentes actuales y fiables, que se citan en el texto, el contenido se comprueba una vez editado y antes de su publicación.

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